Por Ricardo Romano
¿Cómo pretende ampliar derechos un gobierno que no puede garantizar los que ya existen?
El martes pasado, en José C. Paz, mataron a puñaladas a un joven de 17 años para robarle el celular. Sucedió mientras iba hacia el colegio, temprano por la mañana. El Gobierno, que no protegió su vida, estaba hablando de su “derecho a votar”.
Mientras la inseguridad se cobraba la vida de uno de los destinatarios de la última ocurrencia demagógica del oficialismo, los políticos estaban dando el triste espectáculo de discusiones estratosféricas para la gente que, día a día, debe soportar la mayor de las indefensiones.
De todas maneras, el drama presente no pasa porque los políticos sean oficialistas u opositores, sino porque no hay dirigentes que sientan amor por la gente y que, en consecuencia, encarnen como propios sus problemas.
Por eso, una vez más, el gobierno logra que todos –propios y extraños- se concentren en los señuelos que lanza para justificar que no se ocupa de lo que debe. No defiende el poder adquisitivo de la gente porque no combate la inflación; no garantiza el transporte seguro para los trabajadores y la gente humilde en cuyo nombre habla, porque está ocupado en peleas mezquinas; no les asegura educación de calidad a los jóvenes pero los quiere llevar a las urnas; tampoco combate la delincuencia porque no siente que sea su responsabilidad cuidar la vida de los argentinos. La ministra de (in)Seguridad, funcionaria de este gobierno desde el año 2005, habla como una turista. Para ella, la conducción de la fuerza pública es un aspecto exterior a su responsabilidad.
En nuestro país, según cifras del propio Indec, casi un millón de jóvenes de entre 15 y 24 años ni estudia ni trabaja.
Pero el gobierno que no garantiza el acceso de todos de los jóvenes al estudio, a la formación, al trabajo para que, entre otras cosas, puedan emanciparse y formar una familia; el Gobierno que no protege su derecho a la vida, discursea sobre la ampliación de sus derechos con la complacencia de prácticamente toda la clase política.
Un dato más para los legisladores que, sin la menor impudicia, seguirán en estos días debatiendo la “ampliación de derechos” de los jóvenes: Leonardo Amarilla, el chico asesinado esta semana en José C. Paz, estaba cursando el último año del secundario, en el Instituto Glaciar Perito Moreno. Hacia allí se dirigía cuando lo interceptó un delincuente. Los vecinos del muchacho contaron que Leonardo trabajaba como barrendero en la línea de colectivos 182 para “poder pagarse el viaje de egresados”. “Ya tenemos miedo de mandar los chicos a la escuela porque no sabemos qué puede pasar”, dijo uno de ellos.
A los políticos les cabe Raúl Porchetto:
Si hay que triunfar
siempre te vamos a llamar
para guerras o elecciones
pibe no nos abandones
che pibe vení votá Fuente: Tábano Informa
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