Por Carlos Manuel Acuña
Lejos de convertirse en un claro
catalizador de la situación política, la importante concentración en la Plaza
de Mayo convocada hace unas horas por el secretario general de la CGT, el
camionero Hugo Moyano, sí logró
introducir un nuevo factor referencial en el complicado escenario que ofrece el
futuro del país en todos los terrenos.
Precisamente, esto último es lo
que contribuye a los interrogantes acerca de lo que sucederá de aquí en
adelante, a lo que debe agregarse lo que venimos sosteniendo desde tiempo
atrás: el kirchnerismo no abandonará el poder suceda lo que suceda. Bien lo
sabe la presidente Cristina y los principales funcionarios que la rodean y por
eso cabe esperar cualquier clase de acontecimientos derivados de esa intención
que podrá o no transitar por lo legal o lo ilegal. Concurrentemente, la suerte
del camionero aparece atada a otra gestión política, como es la del gobernador
de Buenos Aires, Daniel Scioli, a
quien el poder central no le dio una solución definitiva a sus problemas
financieros de corto plazo: un faltante de nada menos que de 1.000 millones de
pesos. El reciente aporte de 1.500 millones de pesos es insuficiente y pone a
su administración en un grave aprieto para poder pagar a los acreedores
directos y sobre todo completar los sueldos y el aguinaldo del personal
administrativo y funcionarios políticos. El componente socialmente alterador
que posee ésta circunstancia no puede pasar inadvertido para nadie. La
posibilidad de un desborde puede ser utilizado por la Casa Rosada como un
instrumento institucional que aleje definitivamente las aspiraciones políticias
de Scioli o, a la inversa, que las
fortalezca dentro de una situación de gravedad inusitada pero de difícil
vaticinio. Así están las cosas.
En otra parte de esta edición
aportamos elementos de juicio adicionales que incluyen los resultados de una
encuesta que puede modificarse por cualquier imponderable o por la acción
deliberada del "núcleo duro" del oficialismo, lo que constituye un
fiel reflejo de esa inestabilidad a la que nos referimos. Lo que sucede en
Chubut con el grupo autodenominado "Los Dragones" es un ejemplo de lo
que decimos. Llegaron a desarmar y desnudar a los gendarmes enviados para
controlar los increíbles destrozos que realizaron en las oficinas y otros
lugares neurálgicos de la petrolera que funciona en el cerro que lleva el mismo
nombre de los activistas- Aunque nadie lo reconozca es tan sólo un paso más,
una demostración del comienzo de una atmósfera parecida o preparatoria - lo que
se prefiera - de un estado anárquico plagado de sorpresas ya ubicadas al margen
de lo simplemente electoral que de todos modos se avecina en medio de estas
dudas que crecerán con el correr de los días.
Por otra parte, el estado mental
de la presidente supera los rumores, se hace evidente y es motivo de severas y
fundadas inquietudes compartidas con la reservas del caso, por ministros,
secretarios y asesores, además de los integrantes del mundo diplomático
extranjero que siempre se entera de estas intimidades. Entre ellas, además, las
correspondientes a la viciosa enfermedad del heredero varón de los Kirchner, el urgente viaje a España de
su hermana y de vicios similares que aquejan a determinadas figuras
pertenecientes a los altos niveles de decisión de los "camporistas".
Realmente, para enloquecer a cualquiera.
Reiteramos que la incógnita es lo
que reina, con el añadido de que Cristina
W. Fernández puede dar pasos signados por lo inusual e incluso, por lo
peligroso. Más aún, podemos utilizar el vocablo "inescrupuloso" si lo
aplicamos a la falsa inauguración en la provincia de San Luis de una planta de
chacinados de cerdos, organizada con la
presencia presidencial en el mismo momento en que Moyano debía comenzar su discurso en la concentración. Cristina se
dio el gusto de hacerlo esperar quince minutos gracias a la calculada operación
de hablar por la cadena de radiodifusión y televisión para la aparente puesta
en marcha de la fábrica de chorizos Magret. Esto suena - y con razón - a insólito
pero lo incalificable es que según parece dichas instalaciones habían sido
puestas en marcha el 7 de abril del año pasado, con la acotación de que la
caída del consumo había determinado el despido del veinte por ciento del
personal que alcanzaba al centenar de empleados de distintas categorías y
especialidades. Si no fuera que a esta altura de los hechos nada alcanza para
el asombro, cabría esperar alguna reacción o al menos una explicación acerca de
que es lo que realmente significó esa ceremonia y si es cierto que lo sucedido
con la compañía Yanketruz fue nada más que una parodia rayana en el
infantilismo.
Con anterioridad y gracias a la
intervención de jerarquías eclesiásticas, Moyano
había puesto en conocimiento de un grupo representativo de dirigentes -especialmente
empresarios- de los alcances moderados de su estrategia, del contenido de su
pensamiento y de cuales serían sus próximos pasos. La reserva de esta gestión
impide el aporte de más datos, pero sí podemos afirmar que sobre la proximidad
de las elecciones cegetistas, el gremialista deberá soportar un agudo y mayor
proceso de desgaste. Esto se desarrollará - al menos así está previsto - a
través de la justicia en función de las causas que tiene pendientes y de
futuras denuncias, además de lo que podrían aportar sucesivas inspecciones de
la AFIP en las obras sociales y otras medidas que sin duda, serán altamente
conflictivas.
De todos modos, la realidad de su
verdadero significado les restará eficiencia, disminuirá su peso y ofrecerá flancos
para una respuesta que incidirá más todavía en la aludida inestabilidad que
posiblemente para ese entonces - es decir, para dentro de muy poco - admitiría
otro calificativo. Paralelamente, el gobernador Scioli que estará abocado a "hacer pininos" para afrontar
los agujeros financieros, amén de las protestas de todos los sectores
seriamente afectados por la presión fiscal que deberá encarar para evitar que
los conflictos lo superen, tendrá otro problema que afectará sus aspiraciones:
la gestión por sumarlo al intendente de Tigre, el sonriente Sergio Massa, a la carrera
gubernamental de Buenos Aires que tanto se adelantó. Con el apoyo del
Intendente de Almirante Brown, Darío
Giustozzi y del senador Anibal
Fernández, esta corriente interna del oficialismo se sumará abiertamente al
cambiante proceso. Esto sería así por la decisión de este sector kirchnerista
que quiere mostrarse como más equilibrado pero que sobre todo, desea liquidar
los esfuerzos del radicalizado vicegobernador Gabriel Mariotto quien con el respaldo de la red que formó La
Cámpora, cree que un decidido giro hacia la izquierda le permitirá afirmarse
políticamente. Por lo que se sabe, no dudará en hacer todos los esfuerzos
posibles y entre ellos, tomar más medidas restrictivas contra los presos
políticos y avanzar sobre los civiles que tuvieron alguna participación en el
gobierno militar surgido el 24 de marzo de 1976. Más aún, con la ayuda de Horacio Verbitsky comenzó a ponerse la
lupa sobre lo actuado durante el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón - Isabelita - siempre en nombre de los
"derechos humanos". De paso, se ampliaría el notable negocio
alrededor de este asunto que engrosaría más todavía los bolsillos de muchos
elegidos.
Esto último ya está en marcha y
si bien alegraría a Scioli por
obvias razones, la existencia de tantas líneas con los consiguientes pases
implicaría un mayor desorden que podría complicarle seriamente sus planes que,
al menos por ahora, no contemplan la adopción de posiciones contundentes siempre
tan esperadas y nunca concretadas. Pero lo que realmente importa en esta
mezcolanza de apetencias, ideologismo, dificultades económicas, inseguridad
creciente y agresiones cruzadas, es lo que realmente piensa Cristina y por
consiguiente, a quienes apoyará y cual es realmente su objetivo tanto para
gobernar (es una forma de decir) como para definirse ante unos comicios que
parecen relativamente lejanos pero que podrían adelantarse... o suspenderse por
razones de excepción. Cualquier cosa sirve si facilita mantenerse en el poder.
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