Por Emilio Nazar Kasbo
Organicémonos Corporativamente, y la Santa Federación resurgirá con más fuerza, sea cual fuese nuestra actual condición.
El Becerro de Oro nos tiene repodridos a todos los que no lo adoramos. Hagamos frente a los dos peligros que han surgido después de la destrucción de los Gremios Medievales a manos de la masonería y por la introducción del lucro como fin de la persona, de la empresa y del Estado: el inmovilista de derechas y el destructivo de izquierdas. La Empresa tiene como fin la persona humana, no el dinero y la generación de más dinero para que haya más dinero. ¡Despertemos de una vez!
Sí, para eso hay que reconocer a Cristo Rey, e impulsar la Civilización del Amor, de la Caridad. Ese es el secreto para que un sistema político-económico pueda funcionar. No será desde el odio y el resentimiento, sino desde la Caridad personal y social desde donde se crea el ambienta para crecer en las virtudes y alcanzar la Felicidad.
Ningún mesianismo político, condenado por el Magisterio de la Iglesia, es válido. Sabemos que el Pecado Original ha afectado a toda persona que nace, y afecta luego su vida con una tendencia al mal, al pecado. El mejor sistema sociopolítico al servicio del pecado, es el peor sistema. Por eso, se ha de buscar el mejor sistema sociopolítico al servicio de la virtud, único modo de que una Nación se levante de su postración a la cual es sometida por el Poder Internacional del Dinero.
Todo lo dicho, lo acreditamos con la Encíclica Quadragesimo Anno, que a continuación transcribimos en sus partes esenciales
91. Como todos saben, recientemente se ha iniciado una especial manera de organización sindical y corporativa, que, dada la materia de esta encíclica, debe ser explicada brevemente
93. Los colegios o corporaciones están constituidos por delegados de ambos sindicatos (es decir, de obreros y patronos) de un mismo oficio o profesión y, como verdaderos y propios instrumentos e instituciones del Estado, dirigen esos mismos sindicatos y los coordinan en las cosas de interés común.
94. Quedan prohibidas las huelgas; si las partes en litigio no se ponen de acuerdo, interviene la magistratura.
95. Con poco que se medite sobre ello, se podrá fácilmente ver cuántos beneficios reporta esta institución, que hemos expuesto muy sumariamente: la colaboración pacífica de las diversas clases, la REPRESIÓN de las organizaciones socialistas, la supresión de desórdenes, una magistratura especial ejerciendo una autoridad moderadora.
96. Mas para conseguir este nobilísimo fin y beneficiar al máximo, de una manera estable y segura, al bien común, juzgamos en primer lugar y, ante todo, absolutamente necesario que Dios asista propicio y luego que aporten su colaboración a dicho fin todos los hombres de buena voluntad.
Estamos persuadidos, además, y lo deducimos de los anterior, que ese fin se logrará con tanto mayor seguridad cuanto más copioso sea el número de aquellos que estén dispuestos a contribuir con su pericia técnica, profesional y social, y también (cosa más importante todavía) cuanto mayor sea la importancia concedida a la aportación de los principios católicos y su práctica...
97. Cuanto hemos enseñado sobre la restauración y perfeccionamiento del orden social no puede llevarse a cabo, sin embargo, sin la REFORMA DE LAS COSTUMBRES, como con toda claridad demuestra la historia.
Existió, efectivamente, en otros tiempos un orden social que, aun no siendo perfecto ni completo en todos sus puntos, no obstante, dadas las circunstancias y las necesidades de la época, estaba de algún modo conforme con la recta razón.
Y si aquel orden cayó, es indudable que no se debió a que no pudiera, evolucionando y en cierto modo ampliándose, adaptarse a las nuevas circunstancias y necesidades, sino más bien a que los hombres, o, endurecidos por el exceso de egoísmo, rehusaron ampliar los límites de ese orden en la medida que hubiera convenido al número creciente de la muchedumbre, o, seducidos por una falsa apariencia de libertad y por otros errores, rebeldes a cualquier potestad, trataron de quitarse de encima todo yugo.
98. Queda, pues, una vez llamados de nuevo a juicio tanto el actual régimen económico cuanto el socialismo, su acérrimo acusador, y dictado acerca de ellos una clara y justa sentencia, por investigar profundamente cuál sea la raíz de tantos males y por indicar que el primero y más necesario remedio consiste en la REFORMA DE LAS COSTUMBRES.
Hasta aquí la transcripción de fragmentos de la Encíclica Quadragesimo Anno.
Este es el régimen político y económico que se debe implementar. Nada hay de "ideología" (eso queda para los ignorantes y falsos acusadores), ni de "politiquería" (que sí avalan los ignorantes y falsos acusadores). La Doctrina Social de la Iglesia marca los lineamientos por los cuales la POLÍTICA DE VERDAD debe transitar.
Nótese que la Encíclica habla de reprimir a las organizaciones socialistas, llama a suprimir los desórdenes, a la vez que menciona la colaboración pacífica de las diversas clases (o más bien deberíamos llamarlas estamentos). Pero el acento está puesto en la “reforma de las costumbres”, reforma que se dirige hacia la Virtud, ya que no puede admitirse el cambio para el mal. Es decir, se necesita de las virtudes personales y sociales para establecer un sistema virtuoso, pero que jamás será perfecto dada la imperfección humana como naturaleza caída, pero sí que podrá ser perfectible, y mucho más con la ayuda de la Gracia de Dios.
Todo esto es lo que nos permitirá que la Santa Federación que existió en Argentina en tiempos del Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas, sea nuevamente una realidad.
Y ¡Que viva la Santa Federación!
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