jueves, 4 de marzo de 2010

SISMO CEREBRAL EN OLIVOS



Por el Lic. Gustavo Adolfo Bunse


Mi vida es un erial
flor que toco… se deshoja…
y en mi camino fatal…
alguien, va sembrando el mal,
para que yo lo recoja…
La República

Lo que armó el matrimonio para el 1º de marzo es lo más parecido a la película “El Golpe” y constituye el precedente de burla más ordinaria de un gobierno a su parlamento en toda la historia argentina.

Las cosas las hacen como si quisieran ser expulsados del gobierno de un modo violento. Como si quisieran convertir en letrina, de un solo golpe, la prudencia, la paciencia, la templanza, la tolerancia y la abnegación de la ciudadanía toda.

Se ha dicho aquí… que están completamente cebados.

Pues tienen una clara medida de la vergonzosa mansedumbre social.

Desde los sucios visillos de Balcarce 50 se puede ver el erial de un pueblo indolente… un plexo popular impertérrito.

Programan cada cosa como una estafa a la buena fe. Véase esto:

La ministro de defensa argentina que confundió hace muy poco el orden cerrado con el orden de batalla, recibió, hace tres meses, una pequeña esquela firmada por la presidente.

En ella, le ordenaba que estudie la conveniencia de programar y llevar a cabo desfiles militares especiales con las tres Fuerzas Armadas y con las Fuerzas de Seguridad, en varias ciudades del país para el próximo 25 de mayo.

Supuestamente, entonces, tiene que proponer un formato de desfile para ser ejecutado dentro de 84 días.

O acaso también… decida proponer... que no se haga nada.

Y eso, para no tener que verse obligada a vivir el terrible regusto amargo de proveerles a los uniformados ni un solo gramo de material… aunque este sea para la más inofensiva y miserable cosmética visual.

Pero todavía no decidieron el 90% de estas cosas… simplemente porque Hebe de Bonafini ha dicho que… si vuelven los desfiles, dentro de poco pueden volver todas las atrocidades (sic). Junto con Luis D’Elía es una de las asesoras más preclaras de la presidente.

Ni en este… ni en muchos otros temas de prioridad nacional tienen decidido que rayos hacer. Llegado el caso pues, profanarán la buena

Como en cualquier episodio poco común o raro de la naturaleza, ellos ignoran por completo lo que ocurrirá. Ignoran incluso lo que correspondería que ocurra al día siguiente, es decir, ignoran también aquello que es estrictamente de rutina.

Y lo más grave… es que les importa un verdadero bledo no saberlo.

El horizonte visual de este gobierno, ni siquiera llega a las 24 horas.

Uno solo de los ejemplos, es la crisis vigente de inseguridad pública que sufrimos… y que jamás han querido asumir como su absoluta y única responsabilidad por la evidente e inconcebible actitud de 6 años y medio de papar moscas.

A muchos seguramente les va a llegar muy tarde la noticia de que eran simples aventureros. De un grado de mediocridad e improvisación que habrá de aparecer, ante los ojos de muchos… como algo increíble.

Pero no está muy lejos de saberse.

Una suerte cómplice e inaudita, los ha venido acompañado ya bastante.

Supongamos por un instante que, un día de estos, ocurre en el país una catástrofe de cierta magnitud. Digamos por ejemplo un terremoto, una epidemia ó una contaminación generalizada.

Ni hablemos de algún accidente nuclear muy grave por el lamentable estado de mantenimiento de nuestras precarias centrales atómicas.

Lo primero que uno se imagina es que, si se presenta en la Argentina alguna tragedia de esta naturaleza, entonces… sin ninguna duda, sin el menor margen para que sea de otro modo; estamos fritos.

Pilatos y señora… se habrá de lavar las manos y… sálvese quien pueda.

En pocas horas, todo será un caos hecho y derecho.

La terrible precariedad de los medios sanitarios y la fulminación del planeamiento, mostrará un gobierno que se mueve “a vela” y que sólo navega si tiene viento a favor.

Sin esas condiciones… anda al garete.

Es una típica gestión “a vela”

Sin duda, las zonas afectadas por la calamidad se convertirían muy pronto en formidables focos sépticos. Todos los territorios adyacentes empezarían a contaminarse por las pestes que ocurren cuando queda, en el escenario, un cementerio a cielo abierto.

¿Creemos que esto no puede pasar aquí? Veamos:

Seguramente esta gente, sin planes y sin la menor idea de cómo proceder, la pondría a ella para hacer uno de sus discursos retóricos de alcalde de Río Gallegos y nos comprometería a todos culpabilizándonos sobre que los más afectados fueron los pobres asegurándonos que el desastre “no se va a volver a repetir”.

No pudiendo mandar a fusilar a ningún sismólogo, entonces buscaría culpables entre los médicos y entre los rescatistas.

O quizás, con la autorización previa de Hebe de Bonafini, dispondría que se debe movilizar al ejército.

Trátase del referido ejército de desfile, sin combustible ni munición.

Y acaso descubra entonces (ya muy tarde), que los vehículos no tienen mantenimiento… ni aceite, que los helicópteros ya no funcionan, que todos los pontones de emergencia se hallan arrumbados, que la logística ha colapsado y que los medios operativos disponibles son todos del año ’30.

Como verdaderos sátrapas, se sorprenderán mucho cuando vean que los medicamentos para emergencias no existen en ningún hospital.

Ni siquiera para atender los casos de las urgencias cotidianas.

Que los enfermeros y los médicos están expulsados de los hospitales, no disponiéndose de personal con experiencia, que Chávez y Fidel no les envían una ayuda inmediata porque están enfrascados en otros problemas, que las empresas que pueden ayudar fueron ahuyentadas del país, que no existe capacidad de alojamiento sanitario en ningún lugar del territorio y que no hay ambulancias para usar.

Que no queda otra opción que improvisar cualquier cosa, por cuanto nada, absolutamente nada, se puede poner en apoyo del desastre.

Sin ninguna duda, en un caso así, habremos de descubrir que, en realidad, somos Sudán. Y que el presidente de Etiopía, al lado de nuestra presidente… es Abraham Lincoln.

Descubriremos también, seguramente, ese terrible día, a un gobierno improvisado hasta los tuétanos, ignorante de los correctivos y un conjunto de ministros sin imaginación. Con el único deseo de exhibir protagonismo y con la conducta de vulgares tributarios de la aventura.

Que el país, en realidad, en estos años, no creció un bledo, y que no se puede encontrar por ningún lado la mentada recuperación.

Que todo es absolutamente artificial.

Que no sirven, en esos casos, ni los decretos de necesidad y urgencia ni los pedidos plañideros, ni las convocatorias a todos los partidos políticos a quienes, casualmente, la presidente jamás llamó ni siquiera para el mísero protocolo de la democracia formal.

Que a pesar de tener una enorme suerte en todas las carambolas de la vida, a pesar de haber agarrado la presidencia de chiripa, a pesar de un contexto internacional con viento de cola y a pesar de que nadie se quejó en 6 años por el salvajismo impositivo, a veces llega un desastre fenomenal o el terremoto como el de Caucete y le dejan al desnudo, de un solo golpe, todas las barajas del mazo que todavía no le habían salido.

La peste negra de Europa del siglo XIV será un cuento de Blanca Nieves.

En pocos meses empiezan las internas y la campaña solapada.

En ese lapso, sin dudas, a este gobierno, le pueden ocurrir aún algunos inconvenientes que ni siquiera ha considerado… y que probablemente le van a hacer perder en el Congreso las iniciativas más extravagantes que tiene para salvar el pellejo en sus últimos estertores.

Y tal vez, precisamente por esto último… está produciendo estos hechos insólitos de flagrante violación constitucional, casi como una provocación tendiente a autogenerar un clima de zozobra.

Después de eso… lo más fácil es victimizarse.

La calamidad y el sufrimiento de todos… parece el precio para todas estas cosas, en un camino tan incierto… que luce como lo más parecido a una lotería.

En el despacho de Catalina de Médicis se cohonesta la violación serial.

Ella, mareada absolutamente de poder, firma todo..., aceptando lo que decide el Papa Gregorio XIII en Olivos. Ni siquiera tiene idea de su propio porvenir en 48 horas.

Sin dudas, para estos aventureros, llegar al 2011 puede ser un siglo.

Un sismo cerebral los acorrala en su residencia… cada mañana.

Lic. Gustavo Adolfo Bunse
gabunse@yahoo.com.ar

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