Por Silvio H. Coppola
12 de Octubre de 1916. Ante la admiración y la esperanza de la muchedumbre, Hipólito Yrigoyen marcha al Congreso, a efectos del juramento de ley, al asumir la presidencia de la Nación. Primer gobierno constitucional producto de elecciones libres, con el voto universal, secreto y obligatorio, debido a la llamada Ley Sáenz Peña (Roque), quien fuera presidente electo en 1910, que no llegara por fallecer a completar su mandato, siendo su vice Victorino de la Plaza, el que terminara el término y entregara la banda presidencial a su sucesor.
Hipólito Yrigoyen vivificó el sentir nacional e hizo que gran parte del pueblo argentino pudiera por primera vez, sentirse parte de la nación y corresponsable de su futuro. Por eso y por ese sentir integracionista y americano, instituyó el 12 de Octubre, como el Día de la Raza. Pero claro, la raza humana “con conciencia de si misma” (profesor Estrada), como era y es la concepción de unidad vigente aún en nuestro país y que se la quiere hacer desaparecer, con el invento nacido en ONG de Europa de pueblos originarios, que supuestamente y pese a la gran integración, habrían sido despojados de su territorio. Eso en todo caso y a fin de dividir las fuerzas de sus países, podría aplicarse a México, Perú o Bolivia, pero nunca a la República Argentina. Pero siempre hay elementos locales aptos para sostener ideales de justicia a costa de otros y nunca dan nada de si mismos, ni siquiera sus bienes, que de acuerdo a sus afirmaciones, serían producto de tales despojos. Con eso podrían demostrar la bondad de lo que en ocasiones alegan, pero claro, eso nunca se producirá y menos por los especialistas del gobierno en tratar de dividir como sea a la sociedad argentina y esperar así su disolución sin retorno. Lo que parece ser la principal política de este gobierno.
12 de Octubre de 1973. Juan Domingo Perón, por tercera vez en su vida, asume un nuevo período presidencial. Después de dieciocho años de ostracismo, vuelve al poder, impulsado y sostenido por la mayoría del pueblo, que vio intuitivamente en su política, la continuación de la de Hipólito Yrigoyen, correspondiéndole a aquél la integración al país de las clases más pobres y más humildes, que habían sido sistemáticamente ignoradas por sus predecesores.
Es indudable que para hacer fuerte a un país, se requiere unidad de propósitos y unidad de acción por parte de su población. Sin ello, es imposible el progreso y la trascendencia. Resaltar y apoyar en los hechos lo que nos une a los argentinos y superar las antinomias que tienden a nuestra división y por lo tanto, a nuestra destrucción. Esto fue parte de la política de Hipólito Yrigoyen y de Juan Domingo Perón. Y debería de servir de norte para todo el pueblo, desechando viejos agravios y fertilizando todo aquello que nos una, para lograr así constituir lo que todos anhelamos: una Patria justa y poderosa para todos los argentinos.
LA PLATA, octubre 11 de 2010.
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