Por Claudio Cháves
Parece que al Ministro de Defensa no le gustó la excesiva cobertura que los canales de televisión abierta hicieron de la boda del Príncipe Guillermo con Katherine Middelton. Y al compararla con el poco espacio que le dedicaron al bautismo de fuego de la Fuerza Aérea -aquel 1 de mayo de 1982- o al hundimiento del General Belgrano, advirtió que estas ninguneadas se deben al espíritu colonizado de la prensa argentina.
Es posible que algo de esto sea cierto y también que Puricelli, un hombre del sur de nuestro país, sea un defensor honesto de aquella patriada que salió mal.
También son justas las apreciaciones que hace respecto de que Malvinas es una causa popular y no solo una cuestión que atañe a las Fuerzas Armadas.
¿Ahora bien, desde que espacio político-ideológico lanza estas ideas osadas?
Lo hace, en realidad, desde un gobierno cuyo aparato cultural se encuentra en manos de un grupo de intelectuales que desde siempre y de diversas maneras han condenado la Guerra de Malvinas. Utiliza el término cipayos para castigar a los argentinos pidiéndonos que no lo seamos tanto. No está mal el ruego.
Ahora bien, ¿conoce Puricelli la opinión de pensadores “nacionales” como Forster, Feinmann, Anguita, Tristán Bauer, Horacio Gonzalez, Página 12, Miradas al Sur y toda la runfla del progresismo tilingo de la ciudad portuaria respecto de la Guerra de Malvinas.
(Texto editado). ¿Quién entonces ha contribuido a desmalvinizar el alma argentina? ¿La prensa privada o estos exégetas de la revolución inconclusa?
Puricelli antes de pedirles a los canales privados y al pueblo argentino que recapaciten y piensen más en la patria debería dirigir su mirada a los ideólogos que forman con su gobierno.
Y ya que hablamos de las Fuerzas Armadas a las que Puricelli conduce y pareciera reconocerles su valor e importancia. Le cuento que no fue Malvinas la única guerra que emprendieron en estos últimos años.
Por orden de un gobierno democrático llevaron adelante el combate contra el terrorismo guerrillero. Lid que ganaron. Si Puricelli fuera un hombre libre y se permitiera toda la honestidad que el caso amerita debiera reconocer este triunfo. En síntesis así como valora la Guerra que perdimos homenajeando a sus héroes y eventualmente castigando o enjuiciando el mal desempeño de algunos pésimos oficiales. Del mismo modo debería proceder respecto de la Guerra contra la subversión.
En definitiva, conmemorar el triunfo de las FF. AA. y luego castigar la violación de las leyes que toda guerra debe respetar.
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