Por Juan José Guaresti (nieto)
Estimado amigo: Le adjunto en forma de “carta abierta a un productor rural” la quinta nota de la saga que denomine: “El campo debe defenderse”
La filosofía del artículo es que los productores deben crear un sistema que defienda sus intereses y que parta de los pueblos próximos a su establecimiento. En cada pueblo debe haber uno o más personas que sean referentes de sus colegas rurales y que expliquen en sus comunidades que entre los impuestos, el tipo de cambio y el papeleo burocrático, el campo esta siendo saqueado y que eso perjudica a toda la comunidad. En cada pueblo se debe organizar esa defensa. Debe entenderse y difundirse que los precios en el sector agropecuario no los forma la oferta y la demanda sino el lapicero del mandamás de turno. Los productores europeos y americanos del Norte tienen organizaciones que intervienen en política para defenderlos y es por eso que reciben una adecuada retribución por su labor. La denominada “lista sábana” que se usa en nuestras contiendas electorales es una enemiga del productor porque impide que los distritos rurales tengan sus propios y auténticos representantes en los cuerpos legislativos. Espero que le agrade. Guaresti
Querido amigo:
Me he tomado el atrevimiento de dirigirle estas líneas
que, desde el afecto, el respeto y en verdad la admiración que le guardo,
contienen críticas de algunas cosas que Ud. hace y de otras que Ud. omite.
Seguramente Ud. y muchos otros productores dedican
buena parte de su tiempo a cuidar de su campo, a estudiar las novedades que hay
en semillas, en razas de ganado, en procedimientos para obtener mas leche, mas
carne, mas cereales, con costos menores. Están al día en eso y en lo que
concierne a mejores máquinas, nuevos fertilizantes y otras maravillas con el
propósito indeclinable de producir más. Lo único que no se han dado cuenta Ud.
y sus colegas pese a los años transcurridos desde que aparecieron voces
nefastas que se dedicaron a menospreciar a Uds. y a su labor, es que cuanto más
eficientes son Uds., les pagan menos por unidad producida o gravan esa carne o
esos cereales con mas impuestos. El tipo de cambio al cual se los vende al
exterior, les es completamente desfavorable. Ese tipo de cambio o sea la
cantidad de pesos que Uds. reciben por cada dólar que percibe el gobierno, es
menor a lo que vale el dólar de acuerdo a la realidad económica. No se dieron
cuenta Uds. que si viajan al exterior con los dólares que les dan para pagar
sus gastos de vacaciones reciben un subsidio de Uds. mismos y que ese subsidio
les resulta carísimo, mucho mas caro que si el dólar valiera lo que debería
costar. No se han percatado que gobiernos de distinto signo que en algunos
casos hasta parecían amistosos, se quedaron con la mayor parte de aquella
porción en que Uds. incrementaron lo que se obtenía de su campo hasta el
momento en que Uds. comenzaron a explotarlo. No advirtieron que esa “mayor
parte” no se la devolvieron en rutas más seguras y más cómodas, ni en
ferrocarriles que permitieran bajar el costo del transporte ni en puertos que
en lugar de ser la avenida de la riqueza, constituían un gravamen adicional que
había que sumarlo a lo que ya pagaban. Cada tanto Uds. oían que algún camión no
llegaba a destino porque había sido desvalijado por quienes han sido denominados
con alguna gracia “piratas del asfalto” pero Uds. no se fijaron mucho en el
tema porque la mayoría llegaba a destino. Además, a veces Uds. contrataban un
seguro y la pérdida era menor. Para Uds. estos avatares no eran su problema.
Uds. seguían concentrados en producir más y mejor y no se ocuparon de lo que
ocurría “tranqueras afuera”. Dejaron hacer, dejaron pasar. Uds. no se dieron
cuenta que los agricultores franceses, como los norteamericanos, los alemanes,
los ingleses y los de todo el mundo civilizado, no confiaron en el Rey que
había antes ni en el Estado que sucedió a éste y se unieron para defender sus
intereses. Conservaron su fuente de ingresos porque gastaron algún dinero en
conseguir hábiles defensores y medios de difusión que impidieron que los
gobiernos los saquearan con gabelas e impuestos más o menos disimulados.
El tipo de cambio sobrevaluado, o lo que es lo mismo
decir, el dólar barato, como ocurrió en distintas oportunidades entre nosotros
a partir del 4 de junio de 1943, ha sido una de las estratagemas que mejor
disimula la sangría inmisericorde a que está sometido el medio rural.
Querido amigo: En cuatro notas previas aparecidas en
este mismo medio, hemos desarrollado la tesis que el campo debe defenderse de
todos los sectores que en nuestra sociedad por ignorancia o por la razón que
fuera, han menospreciado la labor que realizan nuestros productores
agropecuarios. Se ha extendido en nuestro país la idea que la agricultura, la
ganadería, la silvicultura y demás actividades que tienen al campo como
protagonista, no generan valor agregado ni estimulan el conocimiento de los
seres humanos. Quienes están en contacto con la ubre, el arado, el hacha y
demás enseres, no tienen una mente despierta ni creadora. Pareciera que Uds.
fueran seres subalternos en la escala del saber. Eso sostiene gente que en
muchos casos tiene títulos universitarios y que sale a pregonar a quien lo
escuche que los oficios vinculados a la tierra no son tareas superiores.
También dicen que los países como el nuestro que tienen una formidable base
agropecuaria están condenados al atraso por esa razón en el orden mundial.
Esas convicciones llevadas al terreno de la política
han conducido al desvarío de muchos de sus paladines que cuando han ocupado
posiciones cimeras en la conducción del país o de su provincia o en el rango
que fuera, se han dedicado a expoliar al campo con toda clase de impuestos y
papeleo burocrático, imposibles de afrontar por el productor, sea grande,
mediano o pequeño. Ese trabajo de trazar políticas de imposible cumplimiento o
imponer directivas disparatadas con total desconocimiento del medio donde se
deben aplicar se realiza desde escritorios calefaccionados o con aire
acondicionado, a metros de la atención médica y de su salud, contando con la
cercanía de la seguridad policíaca. Rodeados de halagos y comodidades, algunos
funcionarios se han dedicado a desalentar a aquellos que se enfrentan
diariamente, sin protección alguna, con la inclemencia del tiempo, con los
riesgos de la labor campesina y la orfandad de médicos o policías próximos.
El campo invertebrado:
Quizás sea por las distancias que median entre un
establecimiento y los otros o por la forma de ser de los propietarios rurales o
por otras razones, el campo hoy en día es un inmenso cuerpo invertebrado.
Existe la Comisión de Enlace, hay distintas organizaciones de productores
agropecuarios de alcance nacional o que agrupan distintas regiones pero falta
en cada pueblo, por lo menos uno o varios referentes, que se ocupen en cada
conglomerado urbano de acaudillar a la dispersa grey rural. Una de sus misiones
es la de enseñarle a propios y extraños algunas verdades tan sencillas como
dolorosas: Que los precios agrícolas en la Argentina no los forma la conjunción
de la oferta y la demanda, sino la lapicera del gobernante. El tramo siguiente
del razonamiento es que mientras el agro no sea un poder político que tenga
real peso, los productores no tendrán pesos en el bolsillo sino pesares en su
alma. No falta mucho para que se den cuenta que no son realmente propietarios
de la tierra. Estarán en ella mientras continúen trabajando sacrificadamente
para beneficio de terceros.
El sistema electoral no ayuda al agro. La lista
“sábana”, que es la favorita de los partidos populistas, impide la
representación política del campo en los cuerpos legislativos. Los
parlamentarios rurales deben surgir de los distritos rurales. Los partidos
populistas necesitan agobiar con gabelas a los productores para subsidiar con
ese dinero la vagancia de aquellos a quienes en el fondo desprecian como seres
humanos. Dar trabajo dignifica al hombre. Dar subsidios a quien se puede ganar
la vida con el sudor de su frente, sencillamente envilece al destinatario, como
lo degrada también recibir esos subsidios disfrazados de empleos públicos.
La labor arriesgada y fecunda de la Comisión de Enlace
no basta. Es preciso que se articule desde cada pueblo una organización capaz
de enfrentarse con las armas de la democracia a todos los que están desde hacen
años, queriendo terminar con ese reservorio de cultura ancestral, de amor a la
patria y de defensa de la propiedad privada de los medios de producción que es
el escenario rural. Cada productor debe salir a buscar sus auténticos líderes
locales y si no los encuentra, asumir por sí mismo esa responsabilidad. Se
necesitan recursos que todos deben aportar, pero es mejor poner algo de dinero
o de tiempo o de ingenio para defender lo propio que no perderlo a manos de
quienes quieren salir de la función pública enriquecidos por el esfuerzo ajeno.
Productor amigo: No tengo nada para ofrecerle salvo
estas líneas que le avisan que no tiene escapatoria si no se da cuenta que
solamente en sus manos está su destino. Ud. puede cambiar el sistema electoral
como así puede buscar hombres y mujeres generosos que expliquen en cada
localidad, que la demolición del campo que se está llevando a cabo desde muchos
años atrás, nos va a dejar sin la República Argentina, cuya estrella polar son
la libertad y el derecho de cada individuo a buscar la felicidad de la manera que
le parezca más apropiada. Esta es tierra de hombres libres. Nuestros
antepasados no se alzaron contra las tiranías ni vinieron a estas playas para
cambiar de amos, sino para no tenerlos.
Lo abraza estrechamente,
Juan José Guaresti (nieto)
Vicepresidente 1ero del Partido Demócrata de la Ciudad
de Buenos Aires
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