sábado, 7 de agosto de 2010

LA REFORMA CORPORATIVA DEL ESTADO

a Industrializacion

Por Emilio Nazar Kasbo

Dos modelos se han apoderado hoy del mundo, dos sistemas económicos que responden a un mismo interés: el liberalismo y el colectivismo.

DOS MODELOS ERRADOS

El liberalismo fomenta una civilización atea y burguesa, utilizando como herramienta una democracia que iguala a los desiguales en la falsa ilusión representativa de un pueblo que en realidad es ausente y víctima de las resoluciones de los funcionarios, en tanto que los ricos y poderosos se aprovechan del mismo. El liberalismo además implica una errada filosofía.

El colectivismo también fomenta una civilización atea, pero en base a un pueblo sumido en la miseria, utilizando como herramienta un sistema organizativo que se impone por la fuerza bruta e irracional, reprimiendo al pueblo, en tanto que los ricos y poderosos son en este caso los funcionarios que se benefician del sistema, viviendo como ricos burgueses. El colectivismo además implica una errada ideología.

Son dos sistemas diversos: el capitalismo liberal y el capitalismo colectivista coinciden en su espíritu inmanentista y materialista.

Pero la reforma corporativa del Estado implica organizar el Estado según la propia identidad de cada Nación, y en esta tareas son las mismas Corporaciones las que tienen una función preponderante.

DATOS HISTÓRICOS

Las Corporaciones existieron en la Edad Media, y fue una institución cristiana de organización económica de los trabajadores que contaba con un Santo Patrono protector y con una impresionante acción social de cobertura a las necesidades y vicisitudes (como accidentes de trabajo, fallecimiento, pensiones, recreo, asistencia a las viudas, etc). Además, las Corporaciones reglaban el modo de trabajar, estableciendo el justo precio y el justo salario.

Fue la Ley Le Chapelier la que prohibió reunirse a los miembros de una misma profesión y nombrarse autoridades, o establecer reglamentos sobre sus derechos comunes. Así, fueron disueltos los gremios medievales, y desde entonces la vida económica se redujo a una lucha individual de intereses.

En la Edad Media existía una economía artesanal, pero el maquinismo y las revoluciones industriales y tecnológicas han alterado y subvertido las bases tradicionales de organización y distribución de la riqueza, prescindiendo del Bien Común, ordenando la producción no a una mayor Gloria de Dios, ni siquiera al consumo, sino al propio lucro del inversor. El éxito por tanto será medido por la mayor ganancia, y no por el mayor bien social producido.

La implementación de regímenes socialistas no implicaron una adecuada organización de los trabajadores, sino más bien la imposición de un régimen que desvinculó la dirección política de mundo del trabajo, con la promesa de que en un futuro (mesiánico) todos los trabajadores tendrían satisfechas sus necesidades materiales, mientras se cometían genocidios contra los opositores, en especial contra los cristianos.

Para el socialismo, las reivindicaciones de los trabajadores son una mera excusa para alcanzar el poder y desde allí servirse personalmente del mismo. Todos los regímenes colectivistas gozan de semejante característica. El colectivismo ha fracasado, y en la actualidad se convirtió en un régimen “anticultural” y subversivo de los principios de vida humanos, que se monta sobre el liberalismo y la democracia como sistema económico-político.

REGÍMENES CORPORATIVOS CONTEMPORÁNEOS

El Sindicalismo fue implementado de diversos modos, prosperando en lugares donde existió un régimen democrático-liberal en virtud de la libre asociación (que es prohibida en los regímenes colectivistas).

En realidad, no se ha implementado al presente un régimen corporativo que permita un salto de lo económico a lo político, como una organización de los trabajadores que se constituye en base del sistema político en base a la selección de los más idóneos.

La implementación de sindicatos muchas veces fue para realizar reivindicaciones laborales puntuales, mejoras salariales o de condiciones de trabajo, dando beneficios a sus afiliados. Sin embargo, un régimen corporativo entendido como sistema integral es algo no implementado al presente, ni siquiera por los denominados regímenes fascistas, cuyo paradigma y arquetipo es el fascismo italiano.

FRACASO

El individualismo produce una gran desilusión, y el estatismo colectivista no es más que un gran fracaso. Esta constatación debiera impulsar a los hombres en la búsqueda de la instauración de un régimen corporativo.

La organización sindical resulta insuficiente para calificar a un régimen de corporativo, pero los gremios son una estructura sobre la cual se constituye dicho régimen.

La corporación en su aspecto económico aparece suscitada por una actividad del Estado que busca resolver mediante ella los problemas de la producción y el consumo. Pero si no es impulsada desde el Estado, es la libre iniciativa de los agremiados la que debe actuar en ese mismo sentido, defendiendo así de modo unánime sus intereses y armonizándolos con los del resto de los gremios en procura del Bien Común.

LA UNIÓN DE FRIBURGO

La Unión de Friburgo fue creada para definir y preparar un “orden social cristiano”, y en sus trabajos expresó que los cuerpos profesionales son, no solamente cuerpos sociales, sino también “colegios electorales naturales e históricos, verdaderos cuerpos políticos”.

“El régimen corporativo —afirmaba La Tour du Pin— proporciona los mejores elementos de competencia y de estabilidad al régimen representativo en el orden político”.

En la cima de su estructura, La Tour du Pin coloca al ESTADO, es decir, el conjunto de los poderes y fuerzas de una nación organizada con miras al bien común, al que llama interés nacional. Estos poderes son los del Príncipe en sus dictámenes, limitados éstos por las leyes fundamentales consentidas por el Pueblo en sus Estados”.

“se trataba de edificar un sistema de representación de los derechos y de los intereses profesionales frente al sufragio universal y al régimen parlamentario, los cuales, manejados por la burguesía, aseguran de hecho el predominio capitalista”.

No es posible transformar la condición social sin reemplazar, previamente, el Estado liberal por un Estado orgánico, es decir, Corporativista. Para hacerlo no se puede tampoco emplear el sistema liberal-democrático-burgués, ya que el mismo es incompatible con el Corporativismo.

RERUM NOVARUM

León XIII en la Encíclica Rerum Novarum (1891) el Papa sobre el sistema corporativo, dijo: “Este siglo ha destruido, sin sustituirlas por nada, las antiguas corporaciones que eran una protección para los obreros; todo principio y todo sentimiento religioso han desaparecido de las leyes y de las instituciones públicas, y así, poco a poco, aislados los trabajadores y sin defensa, se han visto entregados con el tiempo, a la merced de amos inhumanos y a la codicia de una competencia desenfrenada. El primer lugar pertenece a las corporaciones obreras que abarcan en sí casi todas las obras. Nuestros antepasados experimentaron durante largo tiempo la influencia bienhechora de las corporaciones”.

La Unión de Friburgo definió el corporativismo como el régimen de organización social que tiene por base la agrupación de hombres según la comunidad de sus intereses naturales y de sus funciones sociales y por coronamiento necesario, la representación pública y distinta de estos diferentes organismos.

Gaetan Pirou afirmaba que el Régimen Corporativo implica que cada profesión, debidamente organizada, recibe atribuciones reglamentarias de orden social y aun de orden político.

INSTAURACIÓN DEL RÉGIMEN

El fracaso de los intentos de instauración de un Régimen Corporativo, se debe a los intentos de implementación dentro de una sociedad libera-democrática y utilizando sus mismas reglas, que contrarían al Bien Común y por tanto a la esencia misma del Régimen Corporativo.

La imposición del Régimen Corporativo en la sociedad se ha de desarrollar bajo las siguientes premisas:

1) constitución de gremios y corporaciones, en virtud del derecho de libre asociación;

2) constitución de autoridades directivas de todos los gremios, que se conviertan en autoridades políticas surgidas de los gremios;

3) inserción de la mayoría de la población en los gremios de tendencia Corporativista;

4) vaciamiento del régimen liberal-burgués por falta de adherentes, que es sustituido por el Régimen Corporativo.

Es menester destacar que no existe en los inicios del S. XXI el régimen colectivista que ha fracasado en sus intentos de perdurar en el tiempo. En el Occidente Poscristiano ha vencido el liberalismo democrático y la ideología marxista convertida en cultura anticatólica. El resto de los regímenes en el mundo serán víctimas de este mismo régimen que se irá imponiendo, según es previsible.

Dado que estos gremios no participarán de elecciones del sistema liberal-democrático, sino en la democracia real en que cada cual vota a conocidos sobre temas que también conocen, sus reglas serán otras. Indefectiblemente deberán trabajar en el marco de un sistema liberal-democrático, el cual establece el valor de la moneda y ciertas condiciones de trabajo.

Los gremios son la herramienta idónea para las reivindicaciones laborales y económicas, y constituidos en Cámaras empresarias, de trabajadores y profesionales. El régimen liberal-democrático puede causar estragos económicos, dañando el trabajo con sus ciclos propios que son artificiales, pero el Gremio aumentará su fuerza cuanto más difíciles sean las condiciones, porque en sus manos estará la representación real de los trabajadores y una alternativa política siempre abierta a asumir el Gobierno.

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