El circo electoral ha vomitado su veredicto. Todos
los que participan del “reparto” callan las miserias de un sistema inmoral
porque se benefician del mismo. Los que hoy no han sido beneficiados por el
sufragio hacen silencio, a la espera de su turno, en la próxima oportunidad
electoral. Oficialismo y oposición cuentan sus votos obtenidos mediante la
manipulación y la mentira, la hipocresía y el engaño, las promesas electorales
y el soborno mediático. Unos y otros aspiran a su parte del botín.
El sistema demoliberal está basado en una triple mentira: la mentira de
la soberanía popular, por la cual se le hace creer al electorado que puede
otorgar o transmitir un poder del que carece; la mentira de la
representatividad de los partidos políticos, transformados por la fuerza en
únicos y obligatorios vehículos de representación política, y la mentira de que
la mayoría de electores es infalible.
Nunca hemos creído en el régimen liberal partidocrático. Nunca hemos
aceptado sus reglas de juego. Ni por convicción ni por conveniencia. No
convalidamos la pantomima partidocrática.
No nos resignamos a ver nuestra nación postrada a merced de una banda de
facinerosos que se enriquecen a costa del esfuerzo general, mientras declaman
la existencia de un “modelo nacional y popular”, máscara bajo la cual ocultan
sus inconfesables intenciones. No permaneceremos inmóviles a la espera de otro
turno presidencial que será más de lo mismo, pues un sistema corrupto y
corruptor sólo engendra gobiernos corruptos. Nosotros eliminaremos el botín. No
nos quedaremos maniatados a la espera de que un nuevo corrupto sustituya a la
corrupta actual. Nosotros reivindicaremos los puestos de gobierno como sitios
de servicio a la comunidad, y no de turno para el latrocinio.
No nos resignamos a una seguidilla de turnos electorales en la que se
alternen los que más prometan, más subsidien, y más roben.
No nos resignamos a pensar desde el egoísmo personal del que quiere
seguir disfrutando de su puesto público; de su “plan”; de comprarse en cuotas
el más moderno artefacto electrónico; del asistencialismo o del clientelismo
más desvergonzado. Queremos argentinos dignos en una Patria digna. No meros
“clientes” del gobierno de turno.
No nos importa la suma de votos que refleja el cambiante sentimiento de
la multitud, exteriorizada cobardemente en el sufragio anónimo. Nos importan
aquellos capaces de dar testimonio, hasta con su propia vida, de lo que
piensan, creen y defienden.
Lucharemos contra la “amnesia” oportunista de los jueces dóciles a los
mandatos de la neoguerrilla enquistada en el poder, que han decidido olvidar el
ataque sufrido por la Nación Argentina de parte de la subversión marxista
y hoy condenan a los miembros de las fuerzas armadas y de seguridad que
libraron el combate en defensa de toda la sociedad contra el terrorismo que
quería dominarla. Para los jueces prevaricadores pronto llegará el día de la
verdadera justicia. Y para los miembros de la
Corte que han avalado procesos contra toda razón y principio, el
escarnio que les cabe a los magistrados que venden sus almas.
Reivindicaremos el orden natural frente a tanta degeneración y escarnio
de la familia argentina: El matrimonio entre un hombre y una mujer; el respeto
de la vida desde la concepción hasta la muerte natural; el derecho de los
padres a elegir la educación para sus hijos.
Nos opondremos a la tergiversación de la historia reciente; al
encumbramiento político de los dirigentes terroristas de ayer; a la inmoralidad
de los funcionarios enriquecidos por medio de la coima y el soborno, y al
desfile obsceno de todas las perversiones.
A la fuerza del voto pusilánime le opondremos el ímpetu de la militancia
valerosa, para disputarle la calle al kirchnerismo, al progresismo en
cualquiera de sus múltiples disfraces, a la izquierda en todos sus matices, al
liberalismo ciego y cobarde, a las huestes de los diversos caudillejos
provinciales que dominan a sus votantes con el dinero público.
Hasta que la Revolución Nacionalista le devuelva a nuestra
querida Argentina el honor, la decencia y la justicia; el imperio del orden
natural; el respeto a Dios y a sus leyes; la seguridad y el orden públicos; la soberanía
sobre sus recursos y la autonomía sobre sus decisiones; el reconocimiento del
trabajo digno y del salario bien ganado; la equidad entre los diversos sectores
sociales y económicos; la representación de los órganos naturales de la
sociedad; fuerzas armadas que estén espiritual y materialmente en condiciones
de defender nuestro territorio y nuestro destino; jueces probos e
independientes que castiguen a los delincuentes e impidan el avasallamiento de
los derechos de los ciudadanos por parte de los poderes o de los particulares.
ARGENTINO: NO TE RINDAS
LA PATRIA TE LLAMA A UNA
NUEVA RECONQUISTA
VANGUARDIA
DE LA JUVENTUD NACIONALISTA
vanguardia1@argentina.com
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