Con motivo de celebrarse, este fin de semana la Festividad del Cuerpo y la Sangre de Cristo con procesiones en todo el país, Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata, dedicó su columna televisiva semanal en el programa “Claves para un Mundo Mejor” (América TV), a esta celebración recordando que “es todo lo contrario de una marcha temerosa, de una marcha de ánimo encogido; es y tiene que ser una manifestación exterior de alegría”.
Dijo, a los televidentes, que es una ocasión para pedir “a Cristo que al pasar por nuestras ciudades las bendiga y que Él suscite en los corazones, especialmente en aquellos más endurecidos, en aquellos más indiferentes, el deseo de dirigir el corazón a Dios, porque efectivamente, aunque muchos no se den cuenta, el mundo de hoy tiene necesidad de Dios”
Tras preguntarse “¿qué significa este hecho de que nosotros paseemos el Corpus por nuestras ciudades, como dice un bello canto que se entonó por primera vez en el Congreso Eucarístico Internacional de 1934?”, recordó que “que ese “paseo” del Señor por la ciudad, el paseo de Cristo presente en el Santísimo Sacramento, es una manifestación de su soberanía, de su autoridad. Él es el Señor del mundo y nosotros que lo acompañamos lo hacemos reconociéndolo como el triunfador del pecado y de la muerte, como el Resucitado, el Viviente. Cristo no es un recuerdo del pasado sino es alguien que está vivo y presente en su Iglesia y que obra en el mundo”.
Adjuntamos el texto completo de la alocución televisiva de Mons. Héctor Aguer:
“Mañana, domingo, se celebra la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo y, en muchos lugares, esta tarde, se realiza la tradicional Procesión de Corpus Christi”.
“Reflexionemos un momento sobre el significado de esta manifestación de fe que es la tradicional Procesión de Corpus Christi. Cuando digo tradicional me estoy refiriendo a siglos de vigencia, porque esto nació en el Siglo XIII, en los países germánicos. Luego, también para nosotros es tradicional, ya que aquí, desde el período hispánico, se ha observado esta celebración y se mantiene aún hoy día”.
“¿Qué significa este hecho de que nosotros paseemos el Corpus por nuestras ciudades, como dice un bello canto que se entonó por primera vez en el Congreso Eucarístico Internacional de 1934?”.
“Ante todo hay que decir que ese “paseo” del Señor por la ciudad, el paseo de Cristo presente en el Santísimo Sacramento, es una manifestación de su soberanía, de su autoridad. Él es el Señor del mundo y nosotros que lo acompañamos lo hacemos reconociéndolo como el triunfador del pecado y de la muerte, como el Resucitado, el Viviente. Cristo no es un recuerdo del pasado sino es alguien que está vivo y presente en su Iglesia y que obra en el mundo”.
“Pensemos qué significa esto en el mundo de hoy, en nuestras ciudades fuertemente secularizadas, donde hay tanta indiferencia religiosa y donde sobreviven tantos dramas que afectan a muchísimas personas; tiene un significado providencial que Cristo pase a través de nuestras calles y que nosotros vayamos con Él. Nosotros profesando nuestra fe en Él, adhiriendo a Él con fe y manifestando la alegría de nuestra fe, porque esta es, en efecto, una procesión de alegría”.
“Es todo lo contrario de una marcha temerosa, de una marcha de ánimo encogido; es y tiene que ser una manifestación exterior de alegría”.
“Santo Tomás de Aquino, en uno de los himnos que compuso para la Festividad del Corpus Christi, que comenzó a extenderse en la Iglesia universal en su época, dice “atrévete cuanto puedas en alabar a Cristo”.
“Me parece que eso es lo que debiéramos intentar hacer en esta Procesión de Corpus. Atrevernos cuanto podemos con todo el entusiasmo de nuestra fe, con nuestra gratitud, con nuestro gozo y manifestando ante los demás que creemos efectivamente en que Cristo vive y que adhiriendo a Él nosotros podemos hacer algo para extender su Reino”.
“El que ha triunfado del pecado y de la muerte lo ha hecho por su amor. Y el mundo de hoy tiene necesidad del amor de Dios”.
“Estos son los sentimientos con los cuales nosotros tenemos que participar de la procesión. Por eso quiero invitarlos a ustedes a participar si en sus diócesis, en sus ciudades, el sábado a la tarde o sino mañana, domingo, de esta manifestación pública de nuestra fe”.
“Por cierto que esta época del año no es la más adecuada. Esta fiesta nació en el hemisferio norte y es una fiesta de primavera, cuando empieza ya allí el calorcito a hacerse sentir y da gusto salir al aire libre. En cambio, aquí, muchas veces tenemos que luchar con el frío o soportar lloviznas inoportunas. Pero lo que importa es la fe, vivida en su profundidad y en su manifestación exterior”.
“Y, entonces, pidámosle a Cristo que al pasar por nuestras ciudades las bendiga y que Él suscite en los corazones, especialmente en aquellos más endurecidos, en aquellos más indiferentes, el deseo de dirigir el corazón a Dios, porque efectivamente, aunque muchos no se den cuenta, el mundo de hoy tiene necesidad de Dios”
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