domingo, 19 de febrero de 2012

ENFRENTANDO EL CAOS




El pensamiento de Mons. Richard Williamson
Obispo de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X
Número CCXL (240), 18 de febrero 2012
Traducción de Diario Pregón de La Plata

Alerto a los lectores de estos “Comentarios”  que pudiesen haber caído en una aparente contradicción. Por un lado los “Comentarios Eleison” han condenado en repetidas ocasiones el modernismo en las artes (por ejemplo, CE 114, 120, 144, 157, etc.) Por otro lado en el comentario de la semana pasada el anglo-americano poeta TS Eliot fue llamado un “archi-modernista”, y elogiado por iniciar un nuevo estilo de poesía más fiel a los tiempos modernos, ciertamente caóticos.

Como los “Comentarios” han dicho muchas veces, la modernidad en las artes se caracteriza por la falta de armonía y la fealdad, porque el hombre moderno opta cada vez más por vivir sin o contra el Dios que ha plantado el orden y la belleza a través de su creación. Esta belleza y orden están ahora tan enterrados bajo las pompas y obras del hombre sin Dios, que es fácil para los artistas creer que ya no existen allí. Si entonces su arte consiste en ser fiel a lo que perciben de su entorno y la sociedad, solo un excepcional artista moderno comunicará cualquier cosa del orden divino subyacente en la superficie del desorden de la vida moderna. La mayoría de los artistas modernos ha renunciado al orden, y como sus consumidores, se revuelcan en el desorden.

Pero Eliot nació y creció a finales del Siglo XIX, cuando la sociedad todavía estaba relativamente ordenada, y recibió en los EE.UU. una educación clásica buena cuando sólo unos pocos villanos secretos recién soñaban con la sustitución de la educación por la capacitación en materias inhumanas. Así, Eliot pudo haber tenido poco o ningún acercamiento en su juventud a la verdadera religión, pero fue introducido adecuadamente dentro de sus subproductos que datan de la Edad Media, a los clásicos de la música occidental y a la literatura. Detectando y buscando en ellos un orden que faltaba a su alrededor, Eliot fue capaz de captar el profundo despliegue de desorden del naciente siglo XX que fue en aumento, un desorden que estalló repentinamente en la I Guerra Mundial (1914-1918); de aquí nace «Waste Land» en 1922.

Pero en ese poema él está muy lejos de revolcarse en el desorden, por el contrario, claramente lo odia, mostrando cuán vacía está de calidez humana y de valor. Así, «Waste Land» podría transmitir un pequeño rastro de la religión Occidental, pero no termina cayendo en los fragmentos de la religión oriental, y como dice Scruton: Eliot estuvo ciertamente rastreando las profundidades religiosas del problema. De hecho, unos pocos años después, Eliot casi se convierte en católico, pero le atemorizó la condena por Pío XI de 1926 a la “Action française”, una condena en la cual él reconoció más del problema pero no su solución. Así, por gratitud a Inglaterra, por todo el orden tradicional que le había dado, elaboró una solución incompleta, combinando el Anglicanismo con la alta cultura, y siempre llevando un Rosario en su bolsillo. Sin embargo, Dios escribe derecho en líneas torcidas. ¡Cuántas almas en busca de orden se hubiesen mantenido alejadas de Shakespeare o Eliot, si hubiesen creído que cualquiera de ellos, siendo plenamente católicos, sólo habrían tenido respuestas prefabricadas, inadecuadas para la vida!

Es triste pero cierto. Ahora, las almas bien pudieran estar autoengañándose, de una forma u otra, si ellas evitaran los autores o artistas católicos, argumentando que eso no son fieles a la vida real, pero sólo depende de los católicos el no dar pie a tal excusa. Permítannos a los católicos mostrar por nuestro ejemplo que nosotros no tenemos las mentes conformadas de soluciones artificiales necesariamente falsas ante la profundidad del problema moderno. No somos ángeles, sino criaturas terrenales invitadas al Cielo si cargamos nuestra cruz y seguimos a Nuestro Señor Jesucristo, ¡Tales discípulos son los únicos que pueden restaurar a la Iglesia y el mundo!

Kyrie eleison.

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