Por Jorge Carlos Brinsek (*)
Nada más emblemático para nuestra identidad nacional que el glorioso Regimiento de Granaderos a Caballo, creado por el Padre de la Patria , General José de San Martín. Las estrofas de la Marcha de San Lorenzo son asimiladas por los niños que van a los primeros grados de las escuelas, casi al mismo tiempo que aprenden a caminar.
No hay festejo patrio, o ceremonia alusiva, no hay escuela, en donde no se caractericen con los uniformes de época a esos valerosos hombres que nos dieron la libertad. Son los más pequeños, precisamente, los que arrancan nuestras sonrisas mientras lucen orgullosos las réplicas de esos uniformes, en cuya confección, trabajosamente han dedicado horas abuelas y mamás, con el mismo empeño y fervor con el que, en los albores de cada combate libertador, aquellas mujeres patriotas lo alistaban para los soldados que iban a la lucha.
Es que los Granaderos son de su pueblo. No son de un Gobierno ni mucho menos de un Ministerio. Son tan de la Patria como lo son las raíces mismas de nuestro suelo. Son la historia misma que cimienta nuestra condición de Nación. Su canción insignia, la Marcha de San Lorenzo, cada vez que es ejecutada por la fanfarria del histórico Regimiento produce, en grandes y chicos, una inigualable sensación de emoción que oprime el pecho e invita a acompañar sus acordes. Por lo demás su música es hermosa, una de las piezas marciales más bonitas del mundo.
De ahí que cuesta entender (aunque en realidad es perfectamente entendible) que, una vez más, se haya impedido a los Granaderos estar presentes en otra muestra emblemática de nuestra nación, como lo es la tradicional Exposición Rural de Palermo.
El Gobierno volvió a confundir los hombres con las instituciones. Privó a miles de personas de disfrutar el espectáculo único en la impronta de los Granaderos y renegó del esfuerzo sacrificado de miles de productores rurales –que no necesariamente integran la cúpula de la dirigencia con la que está enfrentado- quienes con sus manos acrecientan día a día las riquezas estructurales de nuestro país y que permiten a un Estado voraz, inmisericorde y mezquino, sustentar un hipócrita clientelismo con únicos fines electorales, despojados de toda entidad y proyección de futuro.
Los Granaderos perdurarán por sobre el Gobierno actual, como el que le siga, y así sucesivamente al igual que el campo, en la esencia misma del sacrificado hombre que trabaja la tierra y que nada tiene que ver del que hace política con ella.
Es indispensable remarcarlo: los Granaderos no son del Gobierno, como tampoco el campo lo es de aquellos dirigentes que están enfrentados con él. Si el matrimonio presidencial, a través de la Ministra de Defensa quiso castigar a esa dirigencia prohibiendo la presencia de los Granaderos en la Rural , le hizo un flaco favor a su declamada postura de poner a la Nación Argentina , a sus símbolos y a sus emblemas, por encima de las mezquindades personales que han caracterizado el cada vez más reprobable accionar de los gobiernos de turno.
(*) Director de Productora de Servicios Periodísticos SA
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los mensajes son moderados antes de su publicación. No se publican improperios. Escriba con respeto, aunque disienta, y será publicado y respondido su comentario. Modérese Usted mismo, y su aporte será publicado.