Por Cosme Beccar Varela
Buenos Aires, 14 de Junio del año 2011 - 1046
Hace unos días, el periodista Jorge Lanata, fue entrevistado en el canal de noticias T26 por Marcelo Bonelli y otro periodista cuyo nombre no me acuerdo. Se trataba del caso Schoklender y después de las consabidas críticas inocuas a la corrupción, Lanata intentó salvar, contra toda evidencia, el buen nombre, la honradez y el mérito patriótico de la Bonafini y de las madres de plaza de mayo. Según él nadie puede atreverse a dudar de esas mujeres gracias a las cuales los argentinos han aprendido a perderle todo respeto a las FFAA.
Para probarlo, dijo Lanata: "Hoy cualquier bo.... escupe en la cara a un general y todavía éste le pide perdón".
La frase me impresionó mucho y mal porque, si bien es una exageración didáctica, en esencia es verdad. Cualquier atorrante insulta a un militar -si es que lo encuentra porque los militares, conscientes de este desprestigio, han abandonado el uso del uniforme- y no le pasa nada. El militar agredido, salvo algún héroe que quede por ahí, es muy probable que meta violín en bolsa, se haga el que no oyó y siga de largo.
Y la mejor prueba de esto es así es que Lanata y Bonelli, dos mercaderes de la noticia, dos individuos que viven de decir lo que saben que no les costará nada decirlo, uno lo dijo y los otros dos asintieron como si hubieran oído la cosa más normal del mundo.
Esto quiere decir que las FFAA ya no existen. Es inútil que algunos derechistas quieran mantener la ficción de que todavía se admira a los que combatieron contra la izquierda terrorista o que pelearon en las Malvinas. El público en general no tiene esa admiración y los más jóvenes ni saben de qué se trata.
Peor aún, los mismos militares que todavía tienen algún arma en la mano con alguna munición, hace ocho años que toleran en un silencio y en una pasividad vergonzosa que más de mil camaradas suyos estén siendo torturados en las mazmorras de esta tiranía sin atreverse a decir una sola palabra, y menos aún a realizar un solo gesto para exigir la inmediata libertad de esas víctimas. Entretanto, más de 120 han sido muertos en esas mismas cárceles por malos tratos y abandono de persona.
¿Qué respeto se puede tener por gente así? Yo no insultaría jamás a un general ni a nadie, pero exigirme respeto por esos militares que abandonan a sabiendas a sus camaradas en manos de la tiranía, eso no me lo pueden pedir, porque es imposible forzar los sentimientos. O se sienten o no se sienten. Y lo que yo siento por esos militares no es respeto. A lo sumo será lástima, una gran lástima por el miedo que tienen y por la ignorancia de sus deberes para con la Patria, que no existe sin Justicia.
Ellos son perjuros porque su juramento no es para con los cabecillas políticos de turno, ni con la democracia, sino con la Patria que está organizada en base a una Constitución Nacional que es violada descaradamente todos los días. Y ese juramento no lo están cumpliendo.
Ese perjurio no les sirve de nada porque los mejores van siendo pasados a retiro uno por uno mientras los peores son ascendidos y lo que es más grave, cada día que pasa los argentinos desarmados, impotentes, estamos más cerca de ser sometidos a una tiranía marxista más abiertamente violenta que la actual, que ya lo es en alto grado.
Las peores noticias no se saben, pero se sospechan. Sospecho que en el silencio de la noche y entre bambalinas, una Fuerza Irregular mejor armada que las FFAA oficiales está siendo preparada.
Lea en la "Sección Correo del Lector" de este periódico algunos párrafos de una "clase magistral" dada por Sergio Schoklender el 20 de Noviembre de 1999 sobre actualidad política en la "universidad" de las madres de plaza de mayo. Allí verá que propicia descaradamente la violencia como método de acción política.
Por ejemplo dijo: "Me habían preguntado si es posible ejercer el poder sin violencia después de haber tomado el poder por medios violentos. Y yo creo que no. Pero eso tiene que ver también con una definición política, yo no creo en la desaparición del Estado al menos en un primer momento del proceso revolucionario. Yo creo en un Estado al servicio de otra clase, que sea la que imponga sus condiciones ¡pero que las imponga! Si Fidel logró construir en Cuba no fue por las buenas."
Es decir, Schoklender no sólo es parricida, no sólo se ha enriquecido en forma poco clara sino que también es una activista de la revolución armada desde el poder hasta el extremo de elogiar los miles de fusilamientos cometidos por Fidel Castro. Y esto último es mucho más grave que el resto de su carrera criminal.
Este individuo, al parecer, tiene un grupo armado a su disposición de tal manera que conociendo sus ideas acerca de la violencia, creo que no dudará en usarlo cuando llegue la ocasión. En ese momento, señores militares, será tarde para detenerlo, porque el Ejército argentino, el glorioso Ejército argentino, que no tiene nada más que 18.000 soldados voluntarios de cuya disposición al heroísmo y a la obediencia puede dudarse y, en todo caso, que tienen un armamento obsoleto con munición para combatir sólo dos horas y media, será impotente para hacerlo, si es que quisiera, cosa de la que también puede dudarse dada su actual sumisión a esta tiranía que es precisamente la que organiza o permite que se organicen esas "Fuerzas Irregulares".
No estoy diciendo que los militares deben rebelarse. Hay muchas maneras de hacer valer su derecho y su organización que no violan la Constitución. Por el contrario, permitir que se la viole todos los días, eso es rebelarse contra la Patria. Y si no saben cómo hacerlo, que le pregunten a los militares brasileños, uruguayos y chilenos que supieron detener los excesos de los gobiernos de izquierda de sus respectivos países sin salirse del marco de la ley.
Lo que no se puede hacer es dejar el campo abierto para las "Fuerzas Irregulares" y que se mate a sus camaradas mediante encierros injustos que son verdaderos secuestros criminales.
De nada sirve despotricar contra los jueces que convalidan esas monstruosidades jurídicas. Todos saben, inclusive los que se quejan con razón de esa denegación de justicia, que los jueces que lo hacen no son tales sino servidores de la tiranía y que nunca cambiarán, por lo cual la queja es inútil. Lo único que podría cambiar la situación es una decisión de los generales de reclamar efectivamente la libertad de sus camaradas inconstitucionalmente detenidos junto con un clamor de la opinión pública debidamente esclarecida sobre las monstruosidades políticas que estamos presenciando.
Para quien entiende cuales son las garantías constitucionales que están siendo violadas el reclamo de los abogados que piden Justicia es convincente. Pero no para los jueces injustos a quienes la queja patina por sobre su endurecida conciencia, ni para la masa de la población cuyos cerebros están siendo sistemáticamente lavados por la falsa propaganda de "derechos humanos" montada en gran escala por la tiranía. Hace falta mucho más que un acto por año y un texto en Internet para revertir esa situación.
Cosme Beccar Varela
e-mail: correo@labotellaalmar.com
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