jueves, 18 de octubre de 2012

EL EMBARGO DE LA FRAGATA “LIBERTAD”.



Por Silvio H. Coppola
CONTINUACIÓN DE LA NOTA DE OCTUBRE 7 PASADO Y DE NUEVO LA DEUDA EXTERNA.
Decía en ella, en fecha tan temprana, que “...si se quiere conservar el barco, pagar inmediatamente y levar anclas, antes de que aparezcan otros pedidos de embargo y ejecución, al enterarse los demás fondos buitres de lo que ha pasado...”.
Hasta hoy mismo, no se ha pagado nada y no tenemos noticias de la tramitación de nuevas medidas precautorias, cosa que puede esperarse en cualquier momento, por poco eficaces que sean los abogados que ejecutan a la Argentina ante distintos foros del planeta.
Mientras en nuestro país se deslindan responsabilidades, mientras atiza el fuego el ex ministros de Alfonso (quien al afirmar en su momento que la Argentina no tenía hipótesis de conflicto, no estaría pensando seguramente en Ghana) el locuaz Horacio Jaunarena, quien sostiene que hay en la situación, responsabilidades compartidas entre la Cancillería y el Ministerio de Defensa, porque son los que fijan el recorrido de la nave. Pero al margen y por la propia naturaleza de lo reclamado, estimo que también tendría que saber algo el Ministerio de Economía y también el de Justicia, pues supuestamente tienen que estar al tanto de todas las cuestiones judiciales contra nuestro país, en razón de los diversos créditos de la deuda externa. Pero como siempre el hilo se corta por lo más delgado, renuncia el Jefe de la Armada Almirante Carlos Alberto Paz, al poner el ministro del ramo en situación de disponibilidad, a dos de los jefes de su mando. Así, sin ir al fondo del asunto, se buscan responsabilidades sólo entre aquellos que habrían determinado el arribo de la nave a la república del golfo de Guinea.
En este sainete de tratar de culpar a los demás, el ministro Puriccelli vergonzosamente “pidió ayuda” a países “con marinos enrolados en la Fragata, para contribuir a una salida al conflicto”: Chile (¡!), Uruguay, Paraguay, Bolivia, Venezuela, Brasil, Perú y Sudáfrica. ¿Cómo será esta ayuda? ¿Con preces y oraciones? ¿O declarando la guerra a Ghana”?. Vergüenza ajena. Que se completa increíblemente, con el viaje a este país de los viceministros de Defensa y de la Cancillería, “para realizar una gestión bilateral” (??) e intentar lograr que la Justicia de Ghana “libere a la embarcación”. Con esto último tan insólito como contraproducente, le dejamos la pelota picando en el área a todos aquellos que quieren perjudicarnos de una u otra manera: la respuesta ya se puede anticipar: “Como Ghana es un país democrático y existe la división de poderes, es la Justicia quien debe determinar el procedimiento a seguir, estando excluido del mismo el Ejecutivo”.
Resulta del todo evidente, que lo que tendría que haber hecho el gobierno argentino en el primer día y digo gobierno, aunque tendría que decir la señora presidente, que es la que dispone sobre todo y que seguramente resolverá en definitiva, es pagar la caución de los diez millones de dólares y levar anclas de inmediato. No se hizo y la situación es cada vez más difícil, aparte de una nueva caída del prestigio del país a nivel internacional. Considerando los pagos de la deuda externa que viene haciendo el gobierno, esos diez millones de dólares, son verdaderamente una insignificancia. Así, hoy mismo se anunció que se pagarán en dólares, los cupones correspondientes al Bonar X por 200 millones de dólares, debido a los intereses semestrales, por el préstamo tomado en el 2007, con vencimiento a los diez años, por un total de 5.690 millones de dólares. Y pese a que el ministro Lorenzino afirmó cínica o inocentemente “que nos seguimos desendeudando”, el caso es que no se amortiza ni un centavo de capital.
Volviendo al tema de la Fragata ¿qué pasaría si no se hace nada y si las autoridades de Ghana intentan la ocupación del buque? ¿O incluso si la hacen efectiva? ¿Le declaramos la guerra? (claro, totalmente absurdo, seguiremos en tal situación dialogando, como lo hacemos con los ingleses y con los kelpers) ¿Entregamos la nave? Y entonces aparecen en el recuerdo las escenas descriptas sobre lo acontecido en la base naval de Scapa Flow en las Islas Orcadas (Escocia), el 21 de junio de 1919. Ahí estaba internada la flota de guerra de la Marina Imperial Alemana, de acuerdo al armisticio de 1918. Cuando se conocen los alcances del Tratado de Versalles y su entrega a las potencias aliadas, el Comandante de la Flota Ludwig von Reuter, decide ordenar que la misma sea echada a pique. Hundiéronse así 52 de los 74 barcos en la bahía, siendo que varios marinos alemanes desarmados, fueron ametrallados cuando hacían abandono de sus buques. El Almirante se hizo responsable del hecho y lo justificó diciendo que era “...el único responsable del acto realizado y estoy seguro de que, en mi lugar, cualquier oficial británico hubiera actuado de la misma manera”.
¿Qué queda para hacer si no se arregla esta situación ni con palabras ni con dinero que no quiere darse? Jamás entregar el buque. Sería una ignominia, que con este gobierno nuestro puede llegar a suceder. Cabe la destrucción del mismo. Y el capitán a bordo, puede dar la última orden: o el fuego o el agua, porque hasta esto se ha llegado.
LA PLATA, octubre 16 de 2012.

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