Por Carlos Belgrano
Compatriotas:
Todavía no alcanzaba ni la categoría de adolescente, cuando observé por la televisión, el derrocamiento del Presidente Illia.
Horas después, le pregunté a mi Padre, con la ingenuidad propia de mi edad ¿porqué se veían policías custodiando a ese viejito?.
Y él me indicó que a diferencia de la cuestión de Perón, ese golpe fue incruento, porque al entonces Primer Mandatario, ni su propia gente se animó a defenderlo.
Los años transcurrieron para mí, como para el resto de Ustedes y ese suceso mutó en una anécdota sin demasiado interés.
Y así persiste en el imaginario de las mayorías.
Illia fue esencialmente un médico de gran cultura y bohonomía personal, pero desde su nominación, lo tuvo a Balbín como su verdadero némesis.
Tal vez, porque el "Chino" había desdeñado la candidatura en su lugar y al advertir de su error, sé apoderó de su persona un gran resentimiento personal que lo acompañó como su amigo invisible por el resto de su vida.
Pero así eran las cosas por aquéllos años.
Pocos días antes de la sublevación de Onganía -según me confió Don Arturo Frondizi en nuestras largas tertulias años después- el entonces Ministro de Defensa Adolfo Suárez se incorporó raudamente a una reunión de gabinete.
Y al sentarse, le comentó al oído a su par de Interior Palmero "me parece que los milicos están preparando algo".
A lo que su interlocutor le contestó "no le comentes esas cosas al Doctor, que después se inquieta y no puede tomar su siesta".
Y era la triste realidad, ya que todo el País estuvo tres años adormilado.
Los radicales, a lo único que atinaron fue a destrozar todos los avances y logros del Desarrollismo, cumplimentados hasta marzo de 1962, incluyendo el más trascendente, como fue la derogación de los contratos petroleros, que retrasó a nuestra Patagonia, por otros veinte años.
Pero a estas alturas, y con lo que vivimos después, estos flashes no son más que otra miscelánea.
Lo que me convoca en esta entrega es otra cosa.
He recibido miles de correos, algunos, pocos en verdad, recordándo a mi Madre, pero la mayoría con una opinion, diría que un tanto ambivalente, respecto del plan de captura de la Presidente.
Entiendo que mucha gente, bien intencionada teme involucrarse demasiado en lo que alguien puede calificar a esta proclama de "Los Veinte Camiones Artillados" como una felonía.
Y entiendo a mis Compatriotas dubitativos, más bien atónitos, desconcertados.
Pero es imperativo que entre todos y cada uno por su cuenta, a su vez, nos hagamos eco en todos aquéllos, que comparten este ideario que más que destituyente es libertario, para que se haga carne en el ciudadano común, que las vías de hecho, moderadas por cierto, no determinarán otra cosa que nuestro sendero hacia la Justicia más primaria.
Muchos otros Conciudadanos, optan en sus respuestas, por el desánimo, de no vislumbrar que se pueda reunir esa mínima cantidad de uniformados, para cumplir con esa suerte de arresto.
Porque en el inconsciente social, estamos habituados a imaginar un golpe de Estado tradicional, clásico.
Y esa decepción se agiganta, a poco de observar en lo que se han convertido nuestras Fuerzas Armadas, ergo en una especie de inteligible holograma.
Y deseo recordar a todos los incrédulos que con razón o sin ella, suponen de esta idea, una balandronada nostálgica, que cuando en 1966 lo destituyeron al Presidente Constitucional en ejercicio, la fuerza disuasoria utilizada, fue una reducida compañía de Infantería de la Policia Federal, armada apenas con inovensivas pistolas lanzagases.
He traído ante Ustedes aquél episodio, para que los dudosos no lo sean tanto, ya que con sus similitudes y también distingos, ese suceso de hace casi medio siglo, bien puede reiterarse próximamente.
Cuánto más, si analizamos que en esta oportunidad, estamos incoando a la voluntad popular, para desembarazarnos de una mujer que emulando a la Popea de Nerón, a diario se baña en sus propias infamias.
Procuremos entre todos que se materialice
Atentamente Carlos Belgrano.-
lacuchillanacional808@gmail.com
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