martes, 23 de diciembre de 2014

DE “LA GUERRA DE LAS GALAXIAS” A LA “FUGA EN EL SIGLO XXIII”


Por Emilio Nazar Kasbo

Vivimos en una novela distópica casi hecha realidad. Francis Fukuyama presagió en un best seller “El fin de la Historia y el último hombre” (1992), precisamente, la aniquilación del mundo moral tal como existió desde los tiempos postdiluvianos de Noé, con el fin de las ideologías, el triunfo de una democracia liberal que resultara victoriosa tras la “Guerra Fría”. Pero “el sistema” que manejan los Amos del Mundo, adelanta sus proyecciones e indica hacia dónde pretende dirigirse por diversos medios, particularmente mediante la cultura. Intentaremos descifrar hechos políticos recientes que pasarán dentro de 50 años a formar parte de la Historia.

ARDE LA GUERRA FRÍA
La denominada Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, finalizó en 1989 con la caída del Muro de Berlín, y en 1990 con la Glásnost (que en ruso significa “apertura” o “transparencia”, aplicada a lo político) y la Perestroka (reestructuración económica), llevadas a cabo por el gobernante soviético Mijail Gorbachov entre 1985 y 1991.
La llamada “Iniciativa de Defensa Estratégica” estadounidense, conocida como “Guerra de las Galaxias” (en base a una popular película de ciencia ficción de su momento), había dado inicio en 1983 como desarrollo de un sistema basado en tierra y espacio para defender a Estados Unidos contra un ataque nuclear con misiles balísticos intercontinentales por parte de enemigos, y en particular de la Unión Soviética, iniciativa que fuera impulsada por el presidente Ronald Reagan. Este presidente estadounidense dio un discurso llamado “del Imperio del Mal” (que recordara al Imperio de la saga “La Guerra de las Galaxias”), que tensó las relaciones militares con la Unión Soviética, y el posterior discurso del 23 de marzo de 1983 (llamado “discurso de la Guerra de las Galaxias”) en el cual pidió que los científicos le proporcionaran “los medios de hacer de esas armas nucleares algo impotente y obsoleto”.
Los discursos generaron un pánico mundial, mediando la difusión informativa de que el cúmulo de armamentos podía producir una hecatombe nuclear mundial, casi apocalíptica, o directamente apocalíptica. En realidad, se trató de un incremento del presupuesto militar en Estados Unidos que la Unión Soviética no tenía capacidad de igualar sin descalabrar su economía en el sentido de agravar la situación social vivida bajo tal régimen marxista. La guerra psicológica fue mayor que la situación real, produciendo que el “público informado” de los diarios y noticieros sacudieran sus vidas personales con preocupaciones internacionales.

LA HISTORIA NO TERMINÓ
Francis Fukuyama interpretó los sucesos como la llegada del “fin de la historia” en la última síntesis marxista que señalaba el fin de los Estados que daría paso a una sociedad sin clases y feliz, en el mesianismo temporal utópico e irrealizable de Carlos Marx. Así, los hombres satisfarían sus necesidades mediante la actividad económica sin que haya más guerras.
El triunfo político-económico estaría dado por una economía de libre mercado, la democracia como sistema de gobierno mundial, y el sostenimiento de ciertos derechos jurídicos que serían impartidos por los Organismos Internacionales. A su vez, y en concordancia con la Escuela de Frankfurt, señalaba que las humanidades, la cultura y la ciencia se convertirían en la base de una moral que desplazaría la religión y todo dogma moral o ético, en lo cual la visión marxista materialista sería la triunfante. Según Fukuyama, la tecnología llevará a procesos de urbanización y racionalización de organización social, en un mundo en que no habrá incentivo para la virtud moral y la preferencia del bien por sobre el mal, donde rige un “vale todo”. El ser humano dejará de serlo, según Fukuyama, porque abandonará el thimos, que debemos interpretar en su sentido histórico como el alma sensitiva animal a la cual aludía Pitágoras, quedando estancado moralmente y sin inquietudes de progreso. Desaparecerán “los amos”, aquellos “que lucharon y no temieron morir en la batalla”, mientras que los esclavos, “aquellos que se dejaron dominar por el miedo biológico a la muerte, y que antes que morir prefirieron someterse a una vida de servidumbre”, serán los pobladores del mundo. Un mundo sin convicciones, un mundo sin nada por lo cual valga la pena dar la vida, un mundo sin sentido…
Según Fukuyama, se produce un cambio en el sentido de la nobleza y de la aristocracia, ya que “las sociedades aristocráticas del pasado eran conducidas por un tipo de personas cuya ética, por decirlo así, se centraba en la disposición a exponer la vida en el combate. La solución moderna, en cambio, consiste en canalizar o sublimar ese impulso en una actividad esencialmente comercial o productiva”, lo cual significa el cambio de virtudes espirituales por intereses comerciales como criterio de la élite, es decir, la sustitución de las virtudes por una timocracia. La guerra y la inteligencia, el desarrollo tecnológico e incluso el espionaje, tendrán una aplicación económica, y la nueva “aristocracia” estará constituida por personajes como “Ross Perot o Ted Turner o, en épocas anteriores, los Venderbilt y los Rockefeller”.

ATOMIZACIÓN SOCIAL
También sostuvo Fukuyama, mientras promovía la globalización, que “Una parte importante de la población norteamericana siente que la principal crisis que afecta hoy a los Estados Unidos es el colapso de la vida comunitaria, que se extiende desde el núcleo familiar al lugar de trabajo, el vecindario y la corporación, hasta llegar, hacia arriba, a la comunidad más amplia que es la nación. Se percibe una atomización de la sociedad. Pero esto no puede resolverse con medidas políticas. Lo que está envuelto aquí son cuestiones morales, virtudes que provienen de la religión y la tradición, por ejemplo”. Está queriendo decir que las medidas culturales tienden a anular tales “cuestiones morales” que provienen de la religión y la tradición, que por tanto buscarán ser sustituidas por una nueva religiosidad y una “tradición” surgida de ella. Además, reconoce que “Existe, en efecto, el problema del "último hombre", que ya mencioné, así como hay aspectos de la democracia liberal que de ningún modo resultan satisfactorios para todos. Estas son las semillas, ciertamente, de futuras inestabilidades e insatisfacciones respecto de la democracia liberal, y ello implica, a la vez, que la historia puede de alguna manera volver a comenzar”.
También afirma este autor que “hay fuertes movimientos nacionalistas en Europa del este y al interior de la ex Unión Soviética; sin embargo, la mayor parte de esos nacionalismos no representan insatisfacción con el fin de la historia, pues tienen lugar en sociedades que no han llegado aún al fin de la historia. Es más, existen buenas razones para asociar el nacionalismo, especialmente aquel de tipo virulento y agresivo, con las primeras etapas del proceso de industrialización… Y ello ha ocurrido, en efecto, con especial vigor en los lugares menos desarrollados del mundo comunista: en Asia Central, en la Transcaucasia, en la parte sur de Europa del este, y en forma mucho más leve en los países más avanzados como Polonia, Hungría, e incluso Rusia y Ucrania. … puede que la población de un país que ha alcanzado ya una etapa de estabilidad y de paz no se encuentre satisfecha ni con la política democrática ni con dedicarse a ganar más y más dinero, y de ahí que desee intervenir en un gran proyecto. … Y en Europa ha tenido lugar, en general, un aburguesamiento de la sociedad. … además del nacionalismo político, creo que existe también lo que podríamos llamar un "nacionalismo filosófico".” (1) En resumen, para Fukuyama el nacionalismo es un obstáculo a la globalización, y es asociado a un primitivismo fundado en un “nacionalismo filosófico”, hecho en el cual no profundiza porque todo lo observa desde una óptica economicista de contenido liberal democrático en lo político y de imposición marxista inmanentista en lo cultural.

CONTRADICCIONES MARXISTAS
Todos los sistemas derivados del marxismo en sus diversas vertientes socialistas, comunistas, soviéticas, maoístas, trotzkystas, gramscianas, etc, han sido responsables de la esclavitud de millones y millones de personas desde su aplicación política en el Siglo XX, con todas sus derivaciones. Efectivamente, los derechos del trabajador para recibir una remuneración acorde a su labor fueron violados: bajo estos sistemas, imperativamente, el trabajador carecía de derechos laborales, aunque se le garantiza un mínimo de base para su supervivencia provisto por el Estado. Lo mismo sucede a su vez en el liberalismo, que para maximizar ganancias no trepida en eliminar los derechos del trabajador. Ambos sistemas explotan al ser humano de diverso modo, provocando en ambos casos la injusticia social.
Los regímenes liberales violaron y violan el derecho a la propiedad, el derecho a una justa remuneración que en muchos casos resulta infravalorada, el derecho a un justo precio por los productos, y los derechos sociales del trabajador puesto que además se pulveriza el derecho de asociación gremial atomizando los reclamos para que carezcan de efecto. Y este es el sistema que pareció triunfar tras el derrumbe soviético.
Los regímenes marxistas, violaron y violan el derecho a la libre iniciativa del trabajador, el derecho a la propiedad, el derecho a una justa remuneración y la libertad humana. Esto se desmoronó juntamente con las versiones tercermundistas de semejantes regímenes intrínsecamente perversos. Así, se tildó a toda reivindicación de derechos sociales de los trabajadores como una derivación marxista, incluyendo medidas proteccionistas, el dirigismo, la actividad del sector público y la burocracia, junto con el denominado “distribucionismo”.
En Argentina, esta corriente se vio favorecida durante el gobierno de Carlos Saúl Menem que diera inicio en el año 1989, manteniendo vigencia durante los subsiguientes gobiernos, hasta el colapso económico del año 2001 que derribó el gobierno de Fernando de la Rúa. Posteriormente, se instauró desde el 2003 el régimen “kirchnerista”, iniciado por Néstor Carlos Kirchner y continuado por su viuda Cristina Fernández Wilhelm, el cual goza de un falso nacionalismo de propaganda basada en mentiras históricas y un falso patriotismo que a la vez negocia con intereses contrarios a la Nación, llevando al país a su absoluta indefensión a la vez que se toleran y alientan falsas nacionalidades como identidades originarias que buscan independizarse para conformar un Estado aliado a los intereses imperialistas del Reino Unido. Responde a los dictados de Fukuyama en cuanto a “resurgimiento de un nacionalismo”, pero subordinado a los poderes económicos imperialistas, al Poder Internacional del Dinero, que por tanto no es un auténtico nacionalismo. Lo mismo sucede con el régimen "chavista" venezolano, que diera inicio en 1999 con la asunción de Hugo Chávez Frías como Presidente, teniendo por continuador a Nicolás Maduro en el cargo.

INSEGURIDAD NACIONAL
Junto con la condena al socialismo, al comunismo y al régimen soviético caído, de la mano del Papa Juan Pablo II se realizó la condena de los modelos llamados de “seguridad nacional”. Así como en el Documento de Puebla de 1978, Juan Pablo II afirmó que esos modelos “tratan de controlar capilarmente toda la sociedad para imposibilitar la infiltración marxista. Se proponen preservar del comunismo a sus pueblos exaltando e incrementando el poder del Estado, pero con esto corren el grave riesgo de destruir la libertad y los valores de las personas, en nombre de los cuales hay que oponerse al comunismo”.
Si la Seguridad Nacional fue condenada, sólo queda la inseguridad nacional a la que fueron sometidas las naciones en las cuales el comunismo buscó implantarse por vías violentas o pacíficas. Las defensas fueron vulneradas, y en lugar de la condena de los excesos de los regímenes, fueron condenados los regímenes que combatían al comunismo, avalados por los Estados Unidos incluso en sus excesos reprobables, país al cual se sometieron además, como parte de una condena que no se produjo.
La Iglesia Católica se opuso en plena vigencia de regímenes de facto en Latinoamérica no sólo a los excesos, como decimos, sino a los mismos regímenes en lo que pudieran tener de buenos y positivos, a la vez que no condenó la subordinación a los intereses imperialistas estadounidenses de esos mismos regímenes. Puede asimilarse esta situación al pedido del Papa Benedicto XV hecho a los Cristeros pidiéndoles que se desarmaran ante el régimen comunista que los perseguía, situación que acabó en el genocidio y martirio de los Cristeros. Casos como los de Jordán Bruno Genta o de Carlos Sacheri han sido paradigmáticos en cuanto al accionar del violento marxismo terrorista en la Argentina. La Teología de la Liberación ayer condenada, hoy es reivindicada por el Papa Francisco... 

ÚNICA POTENCIA MILITAR
Después de la caída de la Unión Soviética, no ha quedado nación alguna invulnerable al poderío militar estadounidense. No ha quedado Nación alguna que pueda hacerle frente, ya que ni siquiera la Europa Unida goza del modo expeditivo de Estados Unidos para juntar recursos económicos, declarar una guerra y emprender acciones militares de inmediato, en virtud de la multiplicidad de naciones, de posturas entre las mismas y disparidad de criterios que restan toda celeridad a una decisión que debe ser veloz.
La capacidad militar de Estados Unidos ha quedado con un liderazgo indiscutible tras la “Guerra de las Galaxias”, pero el Imperio triunfante son ellos mismos a la vez. Estados Unidos tiene capacidad además en los ámbitos diplomáticos, económicos y políticos para participar e intervenir o incluso generar cualquier conflicto en cualquier parte del planeta. Lo muestran la guerra de Irak con la llamada “Operación Tormenta del Desierto” que duró entre el 2 de agosto de 1990 y el 28 de febrero de 1991, la guerra de Afganistán que abarcó la invasión y ocupación de ese Estado con la “Operación Libertad Duradera” del 7 de octubre de 2001, o la invasión de Irak del año 2003, más allá de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos contra las Torres Gemelas y el Misil que impactó en el Pentágono que muchos atribuyen a un atentado “de falsa bandera” como excusa justificativa del accionar estadounidense, impulsando además una política de “guerra preventiva”, es decir, sin acciones previas que justifiquen un ataque. Efectivamente: la capacidad diplomática, política y económica de Estados Unidos está basada en sus armas, en su fuerza.
Hubo además una “revolución tecnológica” que no ha estado al servicio de la virtud, sino del pragmatismo utilitarista. La tecnología fomentó la globalización y sus repercusiones culturales y comerciales, con la aparición de Internet, la difusión de nuevos modos de comunicación llegando a los celulares de última tecnología que más parecen propios de instrumentos usados por agentes secretos de la década de 1960 que herramientas habituales de uso cotidiano, incluyendo la proyección en 3D al alcance hogareño… claro que tal tecnología de punta abarca el espionaje y control de todas las personas que acceden a ellas, tanto a escala nacional como en mayor medida a escala internacional con la Red Echelon que muy pocas personas conocen. La Red Echelón comenzó a operar con su total capacidad en 1977 sobre los desarrollos tecnológicos satelitales, y es llamada “La Gran Oreja”, que acompaña al “Gran Hermano”.

REGIONALIZACIÓN IMPERIALISTA
Previo a un control unificado y absoluto del mundo, la globalización aparece con su aspecto “democrático” y “pluralista”, aunque también con una incipiente censura que tiene por norma el “pensamiento único” que se busca imponer internacionalmente. La simplificación de parámetros comunes entre las Naciones y de las diferencias de un grupo de Naciones con otro, lleva a la regionalización, facilitadora de tratamiento uniforme a realidades parecidas.
Bajo el Imperialismo de Estados Unidos, monopólico en el mundo, coexiste una aparente multipolaridad protagonizada por diversos bloques: Europa unificada, África, Medio Oriente con sus conflictos ancestrales, el Extremo Oriente, el Common Wealth, los países e islas independientes de Oceanía, los países islámicos, los países hispanoparlantes, etc. La progresiva regionalización con imposición de autoridades supranacionales que ejercerán un poder parcial a la espera del surgimiento de un poder omnímodo planetario al cual se subordinarán, son pasos planeados por los amos del mundo, conforme ellos mismos lo anuncian en escritos, publicaciones, notas periodísticas, así como en novelas, películas, por todos los medios de comunicación que ellos mismos controlan.
El aparente fracaso de la Iniciativa de las Américas y del Tratado de Libre Comercio que abarcara desde Alaska hasta Tierra del Fuego y la Antártida, es posible que no sea tal. El surgimiento del BRIC al cual se pretende sumar a la Argentina, que está en 2015 recibiendo aportes de la India, no es más que una estrategia que muestra como enemigos a quienes son en el fondo socios: Estados Unidos con Rusia y China. En efecto, tal sociedad puede percibirse a través de la desintegración del Banco de Boston, el cual hacía alarde de haber sobrevivido a todas las crisis económicas del Siglo XX, incluyendo la crisis de 1929: se dividió en dos partes, la primera en manos del Banco Itaú, arrastrando en ello a Uruguay y Brasil, y la segunda en manos del Banco de China, posición en la cual fue ubicada la Argentina. El Banco de Boston mostró así cómo opera la entidad crediticia estadounidense que busca superar la próxima crisis que se avecina, además de una estrategia regional de reabsorción y fusión con otros Bancos. El BRIC y el MERCOSUR, entre otros organismos regionales, acabarán en el mediano o largo plazo en la concreción del Tratado de Libre Comercio por el cual Estados Unidos ha bregado, pero ampliándose de América a Rusia, China e India, jaqueando a la Europa unificada que está a punto de caer en manos de los islámicos, y a Japón que aún se mantiene intacto y cerrado en muchos aspectos, principalmente el cultural. Los tratados regionales que están en vigor y que no declaran su fracaso, lo hacen porque tienen aval directo o indirecto de Estados Unidos.

FUGA EN EL SIGLO XXI
El diagnóstico de Fukuyama fue realizado en 1992, incluyendo la "atomización social" representada en las ciudades del filme y de la serie futurista "Fuga en el Siglo XXIII". En el marco descripto, la actualidad ha ido concretando las proyecciones de la Escuela de Frankfurt y sus derivaciones efectuadas a lo largo de la mayor parte del Siglo XX. Hoy se promueve la fecundación de laboratorio por sobre la reproducción natural, se promueve el aborto, la eutanasia, el hedonismo en todos sus aspectos como sentido de la vida, la despenalización de la pedofilia y del bestialismo, y la prostitución de todo tipo, de hombres y mujeres, es vista como una “opción personal”, todo ello desde los medios de comunicación que buscan taladrar el sentido común de las personas. Y lo que antes parecía impensable, imposible, objeto de meras bromas y cuentos de un futuro que jamás podría concretarse, hoy es una triste realidad. Sólo falta el implante del chip a cada persona, su universalización como “avance tecnológico” en el cual inicialmente ingresarán los adinerados “por novedad” y “por moda”, y al que luego se popularizará para ser insertado a toda la población mundial para su control… Un mundo donde “el Santuario” será un refugio material, y en que la Cruz de Jesucristo será sustituida por un “Ankh” egipcio pagano… Bebés que no pertenecen a sus padres, frutos de acciones de laboratorio en una incubadora (sin que ello menoscabe su dignidad como personas una vez concebidos, siendo de ello responsables los padres y el Estado que lo promueve), manteniendo un “equilibrio” matemático y de automatismo en vistas de una sociedad “científica”… seres humanos nacidos con desconocimiento de la identidad biológica propia y de sus padres, cuya muerte es programada por su edad.
¿Quién osará salir del esquema de “pensamiento único”? ¿Quién reflexionará acerca del destino del alma humana después de la muerte? ¿Quién será capaz de pensar acerca del origen del Universo? ¿Quién creerá en la Revelación de Nuestro Señor Jesucristo, y dónde estarán los Sacerdotes? ¿Quién osará quitar a sus hijos de un “criadero comunitario de degenerados”, mal llamados “guarderías”, “jardines de infantes” y “escuelas”? ¿Quién osará cuestionar el contenido de las vacunas y quién denunciará sus efectos nocivos a una sociedad muda, sorda y ciega? ¿Dónde quedarán los héroes en la sociedad que pretendió anunciar Fukuyama, cuando el conformismo sobre la miseria en que se vive acaba siendo reivindicado como forma de vida? ¿O acaso en la Argentina de hoy no se reivindica y alaba la miseria de las villas y su incultura como “forma de vida” y “cultura” de la cual deben sentirse orgullosos quienes obligadamente viven en ella? ¿Quién osará emprender el camino de la Contrarevolución en soledad, sin que haya un solo ser humano que quiera acompañarlo? ¿Quién se animará a quedar aislado con su familia en medio de toda una sociedad que los despreciará, así como fue despreciado Noé por su generación y Abrahám por los habitantes de Sodoma y Gomorra? ¿Quién podrá resistir semejantes embates?
En la introducción del filme cuyo título en castellano es “La Fuga en el Siglo XXIII” (basada en el libro “La Fuga de Logan”), se afirma que: “En algún tiempo del Siglo XXIII… los sobrevivientes de la guerra, la superpoblación y la contaminación están viviendo en una gran ciudad abovedada, clausurada, lejos del olvidado mundo exterior. Aquí, en un mundo avanzado ecológicamente, la humanidad vive sólo para el placer, liberada por los servicios mecánicos que todo lo proveen. Sólo hay un inconveniente: La vida debe terminar a los treinta a menos que se renazca en el satánico ritual de fuego del carrusel.” Sí, en esa sociedad el hedonismo es el sentido de la vida, la reproducción es artificial clonada y no natural, los niños son educados en los “jardines de infancia”, preparados para aceptar la vida que esa sociedad les ha preparado: sin Dios, sin esfuerzos, sin cuestionamientos, sin compromisos, sin matrimonio ni amor, sin fidelidades, sin moral, sin gloria y sin sentido, aguardando la muerte por eutanasia a los 30 años. Pero fuera de esa “ciudad”, existe otro mundo, existen otras ciudades, cada una con sus propias reglas y normas, cada una con su propio modo de vivir, pero esas ciudades no se encuentran comunicadas entre sí. Eso que fue incluido en una película de ciencia ficción del año 1976, hoy parece que se ha impuesto como una realidad a la que casi nadie tiene el menor deseo de hacer frente. Casi nadie… porque el “casi” puede ser el instrumento de Dios para que por su Providencia se extiendan los tiempos apocalípticos preanunciados. Estamos en el Siglo XXI, es hora de bajarse de este tren que descarrilará, y buscar nuestro propio destino. Mañana puede ser tarde, y el futuro inexistente si la Providencia así lo señalara. Frente a las utopías y planificaciones humanas del Poder Internacional del Dinero, pueden alzarse situaciones inesperadas, debidas a la Providencia, que no sean ilusiones para la perdición de las almas como aquellas, sino realidades para su salvación...
La verdadera "fuga" del "sistema", está en volver a la Fe de nuestros abuelos, a los principios que insuflaron la espiritualidad nacional en la Batalla de Malvinas, en fortalecer nuestra identidad nacional, a pesar de todos los obstáculos que se opongan: Nuestra, Fe, nuestra Esperanza y nuestra Caridad, están en el Nombre del Señor... y en Él está nuestro triunfo.



NOTAS:
1) “El Futuro después del Fin de la Historia”, Mesa Redonda en que Francis Fukuyama ofreció en el Centro de Estudios Públicos de Chile, el 13 de noviembre de 1992.



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