a) ¿QUÉ ES UN SER ENDEMONIADO?
El que tiene el corazón duro. ¿En que consiste esto? San Bernardo, escribiendo al Papa Eugenio, tiene un párrafo clásico. Pecador endurecido “es el que no se rasga con la contrición, ni es ablandado por la piedad, ni movido por los ruegos, ni cede ante las amenazas y se endurece con los castigos. Ingrato a los beneficios, infiel a los consejos, cruel para los juicios, desvergonzado para las torpezas, arriscado para los peligros, no tiene afecto de hombre y es descomedido para Dios…, ni teme a Dios ni respeta a los hombres”.
b) NO SE RASGA CON LA CONTRICIÓN
Cabrera describe la maldad del pecado. Alejandro, en estado de embriaguez, mató a su amigo Clito y después de saberlo quiso matarse él. “¿Qué debe sentir el que, embriagado de la pasión, ha crucificado con sus pecados a Cristo?”
c) NO SE ABLANDA CON LA PIEDAD
“¿Qué te ha sufrido Dios? ¿Cuánto te ha esperado? ¿Cuántas veces has confesado y propuesto la enmienda, y quebrantado la palabra? Y Dios con su benignidad y paciencia, disimula, espera, regala, te da salud, hacienda, vida; y ¿tanta bondad no te obliga a servirlo? ¡Oh, corazón duro, cómo te aguarda la ira de Dios, pues no te aprovechas de su clemencia! ¿O es que desprecias las riquezas de su bondad, paciencia y longanimidad, desconociendo que la bondad de Dios te atrae a penitencia?…” (Romanos, 2, 4).
Acá, para decir que os enojasteis, decís que se os gastó la paciencia. Erais pobre de paciencia, se os acabó presto el caudal. ¡Oh riquezas de bondad, paciencia, longanimidad de Dios, que no ha de agotarse!… Esta piedad desprecia el corazón duro, empeorado con estos plazos y largas. “Ignoras quoniam benignitas Dei ad poenitentiam te adducit?” (ibid.).
Traidor, ¿ahora ignoras que estas esperas de la misericordia de Dios son para que procures pagar con penitencia su justicia? ¿No sabes que quien espera no suelta, sino recambia? Pero tú, con tu dureza y corazón empedernido, atesoras ira y venganza contra ti para aquel día en que Dios soltará la represa de su ira y hará justo juicio y manifiesto.
¡Qué temerosa contraposición! ¡Dios, tesoro de bondad, y el pecador obstinado hace tesoro de ira y de castigo, con que provoca la ira de Dios! ¡Oh, qué mal tesoro! Riquezas acumuladas por el mal de su dueño…
d) NO SE MUEVE CON RUEGOS
Villano ruin, que, mientras más le ruegan, más se extiende; que ni bastan inspiraciones del Espíritu Santo, ni llamamiento de Cristo, ni voces de la Iglesia. ¡Qué ruegos tan amorosos del Esposo! Ábreme, hermana mía, paloma mía, esposa mía; que, de estar en la calle toda la noche al sereno, traigo la cabeza mojada del rocío y los rizos de mi melena llenas de la escarcha de la mañana. ¡Qué cuidado de rondar la puerta, pasear la calle, dar aldabadas!
“Ecce sto ad ostium et pulso” (Apocalipsis, 3, 20). Yo soy el que estoy a la puerta y llamo. Yo ruego con la paz, con mi amistad… ¡Qué de voces dan los ministros de Dios, que son los terceros que andan haciendo amistades! A Dios no es menester importunarlo. Conmigo acabado está. “Impietas impii non nocebit ei, in quacumque die conversus fuerit ab impietate sua” (Ezequiel, 33, 12). Negociarlo con el pecador. Van a él, pónenle delante a Cristo, sus llagas, su pasión. “Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os suplicamos: ¡reconciliaos con Dios!” (II Corintios, 5, 20).
Él nos envía, Él lo ruega; como si le importase vuestra amistad, como si perdiese mucho en perderla. Y con todas estas súplicas, el corazón duro… no quiere salir del mal estado…
e) NO SE DOBLA POR AMENAZAS
¡Qué de veces oye predicar el rigor del juicio, el temor de sus señales, la certeza de la muerte!… Y acabándolas de oír, se va a jugar y reír, y se acuesta en su cama tan quieto como un santo. ¡Desventurado, que no sabes si amanecerás en el infierno!… Y ve el pecador herir a éste hoy y que el otro se murió ayer, y no sabe cuando le enclavarán el corazón, y ¿no huye ni se esconde? Huye una ave del cazador, y un ciervo del ladrido de un perro…, ¿y éste no teme el trueno de las amenazas de la divina justicia ni las saetas de sus castigos?
f) SE ENDURECE CON LOS AZOTES
Pero ya que las amenazas no atemorizan al malo, ¿hace más por los castigos? No. Más se endurece con los azotes y castigos. Con los trabajos con que otros sanan, enferma él. Con la enfermedad, reniega; con la pérdida, blastema; con la injuria que le hacen, maldice; con la pobreza, perjura, hurta, engaña… ¿Cuántas veces enfermaste y llegaste a morir, que ya tocabas con las plantas de los pies y te perdigabas en las llamas vengadoras? Propusiste la enmienda; Dios te dio salud, y teniéndola volviste como perro al vómito. No fueron paces ni amistades las que hiciste, sino treguas, para tornar a más cruda guerra.
g) INGRATO A LOS BENEFICIOS
Es ingrato a los beneficios, desconocido a las mercedes; ni las estima, ni las engrandece, ni aún las conoce. Conoció el buey a su poseedor, y el jumento al pesebre de su amo; pero Israel no me conoció a mí, y mi pueblo no entendió los bienes que recibía de mi mano…
h) INFIEL A LOS CONSEJOS
Soberbio, amigo de su parecer. No quiere tomar parecer de otro, y así se precipita y estrella.
i) CRUEL PARA LOS JUICIOS
De cuanto para sí es remiso, para los otros es vigoroso… Veréis unos pecadorazos que en su vida y obras no son menos que unos demonios encarnados, y, sabiendo una falta de otro, la encaraman y condenan; jueces impíos que juzgan las intenciones, y todo lo echan a la peor parte.
j) DESVERGONZADO PARA LAS TORPEZAS
No es tanto mal pecar con encogimiento y recato; pero ventilar el pecado como los de Sodoma, hacer gala de la deshonestidad…
Y para decir en breve todos los males de este horrible mal: “yo no temo a Dios ni me importan los hombres” (San Lucas, 18, 4). Mire cada uno su corazón, tome el pulso a su manera de vida; y si hallare alguna de estas malas señales, tome con tiempo el remedio, antes que se acabe de endurecer. No todas las piedras son igualmente duras, aunque todas son piedras.
Fray Alonso de Cabrera
(tomado de “Verbum vitæ”)
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