jueves, 23 de agosto de 2012

ÉXODO DE JUJUY - 23/8/1812 - 23/8/2012



 Por Tcnl. José Javier de la Cuesta Ávila (LMGSM 1 y CMN 73)
EXODO DE JUJUY – 23 de agosto 1812 -(Una visión actual de un episodio trascendente de la Historia Patria).
La retirada estratégica del Ejército del Norte, convertida en evacuación humanitaria de los jujeños, ante la agresividad realista, muestra la siempre genialidad y el espíritu del grande de la Patria: General Don Manuel Belgrano.

                               Cuando se realiza una investigación histórica, se busca encontrar detalles que avalan lo ya conocido o aquellos, que, como “perlas”, arrojan nuevas luces, para entender y comprender lo sucedido en el pasado. Los investigadores de historia militar, generalmente, recuperan los hechos, indagando sobre tres aspectos,  lo que les ofrece el “terreno” (campo de combate), los “medios” (tropas y armamentos) y la “conducción” (personalidad del jefe), tratando de mostrar, así, como desde la armonía de las acciones, se arriba al triunfo (éxito) o el fracaso (derrota). El tema de la guerra, diríamos la “guerra civil”, en el Alto Perú, es una rica fuente sorprendente de antecedentes históricos que, en síntesis, muestran una sociedad colonial dividida, alentada a su independencia y, al mismo tiempo, preocupada por el significado que conllevaba dejar la tradicional dependencia real. Por eso, cada uno de sus episodios o momentos, tiene que ser ubicado en el amplio escenario de las luchas, ya que, evidentemente, como una firme cadena de acontecimientos, cada uno de ellos, tiene efecto en los restantes. Desde el punto de vista lógico, el análisis realizado, para dar traslado a lo acaecido, dándole vida actual, es un aporte valioso,  que contiene el efecto de hacerlo interesante, dar a las figuras del pasado la semblanza del presente. Por eso, mostrar al “Éxodo de Jujuy”, en sus realidades, trasladado a la visión de hoy, es una tarea atractiva para los historiadores, para obtener enseñanzas, con concepción didáctica, aplicables en el presente. Esta operación militar, concebida dentro de los enfrentamientos políticos, pensada como raíz y origen del futuro de la libertad, llena de orgullo a aquellos que descienden de esa estirpe de valientes que, con coraje y sabiduría, supieron enhebrar los acontecimientos, que, a lo largo de los siglos, se expresarían con el sabor a Patria.
                               Para evaluar las acciones en el norte del antiguo Virreinato del Rio de la Plata, es conveniente, iniciar el análisis, a partir de la reacción y situación en ese territorio. Juan Manuel de Goyeneche, con amplias actividades anteriores en Buenos Aires, había sido encomendado desde el Virreinato del Perú, para sofocar los movimientos independencistas. Hábil militar, con los medios adecuados, enfrentando una resistencia simple y débil en capacidades, avanza inexorable en su misión. El 19 de junio de 1811, libro la batalla de Huaqui, conocida también como del “Desaguadero”, con una amplia victoria, que le permitió la ocupación de las provincias del Alto Perú, incluyendo las ciudades de La Paz, Cochabamba, Chuquisaca y Potosí. Este accionar pone como llamativo, la  dureza, y aun crueldad, incluyendo “matanzas” y “destrucciones”, que lleva en el  trato a aquellos que se habían pronunciado en contra de España.  A partir de esta ocupación  realista exitosa, emprendió su marcha hacia el sur, para continuar su acción represiva. En tal sentido, designo, al recientemente ascendido Brigadier Pio Tristán, para comandar la vanguardia, compuesta por tropas seleccionadas, que, a principios de agosto del 1812, habían superado La Quiaca y se dirigían, por la Quebrada de Humahuaca, hacia la ciudad de San Salvador de Jujuy.
                               En el ámbito  patriota, el General Manuel Belgrano, designado Jefe del Ejercito del Norte, había llegado con algunos pocos efectivos a Jujuy, donde había sido recibido con beneplácito y alegría por la población, destacándose que, el 25 de mayo, había celebrado la fecha, enarbolando la bandera por el creada y motivando su juramento por las tropas y los pobladores. Los jujeños, alentados por las esperanzas de la libertad, encontraban en la figura de Belgrano, no tan solo al guía para el futuro, sino el escudo protector que cubriría, con efectividad, el derrotero al que se habían comprometido.
                                 El Gobierno porteño, consideraba imposible resistir a las fuerzas de Pio Tristán, que avanzaban recibiendo refuerzos y, detrás del cual, estaban las formaciones principales al mando de Goyeneche, prestas a concurrir en apoyo de su vanguardia. La intención del Triunvirato era dar batalla en Córdoba, donde se reforzaría a las tropas con otras provenientes de la región rioplatense y, así,  evitar perder lo poco que se tenía, con lo que se justiciaba, ampliamente, el disponer su repliegue hacia el sur.  Recordemos que, en aquel tiempo, solo Buenos Aires era la población en rebeldía, ya que los otros movimientos, habían sido anulados, al tiempo que, desde España, regresado el Rey al poder, se preparaban importantes fuerzas que, con su poder, anularían, para siempre, toda posible futura acción. Si Buenos Aires caía, todo el afán de libertad, hubiera quedado anulado, y los esfuerzos y sacrificios hubieran sido en vano, pues el único foco vigente dejaría de existir y servir de base para los movimientos futuros. La llegada del general José de San Martin, junto con otros experimentados militares, como es el caso de Alvear, está mostrando la importancia de la plaza, al tiempo, que su orfandad en calidad y capacidad , pero, al mismo tiempo, la importancia estratégica de Buenos Aires en el proceso general latinoamericano.
                                    Belgrano percibía, seguramente, que la conducción de Pio Tristán buscaba eludir el combate, sobrepasando los débiles esfuerzos de defensa, no dejándose aferrar a ellos, para mantener la libertad de acción, para avanzar con el menor esfuerzo posible,  tras el claro objetivo: Buenos Aires. Todo mostraba que este proceso estaba exitosamente en marcha, no encontraría dificultades en concretarse, y que, solo la suerte o la magnificencia divina, opondría las barreras que por los hechos concretos no podían materializar.
                                   El pueblo de Jujuy, en su mayoría, se había declarado a favor del accionar de Buenos Aires, con el acto expresivo recordatorio del 25 de mayo de 1812, en el cual se enarbolo y juro la Bandera de Belgrano, donde este expreso:
LLEGO, PUES, LA EPOCA EN QUE MANIFESTEIS VUESTRO HEROISMO Y DE QUE VENGAIS A REUNIROS AL EJERCITO A MI MANDO SI COMO ASEGURAIS QUERIES SER LIBRES…
                                   Pero, los acontecimientos se precipitan y ante la realidad de la orden recibida y los efectos sangrientos de los españoles, al recuperar poblaciones alzadas que se habían adherido a Buenos Aires, Belgrano dispone la EVACUACION de Jujuy y dice:
JUJEÑOS…LA PATRIA LES RECLAMA UN GRAN SACRIFICIO,  ABANDONAR LA CIUDAD Y LAS FINCAS, QUEMAR LOS CAMPOS SEMBRADOS, ARREAR LOS ANIMALES, SOLO DEBE QUEDAR TIERRA ARRASADA.
                                Se conoce  así, como EXODO DE JUJUY, a la operación en retirada hacia el Sur del Ejército del Norte, acompañado por la población de la ciudad y refugiados de Tarija y Chichas, a efectos no exponerse y eludir dar batalla a los españoles. El general Belgrano, al determinar la “evacuación” de la población jujeña, de alguna manera, estaba excediendo el mandato porteño y asumiendo la responsabilidad de protección de ella, aspecto que debe ser destacado. Una cosa hubiera sido el marchar con sus tropas y sus bagajes, pero otra, muy diferente, sería hacerlo con la población, que no lo quería hacer sola, sino llevando consigo todo aquello que consideraba de valor para evitar quede en manos de los realistas. Se recuerda, por ejemplo, la demora que se incurrió en la partida, a efecto de terminar de cargar algunas carretas con  bienes importantes, que sus propietarios no querían abandonar. La historia recuerda que Belgrano, en su bando, hizo saber que sería “fusilado” aquel que se quedara, pero, en la realidad, no lo hizo, y los dos que fueron ejecutados, eran soldados de sus fuerzas que desertaron y que, de no castigarse este incidente, se corría el riesgo de que algunos mas lo hicieran. Hay que ubicarse en el ambiente del momento, en el cual el temor se había adueñado de la población, que veía que sus protectores militares se alejaban, lo que les dejaba en manos de los realistas, cuya crueldad se había ya mostrado, lo que ponía en juego “vidas y haciendas” en uno de esos juegos del destino que escapan de la voluntad humana.
                                Los efectos de esta “evacuación” están claramente expresados en el parte que envía Pio Tristán, que dice:
ESTABA DESIERTO Y DESMANTELADO Y ESPANTADO POR EL ASPECTO TRISTISIMO DE AQUELLOS LUGARES DESANPARADOS Y DE AQUELLAS CALLES MUDAS Y TRISTES, DESPUES DE LA AGRADABLE ANIMACION DE OTROS TIEMPOS. BELGRANO ES IMPERDONABLE…..
                                  Para evaluar la decisión del repliegue, es interesante, saber quiénes eran los jefes realistas que conducían las operaciones contra los “insurgentes” alentados desde Buenos Aires. El jefe, era el Brigadier José Manuel de Goyeneche y Barreda, con una larga carrera militar y diplomática, comenzada como cadete en 1783 y que culminaría como Teniente General en 1814. Como detalles a tener en cuenta, fue Coronel del Cuerpo de Arribeños  y ayudante del Virrey de Melo en Buenos Aires.  Era realmente un soldado profesional, preparado para la guerra y con un alto espíritu militar y de servicio hacia el Rey español. El jefe de la vanguardia fue el Brigadier José Pio de Tristán Moscoso, también con brillantes antecedentes militares, ya que formo parte del regimiento de Soria,  con acciones en América y España. Se recuerda que Pio Tristán estudio en la Universidad de Salamanca, donde conoció y compartió con Manuel Belgrano. Es decir, eran dos hombres curtidos en la acción y decididos en los hechos, nacidos en América, pero enrolados firme y totalmente en la causa realista, con  antecedentes militares destacados y experiencia de combate adecuada, lo que lleva a pensar que la conducción de las operaciones era lógica, correcta y altamente profesional. La situación militar en el Alto Perú mostraba, claramente, un escenario en el cual las fuerzas realistas tenían y estaban en un grado de potencia para el combate altamente superior a la de los patriotas que, pese a su entrega y sacrificio, resultaban netamente inferiores.
                             Toda la situación, recordemos que era una clásica “guerra civil”, hacia que cada paso o actividad de un bando o el otro, era conocida, casi de inmediato, por el otro, así que, posiblemente, los jefes realistas, en particular Pio Tristán,  conocían las órdenes recibidas desde Buenos Aires y, eso, lo llevo a continuar el avance, sin esperar refuerzos de Goyeneche, tal como el mismo luego señalaría, como descargo, ante las derrotas que seguirían en Tucumán y  Salta. El abandono o evacuación de Jujuy, ordenada por Belgrano, fue, en realidad, parcial, ya que fue obedecida solo por aquellos que, de alguna manera, temían por sus vidas, quedando algunos  que se enrolaban en el bando realista. Este episodio ha quedado registrado en la historia, por el hecho de que, arribado a Jujuy, Pio Tristán, designa nuevas autoridades, entre los que aun estaban en la ciudad, cuyos nombres quedan registrados en las actas correspondientes. Además, como detalle de interés, se observa que los realistas no proceden a la destrucción de la ciudad, ni a tomar presos, ya que, evidentemente, no se repetía lo que había pasado, por ejemplo, en La Paz. Si bien, aquellas crueldades fueron ejecutadas por Goyeneche, todo debe hacer suponer, que su subordinado, Pio Tristán, estaría obligado y motivado, para obrar en consecuencia, lo que no sucedió pues la situación de rebeldía no quedo materializada.
                     Cuando analizamos, con los parámetros del presente, la operación del “Éxodo de Jujuy”, descubrimos en ella, una de los más brillantes “operaciones de engaño”, seguramente, no concebida como tal por el General Belgrano,  pero efectivamente materializada en los hechos, más descollantes y digna de su estudio en las academias militares. El General Belgrano, con medios (tropas y armamentos) menores a los de los realistas y con pocas posibilidades de enfrentarlos, “cumple” las órdenes recibidas de abandonar la posibilidad del enfrentamiento y retirarse. Es aquí, sin dudas, donde aparece, sublimada, una vez más, la figura del prócer, ya que no abandona a los jujeños, que se habían declarado a favor de los postulados porteños,  sino que los “lleva” en su “escape”, junto con los refugiados de Tarija y Chichas, arriesgando, posiblemente, sus propios tiempos de retirada, por el mayor peso de la acción emprendida. Pero, evidentemente, este accionar, seguramente, crea, en Pio Tristán, la idea de que Belgrano cumplirá lo ordenado por los porteños y, sin combatir, marchara hacia el Sur, lo que, consecuentemente, daba libertad de acción para el avance, lo que lo lleva a no esperar refuerzos, conforme lo pensaba Goyeneche, y comenzar una suerte de “persecución”, para aproximarse al objetivo de Buenos Aires. Posiblemente, en la mente de Pio Tristán, surgía y estaba claro que la rebelión había perdido fuerza, encontrando muestra  en  el recibimiento que había logrado en Jujuy, lo que se refuerza como idea, en el hecho de que, después de Tucumán, marcha para reorganizarse al aparente “refugio” de Salta donde, evidentemente, esperaba algunos refuerzos que lo repotenciarian para volver al cumplimiento de su misión. Durante la marcha hacia el Sur, las escaramuzas entre las avanzadas realistas y las retaguardias patriotas, muestran el hostigamiento de los primeros y la protección que dan los segundos, al proceso de evacuación, lo que lleva a confirmar, en la práctica, con hechos concretos, esta nuestra suposición histórica.
                          La fase “retirada estratégica”  (Éxodo) culminara el 24 de septiembre en Tucumán, cuando los realistas avanzan, sin avizorar los riesgos y peligros, que su osadía los estaba conduciendo, y caerán derrotados en la Batalla del Campo de las Carreras, en una operación “sorpresa”, materializada por el abrumador ataque gaucho a su columna, que, seguramente,  intenta “desbordar” la ciudad, lo que mueve a Pio Tristán a abandonar el campo de combate y buscar apoyo en Salta.  Tucumán, de esta manera, se convierte en la “Batalla de la Patria” y será la base del camino de retorno a sus hogares de los jujeños después del 20 de febrero de 1813. De esta suerte, Jujuy, Tucumán y Salta, son los diamantes de la corona en las sienes de un país que nacía y del cual era artífice singular el General Manuel Belgrano.
                      La historia está llena de episodios que conmueven al ser recordados y, ese ejercicio intelectual, desarrollado por aquellos que penetran en el pasado para investigarlo, es una manera honesta, sana y sincera de honrar a la Patria, por eso es conveniente, como una suerte de recuerdo, repetir algunos pocos nombres, dentro de una cantidad importante, de aquellos jujeños que marcharon con Belgrano, entre ellos, tenemos a: Martin Oteo, Alejandro Torres, Miguel de Bárcena, Antonio Rodrigo, Joaquín de Echeverna, Gabriel del Portal, Francisco Calderón, Rafael Eguirre, Ignacio Noble Carrillo, Saturnino de Eguia, Ventura Marguiegui, Tomas Gómez y Marino Corillaiza .
                    En el año 2010, en el Instituto Nacional Belgraniano, a instancias de la Asociación de Damas Jujeñas, como homenaje a Belgrano y Jujuy, al relatar sobre el “Éxodo Jujeño”, termine con las siguientes estrofas que a continuación rescato:
                              -. Cuando se llega a Jujuy y se siente su cálida gente
                                Cuando por sus calles se escucha su silencio estridente
                                Cuando se sabe su pasado glorioso siempre naciente
                                Sabemos que Belgrano existe y esta junto al presente.
                                -.El eslabón de la gloria al caminar es  un sendero
                                Que cuenta las tristes notas de miles de quenas
                                Recordando las luchas brillantes como derrotero.
                                -. Cuando llegamos a agosto en el jujeño señero
                                Cuando las cajas repican su ritmo de chaya
                                Cuando  brota orgullo por lo que hemos sido
                                Florece la Patria, Jujuy argentino en el cielo.
               Como dicen estas estrofas, “florece la Patria” en cada uno de los gestos y acciones, que encadenan hechos y glorias, en una sucesión de actos, en los que campea el valor y la decisión de aquellos que son nuestros padres, que soñando un país mejor, lleno de honores y noblezas, nos dieron como legado nuestra Argentina.

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