miércoles, 20 de julio de 2011

TAMBIÉN SIRVE CANTAR



Por Silvio H. Coppola



            Es penoso, para todos los aficionados al fútbol, que la selección argentina, haya quedado eliminada de manera tan temprano en los cuartos de final de la Copa América.
Pero es mucho más triste observar antes del último partido con Uruguay, el canto de nuestro Himno Nacional por un solista, con un acompañamiento musical indescifrable, que nada tenía de majestuoso, ni de marcial, ni de solemne, como siempre ha sido interpretado.
Situación que se dio también antes de los otros partidos, con la triste secuela de que aunque lo quisiera, le costaría mucho al público expresarse, como la mayoría seguramente hubiera deseado.
Entonces, de manera lamentable, la cámara de televisión enfoca a los presentes con la boca cerrada o mascullando algo y a los jugadores, con alguna excepción, sólo piafando y esperando el inicio de la competencia.
Se puede agregar que de manera muy diferente cantaron, por ejemplo, los chilenos su himno en sus partidos. Ahí se veían ganas y entusiasmo.
Lo que hace recordar a los rugbiers argentinos cantando en el mundial de Francia, nuestro himno a viva voz.
Esta introducción de solistas, a la manera norteamericana e impuesta indudablemente desde arriba, pareciera que tuviera como único fin: el silencio dócil y inexpresivo, de un pueblo al que no se quisiera dejar expresar, ni mucho menos, un sentimiento patriótico.
Un remedio adecuado, si lo aquí escrito causara preocupación, sería una interpretación coral en los actos públicos (en su caso, con la magnífica grabación de la orquesta sinfónica y coro del Teatro Colón de Buenos Aires), con el ritmo que corresponde y entonces sí que podría ser seguida en sus estrofas por el canto de la concurrencia.
Y es del caso señalar, que leyendo a viajeros europeos que visitaron nuestro país entre 1812 y 1835, llama la atención que destaquen la unción con que el pueblo cantaba el Himno, majestuoso como lo señalaron varios y “comparable” a la Marsellesa, según el francés Arsene Isabelle (“Viaje a la Argentina, Uruguay y Brasil”, Emecé, Buenos Aires). Por eso la actuación de solistas, sólo sirve para que el pueblo no intervenga y quede como espectador de algo, que lo tiene que tener como principal actor.
También sirve cantar para hacerse oír. Y también sirve para manifestar emocionalmente, lo que llevamos muy dentro del pecho.

LA PLATA, julio 18 de 2011.

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