domingo, 6 de diciembre de 2009

SEGUN MONS. AGUER EL ESTADO NO TUTELA LA VIDA Y LOS BIENES DE LA POBLACION


En su reflexión semanal en el programa “Claves para un Mundo Mejor” (AMÉRICA TV), Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata, sostuvo que “hay que admitir que el Estado no puede cumplir cabalmente su función de tutelar la vida y los bienes de la población. Esto es una deficiencia gravísima, porque es esa la primera función del Estado, la más elemental”.

El prelado platense afirmó que “uno de los problemas más graves que sufrimos, y que es también una manifestación del desquicio de la Argentina de hoy, es la proliferación del delito. Lo que se llama popularmente “la inseguridad”. Destacó que “una de las causas del mal que nos aflige” es “el influjo de la droga en la crueldad de los delitos que se cometen, en la facilidad con que se desprecia la vida. La difusión imparable de la droga muestra que no se está haciendo lo suficiente por resolver ese problema”.

“Hace falta revertir, en todo caso, esta espantosa decadencia material y moral que afecta a la sociedad argentina”, denunció el Arzobispo, expresando el origen de los males.

Dijo que “es impresionante escuchar algunas reacciones” y que “cierto lenguaje empleado por parientes de las víctimas” es un “lenguaje dictado por el dolor, la indignación y la impotencia porque el delito se expresa hoy de manera cruel, salvaje, inhumana” que conlleva ciertas ideas religiosas equivocadas.

Luego Mons. Héctor Aguer abordó la causa mencionada explicando que “los vecinos, en cualquier barrio, suelen señalar que en tal o cual lugar, a tal hora, se vende droga; se sabe a qué hora pasa el distribuidor. Y quizá lo más terrible sea que los pobres se convierten en traficantes. Un comercio de muerte asumido como medio de vida”.

El Arzobispo de La Plata afirmó en el final de su reflexión que “aquí hay responsabilidades muy serias que están en juego. Se sabe bien que poderosos intereses se mueven detrás, y que esa red de complicidades es muy difícil de desmontar. Pero ésta es una prioridad insoslayable y tenemos que insistir, en virtud del derecho que nos compete como ciudadanos, para que el Estado se aplique seriamente a buscar una solución”.

Transcribimos el texto completo de la alocución televisiva de Mons. Héctor Aguer:
“Uno de los problemas más graves que sufrimos, y que es también una manifestación del desquicio de la Argentina de hoy, es la proliferación del delito. Lo que se llama popularmente “la inseguridad”. A veces se traban discusiones acerca de si la inseguridad es algo real o es una mera sensación subjetiva. Es más claro y concreto decir que nos abruma la proliferación del delito. Y a propósito de esto quisiera hacer un doble comentario”.

“En primer lugar, es impresionante escuchar algunas reacciones, con propuestas acerca de lo que habría que hacer para que esto no continúe así. Sobre todo me llama la atención cierto lenguaje empleado por parientes de las víctimas. Lenguaje dictado por el dolor, la indignación y la impotencia porque el delito se expresa hoy de manera cruel, salvaje, inhumana”.

“Muchas veces se expresan deseos de justicia como clamores de venganza. Diría que hasta con un odio apenas contenido, y se filtra también una idea teológica equivocada, cuando se dice, por ejemplo: “mi hijo, o mi padre, o mi pariente, no va a descansar en paz hasta que el asesino no se pudra en la cárcel”. Es una de las tantas expresiones, a veces muy variadas que se oyen con excesiva frecuencia”.

“Esa idea de que el difunto, víctima injusta de un crimen horrendo, no descansa en paz hasta que el otro no es castigado con severidad, no es correcta. Y no me parece un pensamiento cristiano. No hay relación entre una cosa y la otra. Seguramente descansará en paz si ha vivido bien, si ha muerto en gracia de Dios”.

“En estas ideas se manifiesta una consecuencia cultural y espiritual del terrible fenómeno que estamos padeciendo. Un daño que va mucho más allá del daño material irreparable que es la pérdida de vidas inocentes; se produce también un daño espiritual. Mientras no se pueda controlar la creciente proliferación del delito nos vamos a encontrar con estas situaciones de ambigüedad moral y espiritual y es así como se extiende una tremenda inquietud en la sociedad argentina, la percepción de que estamos siempre en peligro. Es una “sensación” que corresponde a una realidad innegable y que desencadena reacciones desmesuradas, clamores tales como: “nos están matando a todos”.

“Y paso al segundo comentario. Hay que admitir que el Estado no puede cumplir cabalmente su función de tutelar la vida y los bienes de la población. Esto es una deficiencia gravísima, porque es esa la primera función del Estado, la más elemental”.

“Se debate sobre este asunto, y con razón se apunta a las raíces del mal. Sabemos que prevenir el delito y controlarlo, reducir la amplitud que ha adquirido actualmente no es tan sencillo. Hacen falta medidas serias, sostenidas a lo largo del tiempo; mejores leyes y una recta administración de la justicia. Hace falta revertir esta espantosa decadencia material y moral que afecta a la sociedad argentina”.

“Voy a hacer referencia sólo a una de las causas del mal que nos aflige. Se subraya, cada vez con mayor frecuencia, el influjo de la droga en la crueldad de los delitos que se cometen, en la facilidad con que se desprecia la vida. La difusión imparable de la droga muestra que no se está haciendo lo suficiente por resolver ese problema”.

“Los vecinos, en cualquier barrio, suelen señalar que en tal o cual lugar, a tal hora, se vende droga; se sabe a qué hora pasa el distribuidor. Y quizá lo más terrible sea que los pobres se convierten en traficantes. Un comercio de muerte asumido como medio de vida”.

“En la Provincia de Buenos Aires últimamente se han hecho procedimientos importantes contra el narcotráfico; sin embargo, parece que el frente latinoamericano de la droga está descendiendo hacia el sur y ya ha penetrado en la Argentina”.

“Por otra parte, las fronteras de nuestro territorio parecen totalmente permeables. Se sabe muy bien que no están custodiadas como se debe, que no se cuenta con los elementos técnicos necesarios para impedir que ese frente latinoamericano de la droga siga avanzando y finalmente nos invada por completo. ¿Estamos en esta materia muy lejos de Colombia o de México?”.

“Aquí hay responsabilidades muy serias que están en juego. Se sabe bien que poderosos intereses se mueven detrás y que esa red de complicidades es muy difícil de desmontar. Pero ésta es una prioridad insoslayable y tenemos que insistir, en virtud del derecho que nos compete como ciudadanos, para que el Estado se aplique seriamente a buscar una solución”.

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