Por el Dr. Cosme
Beccar Varela
Buenos Aires, 10 de Julio del año
2012 - 1115
Hoy estuve en el acto de la
Asociación por la Justicia y la Concordia. El Dr. Alberto Solanet leyó una clara invectiva contra Lorenzetti, indigno presidente de la
indigna Corte Suprema, que nombro así, a secas, porque no creo que puedan
agregarse a su designación las palabras "de Justicia de la Nación",
tal es el engendro injusto que constituyen él y el resto de sus miembros. Y el
Dr. Gerardo Palacios Hardy pronunció
un apasionado discurso contra la injusticia de los jueces y contra la
prepotencia del gobierno de la Sr. Kirchner,
y dijo, entre otras cosas: "esto tiene que acabar".
Felicitaciones a los dos. Estoy
de acuerdo. El asunto es cómo puede acabar "esto", cuando “esto” no
es sólo está constituido por la usurpadora presidencial sino también toda la
"dirigencia" corrupta e inepta. Ninguno de los políticos actuales
merece confianza como para pensar que alguno de ellos podría gobernar para el
bien común y terminar con la hegemonía nefasta del peronismo, escuela de
latrocinio, demagogia igualitaria y vulgaridad.
El mismo Dr. Palacios Hardy mencionó que la usurpadora, en el acto para celebrar
el 9 de Julio que se hizo en Tucumán, convocó a la "unión nacional",
con lo cual, dijo, plagió el lema de la Asociación que pide
"concordia".
Me llamó la atención que el Dr. Palacios Hardy no celebrara ese plagio
porque de alguna manera implica un triunfo para la Asociación. La propia Sra. Kirchner parece haber aceptado
públicamente la propuesta del grupo de abogados que aquel integra. Que este sea
un gobierno de ex-terroristas, de tiranos y de ladrones no debería
sorprenderlos puesto que ya lo eran antes de que la Asociación fuera fundada,
de manera que debería haber estado previsto que la "concordia"
implicaba un llamado a esa misma gente para "concordar" puesto que excluirlos
haría imposible toda pacificación. Tampoco debería negarse al llamado de “unión
nacional” alegando, como lo hizo, que es precisamente la Sra. de Kirchner la que atiza el odio con su
política. Ellos tienen el poder y la Asociación no lo tiene, de manera que la
paz social y política debe incluir de alguna manera al actual gobierno.
Por lo tanto, la Asociación en
vez de disputar la autoría de la idea de pacificación, debería hablar con los
personeros del régimen para analizar de qué forma y en qué condiciones puede
alcanzarse la "unión nacional" sugerida por la Sra. de Kirchner.
* * *
Sin embargo, es evidente que ni
los de la Asociación, ni la tiranía
creen que sea posible semejante mescolanza. Los tiranos sólo usan el argumento
porque les conviene reinar sin oposición real, y los de la Asociación saben que
cualquier invitación de paz que provenga de los fautores del odio y de la
injusticia, es falsa e inaceptable.
Entonces, me quedo con la idea
del Dr. Palacios Hardy de que
"esto tiene que acabar". ¿Qué quiso decir con eso? Acabo de descartar
que él y sus amigos realmente crean que la "concordia" acabará con
"esto". Como acabo de decir, muy por el contrario, sólo servirá para
consolidarlo. ¿Entonces qué se debe hacer?
* * *
Creo que la única forma de
"acabar con esto" es organizarse políticamente para terminar con la
tiranía lo cual exige necesariamente proponer un candidato a Presidente que
reúna las condiciones necesarias para gobernar con Justicia al servicio del
bien común.
Hay que descartar a los actuales
políticos, porque todos forman parte de este "sistema" corrupto, más
o menos peronista, totalmente inmoral y sin las mínimas cualidades necesarias
para recuperar la Patria.
Ni se le ocurra decirme que Macri puede ser ese candidato. Es
público y notorio que Macri es un
oportunista, que rechaza la moral cristiana y la ha ofendido de varias maneras,
que no hace mucho dijo: "cada día soy más peronista" cosa obvia, por
otra parte porque su partido fue creado con la indispensable colaboración de
uno de los peores peronistas de Buenos Aires (Miguel Angel Toma), muchos de los militantes, legisladores y
funcionarios macristas son de la misma filiación, es un campeón del "far
niente" que se divierte tanto cuanto puede (y puede mucho) y trabaja lo
menos posible. ¿Moyano, Scioli o algún otro peronista
"disidente"? La pregunta se contesta a sí misma por un NO sin
atenuantes.
¿Entonces, qué? Entonces hay que
reunir a los buenos patriotas sobre la base de un programa mínimo de restablecimiento
de la Justicia y de la vigencia de la moral cristiana, con un criterio, ese sí
de concordia y de lealtad, dejando de lado las diferencias personales y
apreciando a cada uno según sus calidades y sus antecedentes y, entre todos,
elegir un candidato presidencial para proponerle al país. De esa forma,
organizarse y empezar una intensa campaña de verdadera oposición a la tiranía y
de recuperación nacional.
Sin un candidato presidencial no
existe posibilidad de "hacer política". La Historia argentina nos
muestra que en todos los tiempos la política se hizo en torno a candidaturas.
Casi todas las impuso la masonería anticristiana, eliminando a los argentinos
de bien que podían derrotarlas. Esa eliminación llegó hasta el asesinato,
cuando la difamación no era suficiente. Así terminaron Don Santiago de Liniers, el gran José
Manuel Estrada y muchos otros en nuestra malhadada historia
Ese sistema viene desde 1810
hasta la fecha. Es hora de que los argentinos de bien dejen de ser esclavos sin
derechos políticos activos, y para eso es necesario que tengan la generosidad
de aceptar un "primus inter pares" es decir, un candidato
presidencial moral e intelectualmente capaz que no por eso deje de
considerarse, con hidalga modestia, más o menos igual que quienes lo proponen.
En otra parte de su discurso el
Dr. Palacios Hardy dijo que la
Argentina tiene todas las condiciones para ser uno de los países más ricos y
felices del mundo y que no lo es por culpa de los argentinos.
Estoy totalmente de acuerdo, sólo
que me parece justo repartir esa culpa y adjudicarla en primer lugar a los
argentinos de las "clases cultas", especialmente a los de las
familias más antiguas y a los que tienen una buena formación que han desertado
de sus deberes patrióticos y han dejado la política en manos de esa banda de
delincuentes que Duhalde denominó la
"dirigencia" y que calificó como una m...
No basta haberse dedicado a
campañas sobre asuntos puntuales por nobles que sean, aunque se ubiquen de
alguna manera en el plano político. Política es aspirar al gobierno y gobernar.
Y no se puede aspirar al gobierno sin tener un candidato presidencial.
De nada sirven las críticas, por
severas que sean, a quienes hoy nos tiranizan y nos empuercan. Hay que intentar
por todos los medios lícitos reemplazarlos. Y como el vacío no existe, no puede
reemplazarse a alguien sin que otro ocupe su lugar. Una usurpadora presidencial
y los otros pseudo-candidatos opositores, no se reemplazan sino por medio de
una candidatura auténtica y valiosa.
Casi oigo que alguien me objeta
diciendo. "¡No hay nadie para eso!". A esa objeción cínica respondo
diciendo. "Hay argentinos de bien que podrían ser candidatos, pero no se
los conoce porque sus "pares", por falta de generosidad, por falta de
patriotismo, por falta de inteligencia y hasta por envidia, se han negado
siempre a proponerlos públicamente. A veces, esos mismos candidatos posibles se
retraen por las mismas razones con lo cual se convierten en tristes desertores.
¿No le parece que es hora y ya se va haciendo tarde, de que ese círculo vicioso
sea quebrado con decisión y valentía?"
Me acuerdo de un verso de Eugenio D,Ors en el que dirigiéndose a Eduardo VIII, el rey de Inglaterra que
abdicó para juntarse con la norteamericana Simpson,
le decía más o menos lo siguiente: "Vergüenza debiera darte, aborto de
monarquías, tú traicionaste a Dios, a Dios que rey te quería."
Eso mismo podría reprocharse,
salvando las distancias, a los promotores posibles de candidatura justas y a
los candidatos posibles que se retraen.
Lo malo es que la pena de esa
deserción la pagamos todos, especialmente los pobres, que son los que más
sufren el desorden criminal de las tiranías. Dios nos pedirá cuentas de los
talentos que nos dio y que hemos abandonado miserablemente.
Cosme Beccar Varela
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