"Después de todo, el Frente
Nacional siempre ha sido sionista y siempre defendió el derecho de Israel a
existir" (Marine Le Pen)
ISRAEL PRESENTE
El vicepresidente del Frente
Nacional (FN) francés, Louis Aliot, realizó una visita a Israel, según
confirmara a la prensa Marine Le Pen, mientras era candidata a la elección
presidencial de 2012, quien es hija del fundador de ese partido de ultraderecha
Jean-Marie Le Pen.
Explicó Marine Le Pen a la radio
RMC que Aliot "se fue a Israel porque algunos franceses que viven allí
quieren reunirse con él (...), quieren conocer mejor el programa" (de las
elecciones que se realizaron este mes de mayo de 2012).
La visita de Aliot se produjo un
mes después de un viaje de Marine Le Pen a Estados Unidos, donde tuvo un
encuentro con el embajador de Israel en la ONU, Ron Prosor, calificado por el
ministro israelí de Relaciones Exteriores de "error".
Según Israel, Prosor creía ir a
una reunión de la legación francesa en la ONU, algo que niega el FN.
Marine Le Pen quería mejorar sus
relaciones del FN con la comunidad judía y la mala imagen del partido en la
prensa, acusado en varias ocasiones de antisemitismo.
Jean Marie-Le Pen, líder
histórico de la extrema derecha francesa, se enfrentó en los últimos años a
varios juicios por declaraciones de “connotaciones antisemitas”.
En febrero de 2011, menos de un
mes después de acceder a la presidencia del FN, Marine Le Pen dijo que lo que
"pasó" en los campos nazis fue "el súmmum de la barbarie",
en un intento de distanciarse de su padre.
EL GIRO SIONISTA DE MARINE LE PEN
Julio Román/Grupo Intereconomía.-
Sobre Jean-Marie Le Pen y su
partido cae frecuentemente la etiqueta de “antisemitas”. Algunos de los
derrapes dialécticos del que ha sido durante años el mascarón de proa del
partido podrían confirmar el juicio. Y aunque en el FN ha habido críticos con
el judaísmo o con el Estado de Israel, las cosas son más complejas.
En realidad, tan complejas como
lo que suele denominarse “extrema derecha” en Francia. Si el sentimiento
antijudío estuvo muy extendido en el Hexágono, no solo fue patrimonio de la
derecha más dura. Porque la izquierda tampoco hizo ascos al odio al judío. Y
durante los primeros momentos de la Segunda Guerra Mundial la xenofobia llegó a
tales extremos que incluso la propia comunidad judía francesa se mostró contraria
a los judíos ‘no asimilados’ procedentes del este de Europa.
Lo cierto es que la extrema
derecha francesa, y el propio Front National no pueden comprenderse sin un
factor clave en su desarrollo en el siglo XX: los procesos de descolonización,
en particular el de Argelia. Aquello abrió las puertas a un público que no solo
no procedía de los ambientes habituales de ese sector, sino que incluso venía
de los opuestos. En el caso de la guerra de Argelia, el enemigo común, el
‘frente árabe’, tejió lazos importantes con otra comunidad amenazada: la judía.
Y no solo en la tierra argelina,
donde la presencia de activistas judíos en las filas de los contraterroristas
está más que documentada, sino incluso a nivel internacional. De hecho, una de
las soluciones propugnadas por sectores de la Organisation de l’Armée Secrète
(OAS) consistió en copiar el modelo de Israel: aislar a la población de origen
europeo en torno a la región de Orán y configurar la OAS como un ejército
popular al estilo del Haganah o el Irgún israelíes. Era el colofón a una
admiración que se había fraguado en una lucha común contra el nacionalismo
árabe, personificada en la acción conjunta contra el Egipto nasseriano de 1956
-en la que, por cierto, tomó parte Le Pen como teniente- llevada a cabo entre
Reino Unido, Francia e Israel.
El mito israelí continuó
ejerciendo una profunda fascinación en el seno de ciertas franjas de la extrema
derecha francesa. En 1967 numerosos militantes participan en manifestaciones a
favor de Israel y la mayor parte de la prensa del sector defiende a Tel Aviv
como bastión de Occidente frente al enemigo árabe apoyado por la URSS. El
antisionismo en la ultraderecha, entonces, es una actitud exótica, reducida a
sectores residuales del propio sector, como el neonazi, o intelectuales, como
los representados por François Duprat y Maurice Bardèche.
Voluntario en Tsahal.
Precisamente el sector antisionista de la extrema derecha francesa es uno de
los que peor se ha tomado lo que denominan como “giro sionista” del Front National
emprendido por Marine Le Pen, y que ya le valió sus iras a otro ideólogo de la
ultraderecha, Guillaume Faye, que en 2007 publicó un ensayo, La nouvelle
question juive, en el que se mostraba partidario de la alianza con Israel y las
comunidades judías en Europa para frenar la expansión islámica.
La candidata también desató el
odio de los llamados “antifascistas”, que, en un ejemplo de coherencia, pasaron
de criticar las tomas de postura antisionistas de algunos miembros del FN a
realizar la misma labor con la política de cortejo al voto judío. No fueron los
únicos. Así, dentro de la comunidad judía, organismos como el Conseil
Représentatif des Institutions Juives de France (CRIF) o la Union des Étudiants
Juifs de France (UEJF) pusieron el grito en el cielo y llamaron al boicot ante
la propuesta de una emisora judía, Radio J, de entrevistar a la candidata del
FN.
Lo que dentro de la comunidad
judía francesa es denominado como el ‘judaísmo establishment’ ha seguido
cargando contra el Front, coincidiendo en las críticas con un histórico que se
alejó del partido, Farid Shami. Claro que la coincidencia solo iba en eso,
porque si el CRIF-UEJF agitaba la bandera del antijudaísmo, Shami explicaba su
salida acusando al FN de estar financiado por Israel…
Lo cierto es que una buena parte
del argumentario de campaña del Front despierta interés en la comunidad judía
francesa por su crítica a la islamización de Francia. Lo había explicado, unos
años antes, la consejera regional ‘frontista’ Sonia Arrouas, judía: “Muchos de
mis correligionarios están de acuerdo con Le Pen, pero tienen miedo de
reconocerlo en público. El antisemitismo avanza en Francia, y los responsables,
en su mayor parte, son originarios del Magreb”.
El número dos del partido, Louis
Aliot, recordaba que “se puede ser de confesión israelita y del FN”. El mismo
Aliot, en diciembre pasado, aterrizaba en Tel Aviv acompañado por Michel
Thooris, consejero en asuntos de seguridad de Le Pen, exsindicalista policial,
candidato por la octava circunscripción de votos franceses en el extranjero -la
que engloba a Israel-, judío y partidario de las colonias israelíes en
Cisjordania.
Aliot también se encargó de
reactivar el Cercle National des Juifs Français, creado en 1986 por
Jean-Charles Bloch y Robert Hemmerdinger. Este último, miembro del Front,
contaba con un currículo llamativo: combatiente en las Fuerzas de la Francia
Libre durante la Segunda Guerra Mundial, responsable de la caza de criminales
de guerra, en 1946 se alista en el entonces grupo terrorista judío Irgún y,
década y media después, en las filas de la OAS. Claro que el FN ya llevaba años
contando con otra asociación cercana, el Cercle d’Amitié Juive et Chrétienne,
vinculado al líder de su sector nacionalcatólico, Bernard Antony, y que contaba
en su directiva con el periodista Serge de Beketch, ya fallecido, que en 1967
había intentado presentarse como voluntario al Tsahal, el ejército israelí.
Además, personas del entorno de
Marine Le Pen, para enfado de ciertos sectores de la extrema derecha, se adscriben
a la comunidad judía, como es el caso de su consejero en asuntos económicos y
fiscales, Jean-Richard Sulzer, del que los ambientes antisionistas destacan su
participación en manifestaciones proisraelíes bajo protección de la Liga de
Defensa Judía.
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