Actualmente muchos dudan de la existencia del Infierno. Algunos ya no creen en la "Resurrección de la carne y la vida perdurable", sino que empiezan a creer en la "reencarnación". ¿Qué hay de cierto sobre el infierno? ¿Existe de verdad? ¿Cómo sabés que hay un infierno? ¿Acaso alguien estuvo ahí? Sí, sabemos que el Infierno existe, porque el mismo Jesucristo habló de él en el Evangelio.
A continuación reproducimos la estremecedora Visión del Infierno que Dios permitió a Santa
Faustina Kowalska, según lo escribió en su diario:
“Hoy, fui llevada por un ángel a
las profundidades del infierno. Es un lugar de gran tortura; ¡qué
imponentemente grande y extenso es! Los tipos de torturas que vi: la primera
que constituye el infierno es la pérdida de Dios; la segunda es el eterno remordimiento
de conciencia; la tercera es que la condición de uno nunca cambiará; (160) la
cuarta es el fuego que penetra el alma sin destruirla; es un sufrimiento
terrible, ya que es un fuego completamente espiritual, encendido por el enojo
de Dios; la quinta tortura es la continua oscuridad y un terrible olor
sofocante y, a pesar de la oscuridad, los demonios y las almas de los
condenados se ven unos a otros y ven todo el mal, el propio y el del resto; la
sexta tortura es la compañía constante de Satanás; la séptima es la horrible
desesperación, el odio de Dios, las palabras viles, maldiciones y blasfemias.
Éstas son las torturas sufridas por todos los condenados juntos, pero ése no es
el extremo de los sufrimientos. Hay torturas especiales destinadas para las almas
particulares. Éstos son los tormentos de los sentidos. Cada alma padece
sufrimientos terribles e indescriptibles, relacionados con la forma en que ha
pecado. Hay cavernas y hoyos de tortura donde una forma de agonía difiere de
otra. Yo me habría muerto ante la visión de estas torturas si la omnipotencia
de Dios no me hubiera sostenido.
Debe el pecador saber que será
torturado por toda la eternidad, en esos sentidos que suele usar para pecar.
(161) Estoy escribiendo esto por orden de Dios, para que ningún alma pueda
encontrar una excusa diciendo que no hay ningún infierno, o que nadie ha estado
allí, y que por lo tanto nadie puede decir cómo es. Yo, Sor Faustina, por orden
de Dios, he visitado los abismos del infierno para que pudiera hablar a las
almas sobre él y para testificar sobre su existencia. No puedo hablar ahora
sobre él; pero he recibido una orden de Dios de dejarlo por escrito. Los
demonios estaban llenos de odio hacia mí, pero tuvieron que obedecerme por
orden de Dios. Lo que he escrito es una sombra pálida de las cosas que vi. Pero
noté una cosa: que la mayoría de las almas que están allí son de aquéllos que
descreyeron que hay un infierno. Cuando regresé, apenas podía recuperarme del
miedo. ¡Cuán terriblemente sufren las almas allí! Por consiguiente, oro aun más
fervorosamente por la conversión de los pecadores. Suplico continuamente por la
misericordia de Dios sobre ellos.
¡Oh mi Jesús, preferiría estar en
agonía hasta el fin del mundo, entre los mayores sufrimientos, antes que
ofenderte con el menor de los pecados!”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los mensajes son moderados antes de su publicación. No se publican improperios. Escriba con respeto, aunque disienta, y será publicado y respondido su comentario. Modérese Usted mismo, y su aporte será publicado.