sábado, 2 de enero de 2010

KIRCHNER Y LA AUTOAMNISTIA POR INTERPOSITA PERSONA



por Jorge Raventos


La autoamnistía del 22 de septiembre de 1983, con la que el Proceso intentó cerrar para siempre la discusión de los años de plomo y las responsabilidades emergentes de aquellos enfrentamientos, tenía -por comparación con la "operación detergente" que los Kirchner han consumado sobre su patrimonio con la mediación de varias instancias judiciales- la virtud de la franqueza: un grupo de imputados de delitos gravísimos decidía, por sí y ante sí, absolverse. Y ponía su propia firma para hacerlo, asumía con transparencia la condición de "juez y parte".

Néstor Kirchner, que ya había inventado (y todavía practica) la presidencia por interpósita persona, acaba de enriquecer la jurisprudencia consumando una autamnistía por interpósitos actores de la familia judicial: magistrados que absuelven sin examen, fiscales que renuncian a la apelación, cámaras que consideran una formalidad el doble escrutinio de un incremento patrimonial como el de la familia presidencial (sólo referido, como aclaró el propio Néstor Kirchner, a los "hechos reales" y no a los "bienes ocultos") que llegó al 572 por ciento.

Conviene hacer memoria y recordar de qué sirvió aquella autoamnistía sin maquillajes de 1983 para imaginar cuál puede ser la suerte de esta declaración de inocencia que el ventrílocuo Néstor Kirchner ha extendido a la familia que él integra adquiriendo voces y modos leguleyos de terceros. "No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague".

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