jueves, 24 de enero de 2013

VIOLAR EL SEGUNDO MANDAMIENTO BURLÁNDOSE DE JESÚS, DE LA IGLESIA Y DE LOS SANTOS



Por Emilio Nazar Kasbo
Hay un "humor" que es el del Herodes como autoridad humana de los judíos ante Jesús pidiéndole que haga milagros... Es la típica burla que los primeros judíos que siguieron a Jesucristo debieron soportar de sus propios hermanos: "¿así que Jesús resucitó? jajaja ¿y desupés de muertos podremos seguir bebiendo vino y teniendo festines?".
Sí, es una burla que sigue hasta el presente, y que por eso muchos judíos no aceptan a Jesucristo como Mesías y Salvador, ni su condena: "INRI", "Jesús Nazareno Rey de los Judíos".
Una expresión describe exactamente la actitud: "mientras yo me reía de esas cosas, tú las adorabas". Este “humor” no es un "paso previo" a la Fe como pretendería Kierkegaard, sino que es la justificación última de la incredulidad, de la perfidia.
"¿Acaso vos que sos cristiano te considerás superior, y que vos tenés la verdad? ¡Si vos tenés la verdad, entonces yo tengo la mía y seguiré así!, ¿no ves? jajaja"
Por eso, para justificar ese "humor" debe derribarse lo Sublime para banalizarlo, porque es la forma más grotesca del "humor", que vivió el mismo Jesucristo mientras lo torturaban antes de ser Crucificado.
El insulto a lo Sublime también es parte de ese "humor", porque además busca mediante el grotesco la banalización de lo Sublime para desacreditarlo. Precisamente, el descrédito es el centro de ese "humor".
La burla permanente, sobre todo de los medios de Salvación puestos a disposición de la persona, son otra muestra de ese "humor": "¿así que con un poco de agua yo me hago cristiano y puedo salvar mi alma obteniendo el perdón de mis pecados? ¿Y si fuese con vino no sería más efectivo?", ya que burlas semejantes he escuchado de varias personas que se resisten a convertirse.
No, no es un "estadío" de "ascensión" como dice Kierkegordo, sino el estancamiento en lo abismal que pretende justificar el materialismo inmanentista frente a la Fe Sobrenatural.
"¿Y cómo sabés que en dos mil años las enseñanzas de Jesús se mantuvieron idénticas? ¿Existió realmente una persona llamada Jesús hace dos mil años? ¿Cómo sabés que eso que te dijeron y te enseñaron cuando eras pequeño es verdad, igual que la historia de Papá Noel, de los Reyes Magos o del Ratón Mickey? ¿No ves que eso ya pasó de moda, y que los chicos saben identificar más al Ratón Mickey y se entusiasman con sus muñequitos, y eso no sucede con Jesús? Jajaja, ¿vos creés en esas cosas infantiles? ¿No te parece que tenés que "crecer" un poco más y tener una "fe de adultos" y reconocer la ciencia y las enseñanzas que el mudo de hoy te da? jajajaja"
Sí, ese es el "humor", pero no se queda ahí, porque incluye y mezcla no solamente a Jesús, sino también a sus seguidores. "¿No ves que sos un pesado? ¿Con qué autoridad pretendés cuestionar cosas que ya numerosos Sabios de gran renombre han sostenido?", y la difamación: "¡No le prestes atención, que es un pesado! ¿No te parece que es ridículo plantear que vuelva una Cristiandad? Está más que chiflado: todavía cree en la Nobleza, en el "hombre de bien", en "la palabra", en la "virtud" y todas esas ridiculeces que si actuaran socialmente no nos permitirían siquiera "ponernos alegres" (léase emborracharnos) los fines de semana, como expresión de nuestro jolgorio! Dejálo andar, a ese "Quijote", que siga con sus quijotadas ¿no? Que siga así, que nos divertimos a costa de él, jajaja".
Ello sin descartar el insulto a los cristianos y a toda su progenie, sobre todo insultando a santos... que no todos los santos están en el Martirologio.
Sí, ese es el "humor" que impera contra la Fe Católica. Es más, hay sacerdotes que pretenden utilizar ese "humor" antieclesial como medio de ¿"evangelización"? y que precisamente son los sacerdotes anticatólicos modernistas que hoy pululan dentro de la Iglesia Católica con prédicas disolventes y contrarias a la Tradición y al Magisterio.
¿Cómo actuaría un católico si Jesucristo, la Iglesia Católica o un santo fuesen insultados? ¿Acaso no actuaría con la mayor de las indignaciones? ¿Acaso no recriminaría a quien profirió tales insultos? ¿Acaso no actuaría con santa ira, como decía Santo Tomás de Aquino?

Los chistes y bromas que no encajan en la eutrapelia, (Del gr. εὐτραπελία, broma amable) como virtud que modera el exceso de las diversiones o entretenimientos y que a la vez es donaire o jocosidad urbana e inofensiva, poco edifica el alma de quien los profiere. 

Un santo triste es un triste santo. Y no lo digo yo... Pero esa no es la "alegría" de este mundo, ni es el "humor" de este mundo. La alegría del católico es Sobrenatural y viene de Dios por la Gracia, de ahí su valor. El resto, no es más que lo mundano efímero e intrascendente, que en nada conduce a Dios.
Jesucristo convoca actualmente igual que a San Expedito: CONVIÉRTETE HOY, YA, no lo dejes para mañana. HOY SÉ MEJOR, SALVA TU ALMA HOY Y A CADA INSTANTE. Y esto va de contrapelo con un camino "racional" de "ascensión" de tipo gnóstico, de "revelaciones a medida que se va creciendo"... donde resulta falso que “El humor es el último estadío en la interioridad de la existencia antes de la fe” como sostuvo Kierkegaard, porque Jesucristo se da por completo y sin reservarse nada, gratuitamente, porque así es la Vedad... convocando: “conviértete hoy, ahora, ya”.
Y concluyo con un "mito" al estilo "parábola", o como quiera denominárselo:

CUANDO TODO ES MOTIVO DE RISA
Hubo una vez una persona que desde pequeño era afecto a la risa. Todo era broma para él. Creció, tuvo una familia, pero hasta la Fe le producía gracia. 
Efectivamente, había sido bautizado de pequeño e iba a Misa, pero los Mandamientos y los Preceptos de la Iglesia para él era también objeto de comicidad. Todo era "alegría y gracia", y muchos se acercaban a este "centro de las fiestas" porque a todo le hallaba el lado risueño, cómico, tanto que acompañaba con gestos sus expresiones, aumentando aun más la gracia en quienes lo rodeaban.
¿La muerte? Era un chiste. ¿El Kempis? También ¿Santo Tomás, Aristóteles y el realismo filosófico? Sí, todo era objeto de chiste, porque tal persona era de extrema cultura, fruto de asistir dominicalmente a Misa y de atender los sermones de sacerdotes verdaderamente piadosos que preparaban sus homilías de modo particular, sin repetirlas de un año a otro, homilías que eran prácticamente una clase de Teología del Seminario y que elevaban a las almas de los asistentes... excepto las de el protagonista de esta historia, quien buscaba su lado "cómico".
Las almas, en vez de acercarse a Dios, quedaban atónitas, eran conducidas a la incredulidad, a la duda sobre las cuestiones de Fe o sobre los dogmas de la Iglesia. ¿Celibato sacerdotal, ascetismo, espíritu de pobreza, la obediencia...? Sí, todo era objeto de un cuestionamiento mediante la "comicidad". En realidad, apartaba las almas del camino de Dios, tal vez sin darse cuenta de ello, o tal vez intencionalmente.
Él vivía el "carpe diem", vivía "el día", el momento, sin permitir que la Gracia de Dios actuase vitalmente en él. Fiestas, jolgorio, entretenimientos de toda clase... pasando la vida mundanamente.
Pero un día, aquello que era objeto de burla por parte del feligrés "alegre", se hizo realidad. La muerte llegó, como un ladrón, mientras contaba uno de sus chistes sobre el Cielo... muerte súbita, un infarto y ¡chau! Se acabó el chiste.
Se encontró de repente en presencia de Dios, y se inició instantáneamente el Juicio Particular por Jesucristo:
- ¿Qué has hecho con los Talentos que Mi Padre te ha dado? ¿Han sido multiplicados para dar mayor gloria de Dios, o fueron enterrados? ¿Has vivido en el Amor de Dios permitiendo que su Gracia fuese la alegría de tu vida, o has omitido esa Gracia reservando a tu propio criterio y gusto el modo de vivir tu vida?
Estas preguntas estremecieron el alma del feligrés, ya separada del cuerpo. Y Jesús le dijo:
- Ves que todo aquello que era objeto de risa, era cierto. Acompáñame.
El alma del feligrés fue arrebatada en un veloz viaje instantáneo que le permitió ver a millones y millones de santos, e incluso de almas que habían terminado su tiempo en el Purgatorio y habían alcanzado la completa Bienaventuranza. La sensación de extrema Felicidad invadió su ser en ese brevísimo momento, hasta que empezó a descender con Jesús por el Purgatorio, contemplando los sufrimientos de esas almas tan deseosas de salir de ese estado.
Sorprendióse el alma del feligrés, porque cada vez en ese instante iba descendiendo cada vez más, sintiendo cada vez peores horrores en el sufrimiento de las almas que más necesitadas de la Misericordia de Dios estaban... hasta llegar a la última, al borde del mismo Infierno.
Llegado a esa situación, pudo contemplar la absoluta angustia y soledad de todos los que se hallaban más abajo: veía las almas de los condenados, de quienes habían rechazado la Gracia de Dios, de quienes en vida habían sido enemigos de Cristo y de la Iglesia Católica. Semejante sufrimiento era indescriptible, y sólo lo contemplaba espiritualmente, estremeciendo hasta el último resabio de su ser.
Había vivido burlándose de las almas, del Infierno, del Purgatorio, del Diablo... y ahora los contemplaba directamente y con gran angustia. Ahora entendía que en el mundo se vive en un "valle de lágrimas", y que son esas lágrimas las que colaboran a la salvación del alma. Ahora entendía que la bienaventuranza no era para los que reían en el mundo, sino para los que lloraban, para los que guardaron espíritu ascético en medio de burlas ajenas por "lo que se perdían". Ahora entendía la importancia de la piedad, de la oración, la importancia de la fidelidad a la Tradición, al Magisterio, la importancia de la Eucaristía y de la Adoración Eucarística... pero ya era tarde.
El alma del feligrés no tenía necesidad de explicar ni de responder nada: Dios todo lo sabe, no necesitaba su respuesta a las preguntas iniciales. En el medio la incertidumbre: "¿Llegué hasta aquí porque mi destino será compartir sin presencia de Dios el resto de la vida por siempre jamás? ¿Mi alma será condenada y perderé toda posibilidad de vivir en presencia, contemplación y Gracia de Dios?" Y mientras este pensamiento tenía, sentía como que su alma se arrugaba, se marchitaba, se deterioraba ante la magnificencia de Jesucristo y de los santos que había contemplado en el Cielo, pero también se sorprendió de que continuaba como estrujándose su alma por haber sido más indigna de las almas que estaban en el Purgatorio.
El feligrés sentía que su alma era indigna de la posición en que veía a cada alma que estaba en el Purgatorio, y que continuaba estropeándose, a la vez que mantenía un vértigo que le hacía sentir la posibilidad de que fuese definitivamente al Infierno. Pero no era  Jesucristo quien le decía dónde ubicarse, sino que por su misma sensación de inferioridad el alma se ubicaba en un sitio cada vez peor porque no podía acomodarse en una situación mejor a la que le correspondía.
Todo duró un instante fugaz, pero fueron como Siglos. En el vértigo de la caída, el alma se detuvo justo ahí donde estaba, a las puertas del Infierno. Desde esa posición podía ver incluso amigos que habían escuchado sus chistes y que a raíz de ellos no perseveraron en la Fe... La suma angustia a una escala inimaginable al ver las consecuencias de sus acciones le producía como un escalofrío ante tanto espanto.
Solo unas horas antes de morir se había confesado, y murió mientras contaba uno de esos chistes que tanta popularidad social le habían proporcionado. Hasta ahí lo condujeron, y allí quedó: se convirtió en el alma más necesitada de la Divina Misericordia de Dios, aguardando que alguien rece por él en una gran angustia inacabable por su dolor, guardando la seguridad alentadora de que en algún momento, en alguna oportunidad, saldrá de esa situación.

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