Por Roberto F. Bertossi [1]
Realmente así como nos produce pena y desconcierto la prolongación de este hecho nuevo de los colegios tomados (antes en la ciudad de Buenos Aires, ahora en la ciudad de Córdoba, mañana en zonas rurales?) sin capacidad oficial de previsión y respuesta, es mucho mayor nuestra perplejidad ante la pobreza e ignorancia sarmientina de todos en este debate.
Si bien algo se ha escrito y publicado sobre este grave problema, en general nadie abordó más allá de sus efectos desdeñando o desconociendo sus causas.
En efecto, pareciera que nadie sabe ni ha leído nada (o no le conviene?) hablar de Educación a partir de nuestra esplendida Ley Nº 1.420.
Es que casi todos alguna vez nos llenamos la boca hablando de esa ley pero, ¿cuantos la hemos leído, cuantos la han aplicado o se han inspirado en la misma?
Ya a partir de la misma se habían previsto visionariamente todos los recaudos, todos los remedios e incluso su generoso financiamiento (porque, ¡el interés es la medida de la acción!) al que, todos sumaban, por ejemplo: si se lee la carta orgánica fundacional de los bancos provinciales de hace mas de cien años Vg. la de Córdoba, se podrá verificar que en las mismas se destinaba no menos del 5% de sus ganancias para Educación.
Hoy, ante cada colegio tomado `y no tomado´, cómo no releer entonces nuestra sabia Ley 1420 la que en su artículo 36 inc. 5) previó dos Inspectores Maestros por cada Colegio con dos visitas anuales, mínimamente para asegurar el estado de los edificios, de su mobiliario, disponibilidad de material didáctico, etcétera.
Más aún en su artículo 38 se instrumentó un inapreciable Consejo Escolar por colegio conformado por cinco padres de alumnos, quienes debían ocuparse de observar en cada colegio su higiene, la disciplina, el estado y la conservación edilicia, etc.
Este debate tampoco debe ser cuantitativo, no debe consistir sólo en castigar con “faltas” (Vg.: eso será equitativo?; ¿corresponde en donde no se puede concurrir con seguridad personal?); tampoco debe ser sólo recuperar días de clases sino que se trata y se tratará de garantizar contenidos en humanos ambientes educativos aptos y propicios para la transmisión y aprehensión de conocimientos por parte de los alumnos; sin perjuicio de reivindicar abnegadas asistencias de alumnados a establecimientos educativos en pésimas condiciones los que no por eso fueron tomados.
Preconclusiva y lamentablemente, después de los logros de “la pedagogía piquetera”, sólo el `ruido social´ y la sonoridad de las protestas -algunos pocos de todo el alumnado precozmente usados y politizados- atropellando `todos los derechos de todos los demás´, sólo ellas, extravagantemente, tienen aseguradas respuestas satisfactorias para cualquier reclamo desnudando simultánea y concomitantemente la incapacidad político-administrativa.
Dice Sábato: “¡¡¡todos quienes se ponen en el bolsillo el dinero de las licitaciones (para nuestros colegios) no pueden ser saludados!!!”
Al menos habrá aquiescencia con esto para no dar razón a la afirmación del genial Bernard Shaw: “interrumpí mi educación a los cinco años para ingresar al colegio”.
[1] Docente e investigador universitario
Profesor de grados y postgrados, (UNC y UNL)
Fundador de la cátedra universitaria de derecho cooperativo.
Experto de la CONEAU
Ex-Rector del Instituto Secundario Gabriela Mistral. Marull-Córdoba.
Premios: Adepa-Faca, a la abogacía, 1990.
Gota en el Mar al periodismo grafico solidario, 2005´ y 2009´
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