miércoles, 20 de enero de 2010

CONFUSION EN LA COLECTIVIDAD JUDIA RESPECTO DE PIO XII Y SU ACCION EN LA II GUERRA MUNDIAL


"El mito del Papa de Hitler" es el título de un libro escribo por un rabino.
¿Estuvo el papa Pío XII en secreta alianza con Adolf Hitler?
No, responde el rabino David G. Dalin. Pero sí que hubo un clérigo en alianza con Hilter, el gran muftí de Jerusalén Hajj Amin al-Husseini. Mientras el papa Pío XII trabajó para salvar a los judíos de los nazis, el gran muftí devino en estrecho aliado de Hitler y en promotor del Holocausto, con un legado que alimenta al islam radical de hoy.
En este impresionante y bien documentado libro, el rabino Dalin deshace el mito del Papa de Hitler y condena a los fabricantes de mitos, no sólo por reescribir la historia, sino también por rechazar el testimonio de los supervivientes del Holocausto, secuestrando el Holocausto para sus ocultos fines políticos e ignorando cómo fue realmente tratado el pueblo judío.
Numerosas son las pruebas que hablan del verdadero accionar prudente de Pío XII durante la II Guerra Mundial. No solamente reconocimientos personales de Golda Meir y de Alberto Einstein o la conversión al catolicismo del Gran rabino de Roma, Israel Zolli.
La difamación contra Pío XII comenzó con un libro que se convirtió en una obra de teatro que circuló en Europa a mediados de la década de 1960 a unos 20 años del fin de la II Guerra Mundial. El libro se titulaba "El Vicario", y en una ficción acusaba de modo infundado y malicioso al Papa Pío XII de ser cómplice de los nazis.
Además, la comunidad judía está solicitando la apertura de los archivos del Vaticano, lo cual ha sido realizado ya durante el Papado de Juan Pablo II, con una comisión en la cual intervinieron miembros de la colectividad judía que se convirtieron por tal labor al catolicismo. Lo dicho indica que carecen de suficiente información luego de tener a miembros de la propia colectividad judía trabajando en la tarea, aunque los mismos hoy pertencen a la colectividad por raza pero no por religión.
A Pío XII le han llovido agradecimientos de la colectividad judía, de sus familias y de personas individuales, por lo cual resulta inexplicable la actitud que hoy muchos manifiestan. Así hubiese salvado a un solo judío de la muerte, pero ha salvado mucho más de lo que cualquiera pudiera imaginar y a tantos que hasta serían incontables. La colectividad judía ha reconocido a Schindler, sobre todo gracias a la película de Spielberg, pero el Papa salvó muchísimas más vidas, y sólo recibe críticas y manifestaciones ingratas después de su muerte.
La DAIA ha difundido informaciones que se contradicen con la información que dicha institución ha difundido, como por ejemplo el día 30 de marzo de 2007, en una nota que a continuación reproducimos:


REVELAN ARCHIVO QUE REIVINDICAN A PÍO XII (LN – 30/03/07)

Según archivos secretos de la época nazi recientemente salidos a la luz en Alemania, Eugenio Pacelli, el pontífice denunciado por no haber ayudado a salvar a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial -acusación que muchos historiadores hoy rechazan-, era considerado por Hitler "un enemigo".
"Como todos nuestros informadores reportan en forma unánime, el Papa tiene una actitud de gran simpatía hacia el pueblo alemán, pero no hacia el régimen." "Pío XII ayuda a la Polonia invadida." "Pacelli esconde a los judíos en fuga." "El Pontífice espera un cambio de la situación en Alemania, a más tardar después de la muerte del Führer."
Frases así escribían los jerarcas nazis que enviaban información ultrasecreta desde las legaciones alemanas ante la Santa Sede e Italia, según reveló ayer el diario La Repubblica.
En estos documentos inéditos, que rehabilitan la controvertida figura de Pío XII, trasciende que en los vértices del poder de la Alemania nazi veían con gran preocupación la diplomacia vaticana contra el régimen de Hitler.
Inquietaba, por ejemplo, que Pacelli, primer nuncio vaticano en Alemania (país en el cual vivió varios años, de ahí, la acusación de germanófilo) tuviera un actitud en favor de la Polonia ocupada, según se desprende de misivas enviadas al entonces arzobispo de Cracovia, Adam Sapicka.

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