Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata, dedicó
su
reflexión televisiva semanal en el programa “Claves para un Mundo Mejor” (América TV), para reflexionar sobre
aspectos de la comunicación, las nuevas TICS y la verdadera relación entre las
personas.
“Quiero comentarles algo que he leído
recientemente en varios estudios y, aún, en artículos periodísticos en diarios
del exterior: es el cambio que las nuevas tecnologías aplicadas a la comunicación
están produciendo sobre las relaciones humanas y, especialmente, sobre las
relaciones afectivas”, dijo.
Indicó que la actual “comunicación inmediata y continua tiende a la banalización,
a un bla bla que carece, por lo
general, de contenidos. La intención es estar siempre, viendo lo que
está haciendo el otro, comprobar si está conectado, o si no lo
está; si me responde de inmediato, o no me responde”.
A
partir de unos estudios que ha leído manifestó que “ya el
teléfono es casi una antigüedad, el teléfono celular también, los mensajes de
texto están pasando de moda y ahora con “skype”, el “twitter” o el “WhatsApp” cualquiera puede hacer una especie
de seguimiento instantáneo de otras personas que supera las barreras del
espacio y del tiempo. Esto crea ciertas dificultades, aunque no parezca, porque
todos estamos encantados con esta posibilidad”.
Ello
hace que se esté “perdiendo un cierto aspecto que
podríamos llamar “ritual de las relaciones interpersonales”. Uso a propósito la
palabra “ritual” por una referencia al Principito”. Y comentó que en libro de Antoine de Saint-Exupéry “hay una escena fantástica
que es el encuentro del Principito con el Zorro.
¿Qué le dice el Zorro? Dice que los ritos son necesarios y le
explica al chiquito de cabellos rubios, si tú vienes mañana a las cuatro, yo
desde las tres estaré esperando y me estaré preparando para tu llegada. También en la música son
importantes los silencios. Por eso es necesaria la distancia, una justa
distancia, que hace mucho más sabroso el encuentro”.
Si
bien señaló que no quiere decir “que hay que volver a establecer las pautas
relacionales que eran propias de cuando no existía ni siquiera el teléfono” todo esto da la impresión de
que “se
está poniendo en juego algo muy importante, muy valioso. No sea cosa que por
ser ultramodernos perdamos la calidad humana de ciertas realidades que, si bien
van cambiando siempre en sus modos, conservan algo que es irreemplazable, como
el sentido humano de la relación y la conciencia que uno tiene de uno mismo y
del otro”.
“Este valor se pierde por
completo si desaparece esa cierta distancia y los necesarios momentos de
ausencia que nos hacen pensar, que nos hacen evaluar cómo está desarrollándose
la amistad y, que al mismo tiempo también, nos permiten desear y preparar el encuentro
personal. Es decir nos llenan de esperanza, de alegría. Esa es la expectativa
de la cual el Zorro le hablaba al Principito”, culminó Mons. Héctor Aguer.
Adjuntamos el texto completo de la alocución
televisiva de Mons. Héctor Aguer:
“Hoy
quiero comentarles algo que he leído recientemente en varios estudios y, aún,
en artículos periodísticos en diarios del exterior. Es el cambio que las nuevas
tecnologías aplicadas a la comunicación están produciendo sobre las relaciones
humanas y, especialmente, sobre las relaciones afectivas”.
“Ya el teléfono es casi
una antigüedad, el teléfono celular también, los mensajes de texto están
pasando de moda y ahora con “skype”, el “twitter” o el “WhatsApp” cualquiera puede hacer una especie
de seguimiento instantáneo de otras personas que supera las barreras del
espacio y del tiempo. Esto crea ciertas dificultades, aunque no parezca, porque
todos estamos encantados con esta posibilidad”.
“Pero fíjense lo que se
viene estudiando ahora: se advierte que no es posible estar todo el tiempo
siguiendo a alguien, que no es posible estar siempre conectados, siempre
pegoteados -podríamos decir-, sino que también es importante la distancia, que
tiene un valor la ausencia y que esa pausa permite una preparación adecuada
para los encuentros”.
“Se está perdiendo un
cierto aspecto que podríamos llamar “ritual de las relaciones interpersonales”.
Uso a propósito la palabra “ritual” por una referencia al Principito. ¿Han
leído ustedes el libro “El Principito”, de Antoine de Saint-Exupéry? Ahí hay una escena fantástica que es el encuentro del Principito
con el Zorro. ¿Qué le dice el Zorro? Dice que los ritos son necesarios y le
explica al chiquito de cabellos rubios, si tú vienes mañana a las cuatro, yo
desde las tres estaré esperando y me estaré preparando para tu llegada. También
en la música son importantes los silencios. Por eso es necesaria la distancia,
una justa distancia, que hace mucho más sabroso el encuentro”.
“Se
nota ahora que ya incluso los mensaje de texto en el celular son una
antigualla, porque ellos todavía requieren una cierta expresión literaria. Si
alguien quiere enamorar una chica o decirle algo lindo a un amigo, o lo que
fuere, piensa muy bien cómo lo dice y el otro descubre en ese lenguaje el
carácter de los sentimientos”.
“En
cambio ahora esta comunicación inmediata y continua tiende a la banalización, a
un bla bla que carece, por lo general, de contenidos. La intención es estar
siempre, viendo lo que está haciendo el otro, comprobar si está conectado, o si
no lo está; si me responde de inmediato, o no me responde”.
“Yo
no quiero decir que hay que volver a establecer las pautas relacionales que
eran propias de cuando no existía ni siquiera el teléfono, pero me dio la
impresión, cuando leí estas cosas, que se está poniendo en juego algo muy
importante, muy valioso. No sea cosa que por ser ultramodernos perdamos la
calidad humana de ciertas realidades que, si bien van cambiando siempre en sus
modos, conservan algo que es irremplazable, como el sentido profundamente
humano de la relación y la conciencia que uno tiene de uno mismo y del otro en
la relación”.
“Este
valor se pierde por completo si desaparece esa cierta distancia y los
necesarios momentos de ausencia que nos hacen pensar, que nos hacen evaluar
cómo está desarrollándose la amistad y, que al mismo tiempo también, nos
permiten desear y preparar el encuentro personal. Es decir nos llenan de
esperanza, de alegría. Esa es la expectativa de la cual el Zorro le hablaba al
Principito”.
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