Por Silvio H. Coppola
El último 19 de junio se cumplió el 143 aniversario (1867), del fusilamiento de Maximiliano de Habsburgo, en Querétaro (México), por las fuerzas de Benito Juárez. Fracaso del intento francés de crear un estado dependiente en suelo americano.
Al dejar de cumplir con el pago de los empréstitos contraídos por su país, el presidente Benito Juárez se vio de pronto en una situación explosiva. El 31 de enero de 1861 por el llamado Pacto de Londres, Gran Bretaña, España y Francia se comprometieron a intervenir en México, para efectivizar esos cobros compulsivamente. Para 1864 sólo quedaban fuerzas francesas y por la intervención de Napoleón III se ofrece la “corona imperial mexicana”, al archiduque Maximiliano de Austria. Su triste final llegó en tres años y uno de los costos de la aventura, fue la vida del increíble emperador.
Al fin, las deudas fueron pagadas con otras deudas. Para los acreedores, era siempre mejor indudablemente, no guerrear –tema por demás azaroso y no exento de peligro- y tratar de cobrar sus acreencias, con la colaboración de tantos economistas aborígenes, que siempre estarán dispuestos a alertar por los peligros que depara el no pago y por los beneficios de pagar.
Actualmente en nuestro país, ya hemos estado en situaciones de no pago de la deuda externa.Lamentablemente, por la magnitud de esta y por su imposible pago –al margen de la legitimidad que pueda o no tener-, el caso probablemente puede volver a repetirse, pese a los esfuerzos diarios de nuestro gobierno para conseguir nuevos préstamos o renovación de los antiguos, a fin de no caer en un nuevo default.. Es decir, volver a entrar de lleno al tan elogiado mercado de capitales, donde no se da nada gratis ni mucho menos y donde cada país queda atrapado en una telaraña casi imposible de romper. Y no obstante ello el gobierno nacional a través de Ministerio de Economía, desesperadamente busca nuevas refinanciaciones, sin siquiera esperar un estudio cabal de la deuda por parte del Congreso Nacional, como lo estipula expresamente nuestra Constitución. Por eso debemos tener como primacía, antes de continuar generando más deuda, saber cuánto se debe, a quién se debe y cuánto se lleva pagado a los acreedores de todo tipo. Y lamentablemente esto, como todo lo político y económico en nuestro país depende en primer lugar del poder ejecutivo, que omite permanentemente su aquiescencia a cualquier investigación y mucho menos a suspender cualquier pago, hasta tanto las acrecencias sean demostradas acabadamente. O sea como en el ámbito del derecho comercial privado, lo exigen las leyes de convocatorias de acreedores y de quiebras. Sería un caso práctico de llevar una norma privada a la esfera del derecho público, con el agregado de una suspensión de intereses de cualquier tipo en caso de cesación de pagos y desde la misma fecha en que se efectuare.
Lamentablemente las provincias argentinas se encuentran en casos semejantes de limosneros internacionales y hoy mismo podríamos mencionar a la de Buenos Aires, cuando su ministro de economía busca en Inglaterra y en Estados Unidos, donde colocar nueva deuda para aguantar hasta fin de año. Nada menos que 700 millones de dólares y a un interés anual del 12% por siete años. Y si este es el ejemplo de Buenos Aires, la más rica de todas ¿qué podemos esperar de las demás? Como Chubut que se obligó recientemente por 150 MD y Córdoba por 400 MD. Siendo que están todas al borde de la insolvencia y dependiendo siempre del gobierno central para cualquier salvataje. El que se da o no por razones políticas, por lo que el gobierno de la pareja real, que maneja los fondos nacionales a su parecer y discreción, tiene una carta más que efectiva, para lograr adhesiones y lograr complicidades.
¿Qué podemos esperar al margen de todo y al fin de cuentas, de los acreedores y de sus representantes del mundo globalizado en caso de una nueva suspensión de pagos ? ¿Sencillamente nos ignorarán, nos aislarán, nos esperarán o llegarán a la agresión lisa y llana? Es bueno estar preparados para cualquier supuesto, porque la usura internacional no puede dejar que ninguna oveja salte el redil, aunque la nuestra por ahora, no parece querer hacerlo.
LA PLATA, setiembre 22 de 2010.
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