Buenos
Aires, 28 de noviembre de 2011
Señor
Manuel
Outeda Blanco
Fundador y Presidente de la Exposición del Libro
Catolico
Estimado Manuel: le hacemos llegar nuestras felicitaciones
por el éxito de la XIII Exposición del Libro Católico, obra
magnífica, fruto de su celo apostólico, que tanto bien ha hecho al
espíritu y al intelecto de aquellos expuestos a su influjo a lo
largo de los años, y a nuestra patria toda.
Aprovechamos esta oportunidad para agradecer la defensa que
ha ejercido de la figura de nuestro admirado Hugo Wast en ocasión
del ataque contra su persona por parte de la comunidad judía de La
Plata en esta reciente exposición. Lo ha hecho con claridad,
inteligencia y valentía.
Dejó en
claro usted que Gustavo Martínez Zuviría no era antisemita sin dar
demasiadas explicaciones. Esto cae de maduro por sí mismo. Quien ha
leído su obra, particularmente El Kahal-Oro, Juana Tabor y
666, puede distinguir fácilmente entre lo que es
antisemitismo y lo que es crítica al espíritu farisaico. Espíritu
perverso y anticristiano por excelencia como nos lo enseña el Nuevo
Testamento.
Lo
defendió con inteligencia porque en lugar de perder tiempo en
justificaciones innecesarias se remitió al artículo escrito por
Monseñor Héctor Aguer en el diario “El Día”, de La Plata, donde
explica Su Excelencia con documentos y argumentos irrefutables que
los libros de Hugo Wast fueron prohibidos por la Alemania Nacional
Socialista justamente por no compartir el autor la visión “nazi” de
la cuestión judía. Sabemos también que usted tuvo participación
decisiva en este artículo del año 2002.
Luego
de leer a Monseñor Aguer ya no queda mucho más que hablar respecto a
estos comentarios, pero como usted bien sabe este fariseísmo
intolerante no busca la verdad sino acallar lo que molesta. Por eso
la contumacia y el ensañamiento con Hugo Wast que florece año tras
año, en este caso en cada Exposición del Libro Católico y no
descansará hasta la llegada del Señor en toda su gloria cuando dé a
cada uno lo que le corresponda según su fe y sus
obras.
Es
interesante observar que al remitirse usted a este artículo invierte
ingeniosamente el esfuerzo y el desgaste al que estos personajes nos
tienen acostumbrados haciendo que sean ellos esta vez quienes tengan
que defenderse, vaya uno a saber recurriendo a qué alquimia, en una
palabra, por ahora hacen oídos sordos al argumento, mas ya
inventarán alguna mentira para neutralizar sus efectos. Seguirán
irreductibles, ya nos hablaron las Santas Escrituras de su dura
cerviz que no perdonó a los profetas ni al Santo de los
Santos.
Queremos hacerle
saber asimismo que valoramos enormemente su valentía porque hoy en
día hay que tener verdadero coraje para expedirse ante esta potestad
creciente y omnipresente, más poderosa de hecho que el poder que
emana de nuestra propia Constitución Nacional, según palabras de
Hugo Wast, con la claridad y contundencia que usted lo ha
hecho. “Nuestra
Constitución lo permite, pero el Kahal lo prohíbe”, dice
nuestro autor.
Nos
hemos preguntado muchas veces por qué tal obcecación con Hugo Wast,
dado que el Kahal ya ha logrado erradicarlo prácticamente del
escenario cultural de hoy en día a través de una persistente
persecución y silenciamiento que lleva 75 años. Han convertido a
nuestro personaje, que fuera el más leído y premiado de todos
nuestros escritores, en un desconocido y lo que es peor aún, en un
desconocido para la mayoría de los católicos
modernos aunque esta vez con la ayuda de los clérigos modernistas.
Su influencia sobre el pueblo es hoy nula y sin embargo, no cejan en
sus ataques y difamaciones. Como si quisieran hacerlo desaparecer
completamente, pero para su sorpresa y escándalo no lo logran,
porque Dios lo impide valiéndose de católicos vigorosos como usted
que responden al llamado de sus conciencias. Hasta aquí han llegado
y desesperan dando coces contra el aguijón.
Desesperan quizá
porque en esa insignificancia semejante al tamaño de una semilla a
la que han reducido su popularidad late el ideal católico, la fe, la
fidelidad a Cristo, la Iglesia milenaria y militante y todo lo
magnífico de la tradición católica argentina junto a la advertencia
sobre el peligro farisaico enquistado en nuestra tierra y por sobre
todo porque su obra ha reavivado la esperanza cristiana de la
conversión de los judíos. Misterio teológico este. En una palabra,
al ánimo de
venganza que los mueve, intrínseco a la tradición del Talmud y
abolido por Jesucristo en el Sermón de la Montaña, parecería sumarse el temor al poder germinativo
que conlleva la obra y la persona ejemplar de Hugo
Wast.
Aprovechando la mención sobre los “coces contra el aguijón”,
asunto tan afín al problema que nos toca, traemos a colación un
escrito que nos ha llegado y nos parece muy
interesante:
“Dicen las
escrituras que tras el martirio de San Esteban sus ropas fueron
puestas a los pies de "un joven llamado Saulo", el cual consentía en
su muerte y quien luego encabezara la primer gran persecución que la
recién nacida Iglesia (llamada "los del Camino" o "la secta de los
nazarenos") tuvo que sufrir. Por alguna razón, creyó
Saulo su deber destruir y desarraigar a ese nuevo grupo y
recorrió muchas ciudades y regiones afanado en esa
labor.
Saulo
llevó a muchos cristianos ante los magistrados oyendo todas sus
defensas. Y oyó muchas veces hablar al Espíritu de Dios en boca de
estas sus víctimas. Mas el punto culminante hubo de ser la punzante
predicación de Esteban. El aguijón se enterraba en su carne más
profundamente y necesitaba deshacerse de él. Sus coces (o patadas)
se tradujeron en la más dura y encarnizada persecución contra los
santos. Necesitaba destruir aquello que encendía una luz en su
conciencia, aquellas voces que le evidenciaban en su interior que
era vana su auto justificación y que necesitaba una justicia
superior, y que el único que podía proporcionarla era justamente
Aquel a quien él perseguía, Aquel cuyo Nombre se había propuesto
arrancar de toda boca humana para asegurarse de no volver a oírlo.
¡Qué terrible aguijón! Cuanto más daba coces, más se lo clavaba en
su conciencia, cuanto más quería callar esa voz, más evidente se le
hacía. Y esta lucha acabó cuando a punto de consagrarse en su
carrera de fariseo, una luz lo envolvió y le dijo: "Saulo, Saulo
¿por qué me persigues?, dura cosa te es dar coces contra el aguijón"
(Hechos 9: 4-5). Y él preguntó, aunque sabía la respuesta, "¿Quién
eres, Señor?" y oyó lo que sabía que oiría: "Yo soy Jesús, a quien
tú persigues".
No
desesperemos cuando vuelvan a arremeter contra Hugo Wast como
inevitablemente sucederá, recurramos a la fortaleza y a la
templanza, virtudes que ha puesto Dios a nuestro alcance y confiemos
en El pidiendo la intercesión de San Pablo, perseguido también hasta
el último día de su vida por los fariseos, porque está escrito que
llegará el día en que el pueblo judío se convertirá a Cristo
Jesús.
Reciba
una vez más nuestro sincero agradecimiento quedando a su disposición
en todo lo que nos sea posible. Sin más, lo saludamos cordialmente
en Cristo y María.
Pío
Martínez
Zuviría
Guillermo Martínez Zuviría
Secretario
Presidente
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los mensajes son moderados antes de su publicación. No se publican improperios. Escriba con respeto, aunque disienta, y será publicado y respondido su comentario. Modérese Usted mismo, y su aporte será publicado.