Por: Ing. Alejandro Pérez Unzner *
Analista invitado: Dr. Marcelo Busquets
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ComentAGRO diario + Apuntes de mercados agropecuarios y afines, e idea
de ver un poco más allá de lo sectorial. Jueves 23 de febrero de 2012, 23.50
hs.
Estoy de acuerdo en que insultar a alguien
es, en el fondo, jugar en contra de los mandatos divinos y de las sapientes
opiniones de los apóstoles y los Santos Padres, entre otros no menos mentados
(y versados) doctos eclesiales.
Además, empero, soy de la idea de que,
dentro del marco de debido respeto y sana obediencia a las autoridades, el
hombre se mueve por esta vida, entre otras cosas, buscando la Verdad y
debiéndole rendir, a priori, el tributo que le es menester. Ocurre que respecto
a ciertas “autoridades” es mejor ayudar a que sean correctamente reemplazadas,
con arreglo a idoneidad, que seguir viendo cómo siguen dañando al que se le
cruce en su camino.
Como de a ratos me fallan los frenos
también, quiero empezar brevemente no sólo intentando seguir en pos de dicha
Verdad, al cabo, sino también tratando un término que pronunció, dados los
luctuosos hechos conocidos a raíz del accidente ferroviario de Once, la por mí
ciertamente no querida jerarca de las madres plazamayores. Una declaración más
entre tantas, obvio. Recordando que nuestra Constitución Nacional (CN) incluye
un ramillete de las mismas, desde su origen y en su versión menemo-alfoncínica
del ´94: claro que las instituidas son declaraciones de principios, insertas en
el mismo sitio que los derechos básicos para su propio ser y las garantías
emergentes.
Entonces, dado que la novísima CN dejó
espacio suficiente en su Primera Parte para un Capítulo Segundo, fruto se
sesudas reflexiones de quienes la redactaron, intitulado “Nuevos derechos y
garantías”, me pregunto si más que el funcionario del gobierno nacional aludido
por la citada anciana (el responsable de Transportes), no es cada uno de
nosotros un pelotudo para, justamente, funcionarios y adláteres de semejante calaña.
Porque la CN indica, en su articulo 42:
“Los consumidores y usuarios de bienes y servicios tienen derecho, en la
relación de consumo, a la protección de su salud, seguridad e intereses
económicos; a una información adecuada y veraz; a la libertad de elección, y a
condiciones de trato equitativo y digno. Las autoridades proveerán a la
protección de esos derechos, a la educación para el consumo, a la defensa de la
competencia contra toda forma de distorsión de los mercados, al control de los
monopolios naturales y legales, al de la calidad y eficiencia de los servicios
públicos y a la constitución de asociaciones de consumidores y de usuarios…”
Unos renglones antes, el artículo 36 dice: “Esta Constitución mantendrá
su imperio aun cuando se interrumpiere su observancia por actos de fuerza
contra el orden institucional y el sistema democrático. Estos actos serán
insanablemente nulos. Sus autores serán pasibles de la sanción prevista en el
artículo 29, inhabilitados a perpetuidad para ocupar cargos públicos y
excluidos de los beneficios del indulto y la conmutación de penas. Tendrán las
mismas sanciones quienes, como consecuencia de estos actos, usurparen funciones
previstas para las autoridades de esta Constitución o las de las provincias, los
que responderán civil y penalmente de sus actos. Las acciones respectivas serán
imprescriptibles. Todos los ciudadanos tienen el derecho de resistencia contra
quienes ejecutaren los actos de fuerza enunciados en este artículo.
Atentará asimismo contra el
sistema democrático quien incurriere en grave delito doloso contra el Estado
que conlleve enriquecimiento, quedando inhabilitado por el tiempo que las leyes
determinen para ocupar cargos o empleos públicos. El Congreso sancionará una
ley sobre ética pública para el ejercicio de la función.”
Pues, pelotudo es un adjetivo de uso vulgar -en Argentina, Chile y
Uruguay según la RAE- que, dicho de una persona, implica que tiene pocas luces
o que obra como tal. La cuarta y última acepción también viene al caso: lerdo,
parsimonioso, irresponsable. Aclaro: como parece que ciertos personajes de la
vapuleada realidad sociopolítica nacional nos tratan a nosotros, habitantes de
este benemérito suelo austral como arriba se indica, tal vez sea cuestión de
asumirlo, nomás. Pero entre los párrafos constitucionales citados y la
revelación del significado del vocablo de marras, ya me entran serias dudas de
a quién/es colgarle/s el cartelito. Porque, eso sí, mismo este jueves se
conoció una decisión de otro de los innombrables (e inmorales, agrego sin temor
a equivocarme), en este caso (¡Nada menos!) Juez de la Nación -sí, acertó quien
lee, es el campeón espartaquista- en el sentido de alivianar el trato procesal
al predecesor en el área Transportes del gobierno central, en una sonada causa
en la que se lo investiga por presunta “amistad”, precisamente, con los
empresarios a quienes su organismo debería controlar, como lo pide el mentado
artículo 42
Punto y aparte. Siguiendo con la “cosita”
(casi escribo pelotudez, pero -en este caso sí- frené a tiempo) esa de la
Verdad, creo que no estamos para creernos que la crisis mundial se terminó,
aunque surjan indicios puntuales como los que hoy ayudaron a los mercados del
exterior a desenvolverse en verde, mayormente. Caso, los datos de menor
desempleo en EE.UU. (a nueve meses de las elecciones presidenciales) u otros
por el estilo. Y, aterrizando en los granos, huele a bajista la cuestión
triguera internacional, porque el “cosechón” que se ve venir ahora parece no
sería tan, tan afectado por el reciente frío siberiano. Igualmente, como en
estas pampas mandan los pelotudos en rubros como el trigo (¿Hace falta que me
explaye?), importa poco y nada. En maíz, a su vez, USDA confirma siembra
histórica (Recordar mi reciente texto de “Volver al ´45”) y en soja parece que
los farmers mucho más no podrán hacer este año… porque hace rato que los de
este rincón de América no somos ningunos pelotudos en materia de su cultivo,
tecnologías e influencia en los precios globales.
* aperezunzner@gmail.com
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