domingo, 25 de julio de 2010

EL DIA DESPUES…

a urna

Por Tcnl. José Javier de la Cuesta Ávila

(LMGSM 1 / CMN 73)

      Los estadistas y los estrategas saben que lo difícil no es la acción sino cómo atender y conducir los resultados de aquellas. En los casos de guerra se trata de la postguerra y en los temas de política el cambio de autoridades.

     En general, la atención a la acción hace que se ponga en ello la máxima atención y, lógicamente, se descuiden los efectos colaterales que surgen como consecuencias no pensadas y el conjunto de todo lo que hará el nuevo escenario. En política pasa algo parecido ya que la búsqueda de alianzas para lograr sustento electoral hace que se acuerde con otros que si bien tienen un mismo objetivo contemplan el futuro de una manera diferente. Este tema tiene también una arista en el accionar negativo que se implementa para restar capacidades en el opositor que luego tendrá que ser atendida para restañar las heridas producidas.

   En el caso de nuestro país, sin dudas, el accionar político de las ultimas décadas ha sido basado en el ataque cruel y no en la oferta de posibilidades. Los candidatos buscan descalificarse señalando aquello que resta calidad pero no proponen con claridad cual será su accionar cuando llegue al poder. En el presente este real problema encuentra un nuevo tema en la real falta de representación de las necesidades y aspiraciones de la sociedad, trastocados por la lucha y los enfrentamientos por razones ideológicas o corporativas. El hecho de que la situación política este encarada desde una óptica que no es política produce la deformación de los procesos y lleva a viciar la oferta que no se ajusta a la real demanda.

   En Argentina han desaparecido concretamente los partidos políticos que se han disgregado tras figuras o personas que adquieren de este manera la suma de las acciones esperados. En un mundo complejo y bajo una evolución acelerada resulta imposible que una persona tenga las capacidades totales que una adecuada toma de decisiones le impondrá. Bajo una tendencia al individualismo electoral, se contempla el surgimiento de aparentes lideres que lo mas que deberían ofrecer es muestras de "sentido común" en cambio de un "vedetismo" circunstancial.

   El escenario del presente muestra que los dirigentes que llegan a la función de gobierno tienen mas preocupación en su posicionamiento electoral y no en la actividad de conducción y administración que les corresponde por el cargo ocupado. Es difícil, casi se diría imposible, actuar en dos escenarios al mismo tiempo y, lógicamente, obtener buenos resultados en las acciones emprendidas.

   Existe en el país y el exterior la clara sensación de que Argentina es un gran país pero que ella es una pésima nación y ello se debe a que el nexo de unión entre lo que se es y lo que se puede ser esta en las manos de una clase dirigente que no muestra la adecuada aptitud para ello. Al vivirse intensamente la coyuntura se descuida los temas de largo plazo que necesitan ello para materializarse, lo que provoca la sensación de  la ruptura y del desequilibrio. En el Siglo XIX, cuando se construía la nación se actuaba con vistas al mañana y, lógicamente, se alcanzo el éxito, en nuestros días, llevados por la turbulencia de los temas no resueltos, se gira sin salir de un endemoniado proceso que tiene formas de pantano.

   Es necesario que las mentes privilegiadas que existen en nuestra comunidad, mostrando la responsabilidad de sus conocimientos y, particularmente, el sentido patricio, formulen con claridad los objetivos a alcanzar para que sobre ellos se pueda transitar para su logro. Argentina quiere "prosperidad", "bienestar" y "convivencia" y volver a ser lo que fuera en el pasado para, de esta manera, ser el mismo faro de atracción que convoco a llegar a ella para trabajar y vivir con felicidad.

   Seguir el derrotero de los enfrentamientos, continuar privilegiando lo electoral a lo gubernamental y olvidar que el país debe ser hecho por todos y para todos, desajusta el presente y pone en riesgo el futuro. Si en verdad en la sociedad contemporánea existen las mismas raíces que fueran los cimientos del pasado, debemos volver al ejemplo de los que nos precedieron, trabajar al unísono y saber nuestro destino. Debemos reconocer que estamos inmersos en un "sistema" que se agota en si mismo y que ha llegado la hora de retorno a lo que fuera este ayer y retornar a lo que nos hizo importantes ante el mundo y felices entre nosotros y para ello "tenemos que trabajar para el día después".

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