Por Emilio Nazar Kasbo
Una ola de críticas se desató en
la Argentina y el exterior contra el Cardenal Leonardo Sandri, para descalificarlo como “candidato” a posible
Papa, sobre todo de fuentes “progresistas” y de “ultraizquierda”. Hay quienes lo critican afirmando que es un "negociador", que "da algo pero a cambio de otra cosa"... ¿sería capaz de cambiar ortodoxia por heterodoxia y fidelidad a la Tradición por modernismo, a cambio de algún favor?
Sandri fue miembro del círculo íntimo de Juan Pablo II, virtual ministro de Benedicto XVI, y ha sido de los primeros mencionados entre las
especulaciones sobre los cardenales con chances de llegar a Papa. Página 12, el
pasquín oficialista de la ultraizquierda que se maneja con los grandes
capitales multinacionales que financian a Clarín y La Nación, acaba de
criticarlo en una nota firmada por el supuesto “entendido” en Catolicismo: Martín Granovsky.
¿Por qué Sandri es mencionado como sucesor de Benedicto XVI? Porque tiene
una edad que le permitiría sostener un Papado prolongado. La visión “humana” y “mundana”,
materialista e inmanentista, pelagiana y modernista, sólo puede ver lo que dice
Página12: que “sólo votan los que no cumplieron 80 al momento de la renuncia
del Papa. No votan todos los miembros del Colegio Cardenalicio cuyo decano es Angelo Sodano”. ¿Hay número para votar?
¿Cuántos hay que no sean “conservadores”? Todo es visto como la elección de
autoridades políticas, o de un “club” o una ONG cualquiera, lo cual dista mucho
de la realidad. La reunión de quienes van a “votar”, no es un “comicio”, sino
que se trata de unas jornadas de oración
para que el Espíritu Santo designe a quien conducirá la Barca de Pedro.
Esto es para los católicos, pero quien niega la Transubstanciación y presencia
real de Jesucristo en la Eucaristía, también niega la asistencia del Espíritu
Santo en la elección del próximo Papa, hecho que hace cesar la Sede Vacante.
Leonardo Sandri tiene una ventaja por sobre muchos: conoce cómo es
el funcionamiento de todas las instituciones del Vaticano en el orden práctico.
Fue él el encargado de anunciar la muerte de Juan Pablo II, el 2 de abril de
2005.
“Cardenal desde 2007, Sandri actualmente también es miembro
de la Comisión Pontificia para América Latina y prefecto de la Congregación
para las Iglesias Orientales, …Sandri
tiene experiencia en las relaciones internacionales porque fue representante
del Vaticano en México y Venezuela y reforzó la legación en Washington como
observador en la Organización de los Estados Americanos”, afirma Página12.
Sandri está vinculado directamente a la Curia vaticana desde 1970,
cuando aún no había cumplido 30 años de edad. Siendo sus padres italianos, nació
el 18 de noviembre de 1943 en Buenos Aires, y por tanto ahora tiene 69 años,
dato que permitiría prever (si eventualmente fuese elegido Papa y si todo
transcurriese según humanas previsiones), al menos unos 15 años como Papa
aproximadamente.
Sandri durante el Bicentenario dijo Misa en la Embajada argentina,
a cargo del político Juan Pablo Cafiero,
designado en tal función por el actual gobierno argentino “kirchnerista”. En
diciembre de 2012 fue recibido en la Casa Rosada por la Presidente Cristina Fernández Wilhelm, a quien agradeció
la instalación de un pesebre en el Museo del Bicentenario. La Presidente, si
pudiera, se postularía a “Papisa”… pero como no puede… ¿qué más querría ella
que tener un Papa nacido en Buenos Aires? El otro “candidato” de ella podría
ser el Cardenal argentino Jorge Mario
Bergoglio, pero con él está peleada, y aparentemente en el marco espiritual
no tendría “chances”
Muchos descartan que el próximo Papa
sea italiano, puesto que sucedería a dos Papas que no lo son, el polaco Juan Pablo II y el alemán Benedicto XVI. Al respecto, existe un
detalle no menor: el Cardenal Leonardo
Sandri no consta en los registros del Episcopado argentino (http://www.aicaold.com.ar//index2.php?pag=obalfabetico).
¿Es argentino o italiano Sandri?
Podría decirse que es ítaloargentino, pero que eclesiásticamente es italiano.
Sin embargo, el “favorito” para
muchos entendidos, y aparentemente también de Benedicto XVI, es Mons. Angelo
Scola. Es amigo de Joseph Ratzinger desde hace 40 años, y los medios
seculares afirman que representa el sector más conservador de la Iglesia,
presentándolo como vinculado a Comunión y Liberación y al Opus Dei. En 2011 fue
nombrado como jefe de la Diócesis de Milán, la más importante, grande y rica de
Europa.
Scola nació el 7 de noviembre de 1941, tiene dos doctorados: uno en
filosofía de la Universidad Católica del Sagrado Corazón (Milán) y uno en
Teología de la Universidad de Friburgo (Suiza). Scola fue ordenado como sacerdote en 1970, siendo integrante del
movimiento Comunión y Liberación (CL). Domina el idioma italiano, alemán y
francés. Fue delegado cardenal en el Consistorio del 21 de octubre de 2003 e
hizo parte del cónclave que en abril de 2005 eligió a Joseph Ratzinger como sucesor de Juan Pablo II. Es miembro de la Congregación para el Clero y de los
Pontificios Consejos para la Familia y para los Laicos.
Scola forma parte del clero italiano. Sandri también, pero además es argentino. Scola tiene 72 años, y Sandri
3 años menos. Y la prensa los critica a ambos. ¿Caer bien a todo el mundo?
Imposible. ¿Qué criterios humanos pueden influir en la decisión de los
Cardenales? Ninguno, sólo el Espíritu Santo que no abandonará a la Iglesia
Católica hasta el fin de los tiempos.
¿El próximo Papa se animará a
realizar la restauración litúrgica y a volver a los tiempos del ascetismo y de
la reverencia integral a Dios? ¿Volverá a la expresión clara y concreta de los
Anatemas? ¿Unificará la Iglesia Católica en la Verdad, o tolerará los errores
que arrastran a las almas a su perdición por sostener herejías confundiendo a
los feligreses desprevenidos y al clero mal formado con falsos argumentos que
se difunden ampliamente? ¿Hablará claro, o mantendrá la ambigüedad en que la
Verdad resulta algo “implícito” que casi debe ser “adivinado”? Dios dirá, pero
conste que Jesús fue dijo: “sí, sí; no, no”, eliminando toda división dentro de
la Iglesia, sobre todo entre los judaicos fariseos y publicanos, siendo
inadmisible la división entre “tradicionales” y “progresistas”, división
condenada por San Pío X en la Encíclica contra el Modernismo llamada Pascendi. Como afirma el dicho: "¿quién le pone el cascabel al gato?"
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