lunes, 15 de marzo de 2010

ENSEÑANZAS DE LA "CONSPIRACION DE LA POLVORA"

En la foto: Cuadro que representa a algunos de los católicos complotados.


Por Emilio Nazar Kasbo


En la última apertura de las Sesiones Ordinarias del Congreso en que Cristina Kirchner anunció la derogación del decreto del Fondo del Bicentenario y a la vez anunció la firma de dos decretos supletorios del mismo, ante una chiflatina generalizada de opositores recordó que en el año 2001 la gente ingresó al Parlamento a destruírlo, y que en semejante movilización nadie distinguía a oficialistas u opositores: "querían matarnos a todos, a todos", dijo la Presidente.
El hecho, tiene algún antecedente histórico, pero en Inglaterra.


EL PLAN
Se denominó "Conspiración de la pólvora" a un complot organizado entre 1604 y 1605) por un grupo de provinciales católicos ingleses (Robert Catesby, Guy Fawkes) para matar al rey Jacobo I, a su familia y a la mayor parte de la oligarquía inglesa, volando el Parlamento durante la Apertura de Estado (5 de noviembre de 1605).
Los conspiradores habían planeado secuestrar a los infantes reales, no presentes en el Parlamento, e incitar una rebelión en las Midlands.
Estas acciones, serían el marco para una asonada de los perseguidos católicos ingleses, quienes eran injustas víctimas de severas medidas penales. Además esperaben entronizar a un Rey en comunión con el Papa, tal vez el príncipe Carlos, formado en la Iglesia Católica.
Sin embargo, tras descubrir el complot, el gobierno ejecutó a la mayoría de los conspiradores, y endureció aun más las medidas contra los católicos.
Los católicos eran vícimas incluso de una prohibición de asistir a Misa dictada por Isabel I, obligándolos a concurrir a los oficios de la Iglesia anglicana. Isabel había sido excomulgada por el Papa en el año 1570, y además ella mandó ejecutar en 1587 a la reina de Escocia, María I Estuardo. Cabe destacar que Jacobo I estaba casado con la reina Ana de Dinamarca, quien era católica, fue el sucesor de Isabel I, y a pesar de todo endureció la legislación anticatólica.
En una reunión secreta, realizada el 26 de marzo de 1604, Robert Catesby, Thomas Winter y John Wright se propusieron acabar con la represión anglicana. Guy Fawkes, se sumó luego a los conspiradores el cual tenía experiencia en las artes de la guerra, habiendo luchado en los Países Bajos en un regimiento de exiliados católicos ingleses bajo estandarte español. Su plan consistía en colocar cargas de pólvora en los sótanos del Parlamento para que estallaran durante la ceremonia de apertura de sesiones. Al año siguiente se unieron al proyecto cinco conspiradores más: Thomas Bates, John Grant, Robert Keyes, Robert Wintour y Christopher Wright, Sir Everard Digby, Ambrose Rookwood y Francis Tresham.

Los complotados alquilaron una dependencia en los sótanos del Parlamento, donde almacenaron 36 barriles de pólvora, aguardando a que el rey abriese oficialmente las puertas del Parlamento a principios de octubre de 1605 para producir una gran explosión que acabara con el edificio y con quienes estuviesen en el lugar. A causa de una epidemia de peste la ceremonia fue aplazada hasta el 5 de noviembre.


EL FRACASO
William Parker, barón de Monteagle, era un noble católico y a su vez cuñado de Tresham, recibió una misiva anónima advirtiéndolo del peligro que corría en caso de asistir a la ceremonia del Rey. Hubo un equipo de espías e infiltrados para realizar un contra-complot que descabezaría al catolicismo, en un movimiento desarrollado por Robert Cecil, conde de Salisbury.
Salisbury ordenó que el edificio del Parlamento fuera registrado por el jefe de seguridad, el día 4 de noviembre, mientras Fawkes culminaba los preparativos de la explosión.
Los conspiradores fueron capturados, algunos fueron ejecutados en el acto y otros fueron sometidos a juicio, incluyendo a Fawkes en este último grupo. Tras el juicio fueron ejecutados con una saña particular: "colgándoles del cuello sin dejarles morir, seccionándoles los genitales, echándolos al fuego ante sus propios ojos y, hallándose aun vivos, destripándoles y arrancándoles el corazón antes de decapitarles y despedazarles. Luego se expondrían ante el público las cabezas clavadas en picas y serían arrojados los restantes trozos a los pájaros para su alimento". Los asistentes a las ejecuciones pagaron entrada para verlas, como si fuese un espectáculo más.
Tras el fallido golpe, a los católicos se les prohibió servir como oficiales del ejército o de la armada, fueron discriminados socialmente y se les privó del derecho al voto.


LA EXPERIENCIA
La resistencia a la opresión debe ejercerse de modo que sea factible y haya razonables posibilidades de victoria. Un fracaso puede empeorar la condición que de por sí es persecutoria en los regímenes no católicos (que hoy se encuentran en todos los Estados, ya que los Estados católicos militantes han desaparecido).
Por otra parte, más que un plan de desplazamiento de un Gobierno debe existir una propuesta sustitutiva del régimen, sin la cual resultaría imposible salir de una situación anárquica, demagógica, oligárquica o tiránica.
¿El espionaje era más efectivo en el Siglo XVII que en la actualidad? Es muy probable, ya que la gran difusión de medios de comunicación atenta contra la jerarquización de la información y su clasificación.
¿Es posible un complot contra una Asamblea Legislativa? Efectivamente es posible.
¿En la Argentina qué podría ocurrir? la desesperación popular, tras años de indigencia y con una mediana inflación que se erige a corto plazo, preanunciando una próxima hiperinflación a mediano plazo... indudablemente se convierten en el económico caldo de cultivo de explosiones sociales como la de saqueos durante el Gobierno de Raúl Alfonsín, quien debió abandonar su cargo 6 meses antes del fin de su mandato, o como en las manifestaciones callejeras durante el gobierno de Fernando de la Rúa. Efectivamente, se podrían repetir tales sucesos, a los que se agregarían muchos otros motivos de índole espiritual, política, filosófica y cultural.
El análisis no es simple, es altamente complejo. La situación debería hacer recapacitar a los gobernantes del modo de vida del pueblo, pero así como el Rey Luis no vio lo que sucedía con los preámbulos de la Revolución Francesa y permitió que todo avanzara hasta su gran estallido... otros gobiernos podrían emprender en la Argentina la misma solución que éstos, y el mismo resultado. Son los errores de no saber escuchar.

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