miércoles, 26 de junio de 2013

RESPUESTA A MONSEÑOR TAUSSIG - EL DÉSPOTA INDOCTO






Por Antonio Caponnetto

                “Una grande ignominia originase fácilmente de una gran vanidad”
                                    Manuel Tamayo y Baus, Los hombres de bien.

I.            ¿Quién es Monseñor Taussig?

            1º.- Monseñor Eduardo María Taussig es un hombre de formación católico-liberal. De sobra queda probado tanto por su trayectoria personal y familiar, como por el elogio que suele prodigarle a la acción de las figuras del liberalismo católico en la Argentina.

         Están para corroborarlo, entre otros testimonios, su propias homilías en las efemérides nacionales, y el módico opúsculo El Te Deum y otros aportes en camino al Bicentenario (Buenos Aires, Ágape, 2009), presentado en marzo de 2010 en la Universidad Nacional de Cuyo, con la asistencia de despreciables figuras políticas del oficialismo, como Omar Félix, y la aquiescencia de la Intendente del Departamento, Cristina Dal Dat (cfr.Alsurinforma.com 15-3-2010). Si al susodicho Félix, que co-presentó el texticulillo, lo veremos aprobando leyes como la de la fertilización asistida, contraria a las enseñanzas de la Iglesia (http://www.parlamentario.com/noticia-54666.html), a la damisela la vimos, junto a otros varios de su laya, avalando la marcha del orgullo homosexual en San Rafael, ejecutada el pasado 29 de marzo de 2012, puesto que –según dijo entonces-  “todos los ciudadanos tienen derecho a reclamar por sus derechos” y es adecuado “apoyar toda manifestación democrática porque vivimos en libertad” (cfr. diario Uno, San Rafael, 29-1-2012).


         Ahora bien; justo es recordar que el liberalismo católico fue llamado “peste perniciosísima”, “verdadera calamidad”, “pacto entre la justicia y la iniquidad”, “virus oculto y error insidioso y solapado”, por el Beato Pío IX; y condenado enérgicamente por San Pío X, aún desde antes de subir a la silla petrina, cuando el 5 de septiembre de 1894 tildó a los católicos liberales “lobos cubiertos con piel de corderos”; instando en consecuencia a “los verdaderos sacerdotes” a que prevengan al pueblo “sobre sus peligrosas asechanzas y sus malos objetivos”.

         2º.- Monseñor Eduardo María Taussig no ha trepidado en concurrir a entidades masónicas, como el CARI (Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales), al que asistió, por ejemplo, en carácter de disertante el 12 de abril de 2012. Compartió entonces la misma sesión académica con Jorge Castro, analista político internacional, funcionario menemista, quien habría sido condenado en ese mismo año 2012 por el Tribunal Oral Federal Nº 2 a un año y medio de prisión en suspenso e inhabilitación perpetua para ocupar cargos públicos por haber intentado el delito de defraudar a la administración pública (Cfr. http://www.gacetamercantil.com/notas/17753/ ).

         El masonismo del CARI –nunca disimulado por sus gestores- ha sido documentado en no pocas ocasiones como para ignorar el dato. Entre nosotros, por ejemplo, pueden leerse las siguientes obras: Francisco Pastrana, Trilateralismo, Buenos Aires, Cuatro Espadas, 1981; Alan Jones, Cómo funciona realmente el mundo, Buenos Aires, Segunda Independencia, 1996 y Horacio Ricciardelli- Luis Schmid, Los protocolos de la Corona Británica, Buenos Aires, Struhart, 2004.

         El CARI, en suma, es una de las típicas estructuras del Poder Internacional del Dinero –en acertada definición de Pío XI- instalado en nuestro país y en muchos otros, como avanzada de la Revolución Mundial Anticristiana.

         Tampoco vaciló en homenajear públicamente a Raúl Alfonsín, masón y socialista convicto y confeso, abogado de asesinos guerrilleros y enemigo declarado de la Iglesia Católica, contra la cual blasonó de haberle infligido el daño irreparable de la Ley del Divorcio durante su nefasto gobierno.

         El homenaje tuvo lugar en San Rafael, el 31 de marzo de 2010, al cumplirse un año de la muerte del precitado crápula, y en aquella ocasión “Monseñor Taussig dijo unas palabras en las que destacó la honestidad de ese dirigente, y su lucha por la paz dando como ejemplo su oposición a la Guerra de Malvinas”(cfr. http://www.alsurinforma.com/31/03/2010/realizaron-homenaje-a-un-ano-de-la-muerte-de-raul-alfonsin/ ).

            No es casualidad que elogios similares o mayores le prodigara su gran referente eclesiástico, Monseñor Karlic, uno de los prelados consagrantes que eligiera Taussig para su asunción como obispo sanrafaelino, en octubre de 2004. Karlic –sirva recordarlo- ha tenido, no uno, sino sobrados y diversos gestos de confraternización con los masones, como su encuentro público en Paraná, el 12 de abril de 2000, con la plana mayor de la tenebrosa organización. (Cfr. mi libro La Iglesia traicionada, Buenos Aires, Santiago Apóstol, 2010, p. 123 y ss).

         Cuando en diciembre de 2012, Jorge Clavero, Gran Maestre de la Masonería Argentina, visitó San Rafael para inaugurar la logia Hypatia de Alejandría, dijo textualmente: "yo soy católico como el resto de mi familia pero la religión debe estar relegada al fuero íntimo de cada persona” (cfr. http://m.unosanrafael.com.ar/mobile/bb/nota.html?id=Y29udGVuaWRvcy8yMDEyLzEyLzE1L25vdGljaWFfMDAxMC5odG1s Ninguna palabra condenatoria o preventiva salió públicamente de la boca del obispo ante el insolente desembarco masónico en su diócesis. Nada consideró pertinente advertirle a su rebaño y a los hombres de bien ante la doble aberración de Clavero: declararse católico y masón y profanar la memoria de San Cirilo de Alejandría, al acusarlo del asesinato de la mujer cuyo nombre patrocinaba la nueva logia.

         Tómese nota de que aún existe el canon 1374 del Código de Derecho Canónico, en el que se sancionan los connubios católico-masónicos; como existe una Declaración sobre la vigencia de dichas penas, emitida por la Sagrada Congregación Para la Doctrina de la Fe, el 26 de noviembre de 1983, con las rúbricas de Juan Pablo II y el entonces Cardenal Ratzinger, Prefecto de la precitada Congregación.

         3º.- Monseñor Eduardo María Taussig viajó expresamente a Buenos Aires para hacerse presente en la asunción del nuevo Arzobispo, Monseñor Víctor Manuel Fernández, el pasado 15 de junio de 2013, cargo con que fuera designado  por el Papa Francisco. Es que Fernández fue uno de los amigos de Taussig, que se involucró en la presentación de su precitado ensayo “El Tedeum y otros aportes. Camino al Bicentenario” (Cfr. UCA. Actualidad, n.136, Buenos Aires, 2010, p. 10-11)

         El pequeño detalle es que el susodicho Fernández, en su carácter de Rector de la UCA, ha sido el principal apologista y justificador del rabino Skorka, cuando dicha casa de estudios, bajo la desatinada moción del entonces Cardenal Bergoglio, lo nombró Dr. Honoris Causa. Ya hemos dado prolija cuenta del manifiesto grotescamente sionista, anticatólico y negador de la divinidad de Jesucristo que en tan aciaga oportunidad pronunciara el rabino Skorka (cfr. Antonio Caponnetto, Un capítulo más de La Iglesia Traicionada, http://pagina-catolica.blogspot.com.ar/2012/11/rabino-ofende-la-iglesia-en-la-uca.html

         No se conoce ninguna línea del obispo sanrafaelino lamentando y condenado este episodio vergonzoso, que lo tuvo al actual Pontífice por causa eficiente, a Fernández por cómplice activo, y a la divinidad y mesianidad de Nuestro Señor como principales materias de ultraje. Por el contrario, lo que se conoce, es que todos ellos tienen una cordial vinculación. Significativo resulta en tal contexto que el patronímico Taussig aparezca repetido en no pocas personas e instituciones hebreas.

        
         4º- Monseñor Eduardo María Taussig celebró el Tedeum del 25 de mayo de 2007, en la ciudad de Mendoza, con la asistencia del matrimonio Kirchner. En tales circunstancias hizo de sonriente y majadero cicerone de la dupla siniestra y su séquito de ladrones y terroristas. Las fotos de la jornada lo muestran a los besos y apretones de manos con la yunta malévola. Ignoramos si los Kirchner se hubieran mostrado tan complacientes de saber que el prelado que tan afablemente los trataba es el hijo de un funcionario del Proceso (Subsecretario General del Ministerio de Cultura y Educación, Decreto 02664/78, B.O 78/11/10)

         Taussig pidió “la fidelidad a la democracia”, hizo el elogio de la soberanía del pueblo y del sufragio universal, y consideró oportuno “dar gracias a Dios por estar a la puerta de nuevas elecciones [esperando que], con los logros y dificultades que hemos experimentado estos años, consolidemos la vida sana de la república como un anhelo común”.

         La soberanía del pueblo forma parte de los errores político-sociales del liberalismo condenados por el Magisterio Tradicional de la Iglesia. El sufragio universal es la mentira universal”, según lo declarara el Beato Pio IX (Maxima quidem, 9 de junio de 1862); y la omisión de la verdad necesaria ante los poderosos, por temor a la represalia de los mismos, es temor servil y constituye un vulgar pecado de pusilanimidad.

          La misma pusilanimidad con la que confundió, entristeció y  escandalizó
a la grey católica, cuando en febrero del 2011 sancionó la gallarda actitud del Padre Jorge Pato Gómez y “pidió disculpas a quienes pudieron sentirse afectados” por él (cfr. AICA, 11-1-2011); esto es, a los degenerados vilipendiadores del Orden Sagrado.

         He aquí en prieta pero sustantiva síntesis la figura de Monseñor Eduardo María Taussig: liberal, pro masón, cripto sionista, impugnador alfonsínico de la guerra justa de Malvinas, manso anfitrión de la mafia kirchnerista, oportunista político y cobarde.


II.-Yo sé quién soy

         5º.- Se verá porqué era necesario este introito breve. El sujeto que así queda verazmente descripto, ha emitido un COMUNICADO (Prot. 119/13), fechado el 18 de junio de 2013, en el cual, con evidente abuso de poder clerical (pasible de penalidades canónicas y civiles), y tras una serie de falacias enunciadas sin fundamento alguno, resuelve “desaconsejar asistir a sus conferencias [las del Dr. Antonio Caponnetto] y desalentar su difusión en los ámbitos católicos  y de hombres de bien” (par.4).

         Los ámbitos católicos y los hombres de bien, ya saben de sobra quién es este desquiciado pastor. Y como se lo dijera Don Quijote a su vecino Pedro Alonso: “yo sé quién soy”.

         A) Sé que es mentira que mis “tomas de posición y juicios [...] sobre los últimos Sumos Pontífices”, han significado “escarnio de la Iglesia y escándalo o desconcierto para sus hijos fieles”, como sostiene audazmente el Comunicado. Puedo exhibir con orgullo una holgada cantidad y calidad de testimonios en sentido contrario.

         Desde el Pastor en adelante, por encima o por debajo de su autoridad, quien quiera seguir sosteniendo la bajeza de que lo mío es “insidia” (Comunicado, par. 3) -esto es, engaño a sabiendas para dañar a terceros- queda invitado a la confrontación, en el terreno que elija. De relieve quedará entonces lo único que importa considerar y que el Comunicado escamotea: quién defiende la Verdad y quién la conculca.

         El escarnio y el escándalo, en cambio, es ignorar culposa y ladinamente que mi obra –tenga el valor que tuviere- está signada, ante todo y de modo constante, por la fidelidad ininterrumpida a la Cátedra de Pedro. Que como parte de esa misma obra, me asiste el deber y el derecho, en tanto súbdito católico, de protestar filial y responsablemente contra los errores en “las enseñanzas y en las medidas de gobierno” que pudieran protagonizar y penosamente protagonizan las más altas jerarquías.

         Si callara, pecaría. Pecaría contra ese “espíritu de filial obsequio”, cuya conjetural ausencia se me reprocha (Comunicado, par. 1); y entonces sí –sólo entonces- me haría acreedor al teresiano desprecio por haberme dormido cuando no hay paz  sobre  la tierra.

          “El escarnio de la Iglesia y el escándalo o desconcierto para sus hijos fieles”, no lo constituyen ni provocan esas legítimas reacciones mías desde la soledad y el llano, sino los dichos y los hechos públicos marcadamente heterodoxos de quienes conducen la Barca, multiplicados dolorosamente en estos últimos tiempos; en ocasiones, hasta el límite mismo del plebeyismo.

          El escarnio y el escándalo es que, desde Roma -amén de las cotidianas perplejidades doctrinales que para nuestra angustia nos llegan- se nombren o se mantengan en sus sillas episcopales a obispos perseguidores de católicos, entremetidos en connubios humanos con la hez ideológica del cuerpo social y llenos de pródiga hospitalidad para con los enemigos declarados de la Cruz. Cuando no a obispos que ni siquiera son másculos.

          El escarnio y el escándalo, al fin, es que Monseñor Taussig –predicador de la fidelidad a la democracia pero practicante del totalitarismo clerical; apologista del pluralismo pero verdugo de quienes no adhieren a sus brumosos criterios; representante del espíritu conciliar abierto a la libertad irrestricta del laicado, pero censor del mismo- se haya tomado el trabajo de protocolizar un Comunicado para impedir que los fieles me escuchen, cuando no se registra ningún antecedente de recaudos similares para aquellos que asisten a las disertaciones de los más aborrecibles expositores. Aborrecibles expositores, a quienes, en no pocos casos, se les abren de par en par las mismas puertas eclesiales que ahora expresamente se me cierran.

          En el año 2010, verbigracia, se le abrieron las instalaciones de la parroquia San Maximiliano Kolbe al Lic. Simón Bestani, Presidente Honorario de la Fundación Contemporánea. Ni el uno ni la otra pueden exhibir entre sus títulos el de proclamarse apóstoles de Cristo Rey. Más bien andan apareados y en torvos maridajes con politicastros de la peor laya, nativa e internacional; sin que falten inquietantes contactos con la II International Relations World Conference, el Centro de Estudios Estratégicos de Relaciones Internacionales (CEERI) o el International Relations World Institute. Ninguna de las cuales son precisamente órdenes mendicantes o monasterios de clausura.

         El escarnio y el escándalo, por último, es que este déspota obsesivo no pueda desplegar el más mínimo argumento racional ni la más elemental disputatio para probar mis supuestos errores, ante los cuales se tornaría necesario impedir a la feligresía que me escuche. Lo espera Juan XVIII, 23 para increparlo con palabras del Señor: “Si he hablado mal dime en qué; y si no, ¿por qué me pegas?”

         Es imposible no aplicar lo que Chesterton pone en boca del Padre Brown, cuando este descubre que el criminal Flambeau era un falso sacerdote. “¿Y qué fue aquello que lo convenció de que era yo un impostor?”, le pregunta, rendido, el delincuente. A lo que responde el gran prete: “Es que Usted atacó la razón; y eso es de mala teología”.

         Si el Papa Francisco aclaró oportunamente que él no es un príncipe renacentista, bien le vendría aclarar al Ordinario de San Rafael que él no es un representante del Despotismo Ilustrado. No; por cierto. Lo suyo es el despotismo indocto, insipiente y rústico.

         B) Sé que también es mentira lo que sostiene el punto tercero del Comunicado: que mi “oratoria y mi pluma, tantas veces refulgente y fogosa, sirva para generar insidia y desconfianza en jóvenes y laicos que, atraídos por el brillo de las formas, pueden resultar confundidos, entristecidos y escandalizados en su visión de la Iglesia”.

         Monseñor Taussig –del que podría aseverar que ni me escucha ni me lee, sino que me juzga apriorísticamente o por terceros- debe saber que ni yo tengo el oficio de flautista, ni vivimos en Hamelín. La supuesta fogosidad o el hipotético brillo de un discurso pueden explicar el aplauso furtivo de una noche. Difícil que explique un discipulado fiel de casi ocho lustros. Es ese discipulado –o mejor aún: esa amicalidad y camaradería- sembrados por la Gracia de Dios hacia los cuatro puntos cardinales, dentro y fuera del país, el que desmiente la ignominia del obispo.

          Porque quienes integran el pequeño rebaño de mi docencia o de mi apostolado intelectual ni resultan confundidos, ni deambulan tristes o escandalizados por mi causa. Aunque va de suyo que ni ellos ni yo estamos exentos de sendos pesares o humanas limitaciones, la verdad es que se los ve en las antípodas del retrato fúnebre trazado por el pastor. Andan firmes y dignos, alegres y confiados, con ansias y con bagajes suficientes para librar el buen combate paulino. Basta para probarlo la saludable reacción que ha provocado en ellos este acto tiránico e irracional.

         No podría decir lo mismo de los seguidores del obispo, cuya confusión es lamentable. Consultado su vocero sobre los alcances del Comunicado, sostuvo que mi error es que [Antonio Caponnetto] “dudó de la ortodoxia y valentía de los últimos tres Papas” (cfr. Diario San Rafael, 21-6-2013). Semejante duda –y algo más aún- sobre otros tantos Pontífices de la historia, la tuvieron San Pablo respecto de San Pedro y santos de la talla de Atanasio o Catalina de Siena, respecto de los papas de su tiempo. Y lo peor es que tenían razón los dubitativos o los acusadores.

         Ante la vista de estos frutos, Monseñor Taussig debe preguntarse seriamente quiénes son los que necesitan que se les “esclarezca las conciencias alteradas” (cfr. Comunicado, par. 6). Y sobre todo, en dónde está “la llamativa carencia de humildad” (Comunicado, par. 1). Porque aquí sí, y no a destiempo, cabe mentar a Teresa de Ávila: la humildad es la verdad, y deja de existir en la falsía y en la incongruencia.

         C) Sé asimismo que es mentira que deba retractarme, haciendo “una pública rectificación” de mis supuestos “juicios desatinados” (Comunicado, par. 5) Entre otras cosas porque jamás se especifican cuáles serían tales desatinos, escapándole permanentemente el obispo a todo intento de refutación académica de mis clases o escritos.

         Pero es curioso. El Papa Francisco ha recibido con alborozo el pasado 6 de junio a los dirigentes de la CLAR –no caracterizados precisamente por su apego a la ortodoxia- y les ha dicho textualmente: “Se van a equivocar, van a meter la pata, ¡eso pasa! Quizá hasta les va a llegar una carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe diciendo que dijeron tal o cual cosa. Pero no se preocupen. Expliquen lo que tengan que explicar, pero sigan adelante. Abran puertas, hagan algo ahí donde la vida clama. Prefiero una Iglesia que se equivoca por hacer algo que una que se enferma por quedarse encerrada” (cfr. http://www.reflexionyliberacion.cl/articulo/2729/papa-francisco-dialoga-como-un-hermano-mas-con-la-clar.html ).

            Monseñor Taussig debería interrogarse severamente si con su Comunicado –y específicamente con su cláusula exigitiva de rectificaciones- no entra en clara colisión con el actual Pontífice, y en desobediencia manifiesta con su neo-dogmática de una Iglesia Que Mete La Pata, hasta el extremo de poder subestimar los dictámenes de la Sagrada Congregación Para la Doctrina de la Fe...


 III.-Epílogo

         Al cierre de estas líneas, sólo agregaré cuatro breves afirmaciones.
       
         Tengo por la primera que repudio enérgicamente el contenido injustísimo y agraviante de este Comunicado, negándole a su emisor toda aptitud intelectual y moral para juzgar mi ortodoxia católica, puesto que ha dado penosas pruebas de no poseerla ni practicarla ni amarla.

         La segunda, consecuencia de la primera, que revierto los términos de su corolario, alentando y aconsejando a los hombres de bien que –de acuerdo con las enseñanzas del Evangelio- sepan distinguir los pastores fieles de los mercenarios. Y que recen intensamente por la conversión de los lobos en genuinos corderos, para que sepan ser figura del Cordero.
        
         La tercera, que me llena de un gozo indescriptible e inefable el saberme en la mira persecutoria de estos déspotas indoctos. Mala señal sería lo contrario. No incurriré en el pésimo gusto de exhibir mis cicatrices por elegir una vida al servicio de la Verdad. Sólo diré que, en recompensa a mi trayectoria católica, nunca fui invitado a homenajear al abogado de Santucho, ni a abjurar de la sangre heroica derramada en las Malvinas. Tampoco se me premiaron servicios ofreciéndoseme los estrados de logiadas instituciones.
        
         La cuarta, que se me podrá negar el permiso para “hablar en ningún ámbito de la diócesis de San Rafael, sean parroquias, colegios o cualquier institución que guarde la comunión con este obispado” (Comunicado, par. 2). Tendrán que hacer algo más para acallarme. Tendrán que prohibir el desierto y a la voz que clama estentóreamente en él.

         Y no hay potestad de ningún obispo felón que pueda coronar tamaña demencia. Ni siquiera quienes como Taussig, al decir del Padre García Vieyra, han hecho de la religión un capítulo de la psiquiatría.

         No estamos mal precedidos todos aquellos a quienes se les cierran las puertas oficiales u oficiosas. Algo análogo sucedió hace más de veinte siglos, y nos obligó a los bautizados fieles a aprender a vivir pesebremente. «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». (Ls.9, 57-62).

            No; no estamos mal precedidos, si podemos espetarles a los tiranos, lo que virilmente les decía San Atanasio en su Carta del 356 “Vosotros tenéis los templos, nosotros tenemos la Fe. La Fe es más importante que los templos”.

            Ha sido don Manuel Machado, en su bellísimo poema Castilla, el que pintó las peripecias del destierro del Cid Campeador, puesto que el duro castigo incluía –entre otras crueles penalidades- la de no poder ser alojado en sitio alguno durante su travesía al exilio.

            Cansado de las fatigas, el buen Cid pide asilo para él y los suyos en un modesto mesón. La niñita que sale a su encuentro –“es toda ojos azules y en los ojos lágrimas- le ruega que se retire para no ser objeto de las represalias del mal rey.

            Es entonces, cuando en la conciencia de la soledad, de la persecución y del abandono más pavorosos, Don Rodrigo saca fuerzas de su pecho y de su temple, alza los pendones, traza enhiesta la Cruz, yergue la espada, y con “voz inflexible” les imparte a sus leales que lo siguen con arrojo, esta lacónica y suficiente orden: “¡En marcha!”.

            ¡En marcha!, escucho yo mismo la consigna, me la impongo y la comparto. Precisamente con los hombres de bien.

            Con los que me acompañaron en las “desaconsejadas” conferencias sanrafaelinas de los días 24 y 25 de junio de este 2013, con un fervor y  un entusiasmo que no terminaré jamás de agradecer. Jóvenes, veteranos, adultos, familias enteras, madrazas con sus pequeños, matrimonios fieles; y muy especialmente a ese puñado corajudo de curas, que haciendo de sus hábitos uniformes, como quería el Padre Ezcurra, demostraron que se puede ser sacerdote sin renunciar a la inteligencia ni al honor.

            Les llegue mi gratitud con palabras del gran Enrique V:Nos pocos, nos felices pocos, nos, bando de hermanos”.

            ¡En marcha! Por Dios, por la Iglesia, por la Patria.


            ¡Viva Cristo Rey!

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