En la vida matrimonial, tanto el hombre como la mujer tienen una diversa psicología que se debe armonizar. De no ser complementarias las visiones, puede llegar a graves enojos e incluso rupturas por causas que pueden no ser graves. Veamos uno de esos típicos casos:
- ¡Cuidado, cuidadooo!!
- ¡Ponle un poco mas de aceite, por Diosss!!
- ¡¡¡Estás cocinando demasiados al mismo tiempo!!!
- ¡Demasiados!
- ¡Dales la vuelta!!
- ¡Dales la vuelta ahora!!!
- ¡Necesitamos más aceite, por Dios!!
- ¿Dónde vamos a conseguir mas aceite?!
- ¡Se van a pegaarr!!!!!
- ¡Cuidadooo, cuidadooo, dije cuidadoooooo!!!!
- ¡Nunca me hacés caso cuando cocinás, nunca!!!
- ¡Cuidado, dales la vuelta!!!
- ¡Rápido!!!
- ¡Estás loca!!! ¿Qué te pasa? ¿Perdiste la cabeza?
- ¡No te olvides de echarles saaalll!!!!
- ¡Sabes que siempre te olvidas de la sal, usá la sal, usála!
La mujer lo mira con asombro, pasmada después de escuchar semejantes reproches inexplicables, tanto que la desconciertan y le dice a su marido:
- ¿Qué te pasa? ¿Creés que no puedo freír un par de huevos?
El marido sonríe, y contesta calmadamente:
- Sólo quería mostrarte lo que se siente cuando voy conduciendo con vos a mi lado en el auto...
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