Un veintiocho de enero del año sesenta y dos
nacías para mi orgullo, y por suerte sos varón,
con amor con sacrificios te educamos
Claudio a vos, tu madre con sus arrullos caricias
y todo su don de mujer enamorada con cariño
te cuidó.
Después pasaron los años, mas la familia creció
primero llegó tu hermana, y orgulloso estabas
vos, y después un angelito que a nuestro hogar
descendió, Gabriel le dimos por nombre, ¡bendito
sea mi Dios!
Y a vos, Claudio, hijo mío, la Patria te convocó
primero con el servicio militar que cumpliste
con honor, y en el campo de la vida te abrías
paso a sudor, sin importar que las espinas te
sangraran en tú intención.
La celeste y blanca bandera que alberga tu
corazón hace que te sientas hombre orgullo
de tu Nación.
Después la Patria peligra, está en juego tu Nación,
a las reservas convocan, y al instante estabas
vos. Una isla está en tu mente de Argentino y
de varón, y un pecho lleno de orgullo pusiste
en la cuestión.
Y allí llegaste, Claudito, ¡bendita esa región!
Bendita esa bandera que defiendes con amor.
Como yo, hijo querido, muchos padres sufrirán
pero al pensar en la Patria las tristezas ya no
están.
Ya no importa el resultado de la contienda en
cuestión pues a tu pueblo, hijo mío, le entregas
tú corazón.
Y sabiendo que algún día vendrá la normalidad
y al retornar a tu casa satisfecho de luchar, te
sentirás hombre libre, pero sometido jamás,
y recordá hijo mío que lo que dicen es muy cierto:
mas vale un valiente muerto, que miles
cobardes vivos.
Papá Juan
Mayo 1982
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