Por Silvio H. Cóppola
Hoy, 15 de junio, feriado nacional. Y un cándido, puede preguntarse ¿qué se conmemora? En realidad, claro está, nada. La conmemoración, tendría que ser el 20 de Junio, recordando el fallecimiento del general Manuel Belgrano, pero priman más supuestas razones comerciales, que recordar los faustos de la patria, de los cuales el 20 de Junio, es uno de los más importantes.
Pero esto de cambiar las fechas, es un hito más en el trabajo de desnacionalizar el sentimiento de los argentinos. Con la enseñanza que se lleva ahora, ni los propios profesores van a saber dentro de poco, qué es lo que sucedió el 25 de Mayo o les van a dar para digerir, una historia falsificada. Nicolás Avellaneda afirmó más o menos así, en uno de sus célebres discursos: “Un pueblo que no respeta sus tradiciones ni recuerda los hechos gloriosos de su pasado, está pronto a desaparecer”.
Desde luego, no le faltaba razón. A nosotros los argentinos, no sólo nos han desvalijado concienzudamente de nuestras riquezas y territorios, sino que también nos han dado y nos siguen dando históricamente, gato por liebre, para que lleguemos a perder nuestra propia razón de ser y para que desistamos de buscar un destino de prosperidad y grandeza. Y el principal enemigo, no está precisamente afuera.
Siguiendo con Nicolás Avellaneda y buscando el motivo principal de esta nota, en uno de sus mensajes presidenciales al Congreso Nacional de fines de la década de 1870, afirmó que para pagar sus compromisos externos (la maldita deuda), si era necesario, la República Argentina ahorraría “con el hambre y la sed” de los argentinos.
Una de las zonceras señaladas por Arturo Jauretche. Pero el caso es que desde 1824, nuestro país, de una u otra manera, estuvo pendiente de pagos y pagos por préstamos usurarios. Los que eran contraídos alegremente, porque total iban a ser pagados por otros gobiernos. . . .o por otras generaciones, como sucede actualmente y tenían el plus no desmentido de las comisiones.
Si bien hoy en día, el tema de la deuda externa (la totalidad de la deuda pública) ni se menciona por parte del gobierno o si este lo hace, afirma que está disminuyendo, la realidad es todo lo contrario. Ella aumenta paulatinamente (10.000 MD por año) y no sólo eso, sino que continuamente y a todo nivel de la administración del estado, se buscan y se imploran nuevos préstamos. Total se va tirando todo para adelante y los que los contraen no van a ser precisamente los que van a estar obligados a su pago.
Por eso viene al caso transcribir palabras del general Perón en febrero de 1952, en la reunión en Buenos Aires, de la Tercera Conferencia de Gobernadores de las provincias argentinas (citado por Rogelio García Lupo, en “Últimas noticias de Perón y su tiempo”, Ediciones B. Argentina, Bs.Aires, 1ª.ed., 2006, pág.278): “Yo podría hacer un empréstito en una parte o en otra. En este momento bastaría que yo dijera que sí a algunos, para obtenerlo. Pero yo tendría que bajar la cabeza, como Presidente de los argentinos, lo que significaría que toda la Argentina baje la cabeza. No, señores, nosotros no vamos a hacer empréstitos. Si es necesario vamos a comer menos, vamos a gastar menos en ropas, menos en cosas superfluas, tendremos menos automóviles. Todo lo que quieran, pero empréstitos no; empréstitos no vamos a realizar. Vamos a conquistar la riqueza con nuestro trabajo y, si es menester, con nuestro sacrificio, pero no recurriremos al usurero. Ese camino los conocen todos muy bien. ¡Pobre del que cae en manos del usurero! ¡Bueno! Pobre del país que cae en manos de los actuales usureros, porque esos le sacan no sólo el dinero, sino la independencia, la libertad y la dignidad”. Afirmaciones precisas, que no pueden menos de compartirse, salvo en las esferas gubernamentales.
Para terminar, repetiremos las palabras de Alejandro Olmos, repudiando la deuda ilegalmente contraída: “No vivir pagando, para morir debiendo”.
LA PLATA, junio 15 de 2009.
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