Por Silvio H. Coppola
Hace minutos, al dar la cero hora de hoy 9 de Julio, la Cadena Nacional de Radiodifusión, desde la ciudad de San Miguel de Tucumán, cuna de la Independencia, transmitió lo que llamó Himno Nacional Argentino. Con gusto uno esperaba oír el Himno como siempre lo escuchó y lo cantó,solemne y majestuoso, marcial y viril.
En cambio se hizo oír una introducción y la parte no cantada, con bandoneón y piano electrónico, para quitarle su propia esencia y al ritmo de algo que parecía menos de una milonga, pero con un propósito claramente desnacionalizante de algo propio y tradicional. Con un coro y canto solista, totalmente desafinado y a destiempo, por personas que iban caminando por la histórica casa, como si fueran entrando a un partido de fútbol.
Ya en la calle y al estar terminando esta función, el público presente no sabía qué cantar ni cuándo lo podía hacer. Parecía un festival, como en realidad lo era, de aficionados. Y como parte del mismo, los soldados callados y a un costado de la entrada de la casa, mudos testigos de la política de desprestigiar a las fuerzas armadas y de sacarle cualquier ilusión de protagonismo, incluso en las fiestas patrias.
Este engendro no es casualidad.
La política marcada viene desde arriba y se trata de terminar con toda la cultura que sea tradición y una de las muestras es este himno trasnochado.
Como final de la conexión, se oyó una voz que reemplazando el y juremos con gloria morir, decía y juremos con gloria vivir. O sea, no tengamos ningún propósito trascendente y menos para la Patria, y pensemos solamente en vivir, aunque claro, aunque sea sin gloria y se diga lo contrario.
Morir por la Patria pasa a ser una estupidez. Aún como idea. Mejor sobrevivir como sea.
Aunque muchos de nosotros hayan nacido, solamente porque otros, en otras épocas, dieron su vida por nuestra Patria.
LA PLATA, Julio 9 de 2010.
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