sábado, 22 de septiembre de 2012

MONS. AGUER SE REFIRIÓ A SAN JERÓNIMO, MONS. JUAN STRAUBINGER Y LAS TRADUCCIONES DE LA BIBLIA




MONS. HÉCTOR AGUER, Arzobispo de La Plata y miembro de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, que esta semana fue uno de los 36 Padres Sinodales designados expresamente por el Papa Benedicto XVI para participar de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos que tiene como tema “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”, y se realizará en el Vaticano, desde el 7 al 28 de octubre, destacó en su reflexión televisiva semanal, en el programa “Claves para un Mundo Mejor” (América TV), que este mes, para la Iglesia, es el mes de La Biblia. 

Cabe destacar que el nombramiento es una valiosa distinción para el Arzobispo de La Plata pues el Santo Padre nombró sólo 36 Padres sinodales, de los cuales 12 son cardenales, 20 arzobispos y obispos, y 4 sacerdotes. Entre ellos está Mons. Héctor Aguer y otros 7 latinoamericanos, que participarán junto con los obispos que representan a los distintos episcopados del mundo (más datos en www.ucalp.edu.ar). 

En su columna televisiva, hoy, manifestó que este mes de septiembre “es conocido en la Iglesia Católica como el mes de la Biblia porque “el 30 de este mes se celebra la fiesta litúrgica de San Jerónimo”, quien “vivió entre los años 340 y 420, orientó la mayor parte de su trabajo personal, como intelectual que era y como sacerdote, al estudio de la Sagrada Escritura”. Y recordó que “el Papa Dámaso, del cual fue secretario, le encargó una versión latina de la Sagrada Escritura que, como ustedes saben, está escrita originalmente en hebreo y en griego. San Jerónimo realizó esa traducción latina que ha pasado a la historia con el nombre de Biblia Vulgata. Por eso la Iglesia venera a San Jerónimo y nos lo propone como patrono en la lectura y en el amor a la Sagrada Escritura”. 

Señaló que hay dos traducciones hechas en nuestro país: “la llamada “El Libro del Pueblo de Dios”, debida principalmente al trabajo de un sacerdote platense, Mons. Armando Levoratti, y la que elaboró en La Plata Mons. Juan Straubinger, un sacerdote alemán que, él solo, tradujo la Biblia entera, con abundantes notas explicativas muy útiles para una lectura espiritual”. 

Además explicó que “la Sagrada Escritura es como una carta que Dios nos ha dirigido” y afirmó que nos encontramos “en los libros bíblicos con un despliegue literario y cultural admirable. Desde el punto de vista literario,  artístico, podríamos decir que no hay libro en toda la historia de la humanidad que tenga la belleza y la variedad de la Biblia”. 

Además destacó que para los cristianos “tiene un valor superior porque allí encontramos la Palabra de Dios. Por eso en este mes de septiembre la Iglesia quiere exhortarnos a que hagamos de la lectura bíblica la fuente de nuestra oración, de nuestra meditación, de nuestra reflexión, de nuestro crecimiento en la fe”. 

Mons. Héctor Aguer indicó que “para acercarse cristianamente a la Biblia hay que tener en cuenta que esos libros constituyen una unidad. El Antiguo y el Nuevo Testamento están íntimamente vinculados entre sí. San Agustín decía que en el Antiguo Testamento el Nuevo está latente, y en el Nuevo el Antiguo se hace patente”. 

Pidió tener en cuenta, al leer la Biblia, que lo que tratamos de buscar en ella es a Cristo. Siempre buscamos a Cristo: en el Antiguo Testamento porque profecía de Cristo y en el Nuevo porque es expresión, testimonio de Cristo, de su vida, de su muerte y resurrección, de su enseñanza. Allí tenemos entonces la fuente de la más auténtica espiritualidad cristiana”. 

Por último comentó que existen muchos comentarios de la Biblia” con “los comentarios exegéticos, obras que ofrecen explicaciones científicas desde el punto de vista lingüístico, histórico, cultural, etc.; pero lo que nos importa es leerla con el espíritu con que fue compuesta. Es decir invocando al Espíritu Santo para que nos ayude a hacer fructuosa esa lectura y ayudándonos, sobre todo de las notas que ilustran el texto en las ediciones católicas con comentarios doctrinales y espirituales que proceden de la tradición de la Iglesia y especialmente de los Santos Padres”. 

Adjuntamos el texto completo de la alocución televisiva de Mons. Héctor Aguer:
“El mes de septiembre es conocido en la Iglesia Católica como el mes de la Biblia y eso es porque el 30 de este mes se celebra la fiesta litúrgica de San Jerónimo”.

“San Jerónimo, que vivió entre los años 340 y 420, orientó la mayor parte de su trabajo personal, como intelectual que era y como sacerdote, al estudio de la Sagrada Escritura”.

“El Papa Dámaso, del cual fue secretario, le encargó una versión latina de la Sagrada Escritura que, como ustedes saben, está escrita originalmente en hebreo y en griego. San Jerónimo realizó esa traducción latina que ha pasado a la historia con el nombre de Biblia Vulgata. Por eso la Iglesia venera a San Jerónimo y nos lo propone como patrono en la lectura y en el amor a la Sagrada Escritura”.

“En la Biblia, junto con la tradición tenemos la fuente de la revelación de Dios. Dios nos ha hablado con palabras humanas. A lo largo de siglos ha ido inspirando a los autores bíblicos para poner por escrita lo que él quería comunicarnos”.

“Algún Padre de la Iglesia ha dicho que la Sagrada Escritura es como una carta que Dios nos ha dirigido. Nos encontramos en los libros bíblicos con un despliegue literario y cultural admirable. Desde el punto de vista literario,  artístico, podríamos decir que no hay libro en toda la historia de la humanidad que tenga la belleza y la variedad de la Biblia”.

“Pero para nosotros tiene un valor superior porque allí encontramos la Palabra de Dios. Por eso en este mes de septiembre la Iglesia quiere exhortarnos a que hagamos de la lectura bíblica la fuente de nuestra oración, de nuestra meditación, de nuestra reflexión, de nuestro crecimiento en la fe”.

“Para acercarse cristianamente a la Biblia hay que tener en cuenta que esos libros constituyen una unidad. El Antiguo y el Nuevo Testamento están íntimamente vinculados entre sí. San Agustín decía que en el Antiguo Testamento el Nuevo está latente, y en el Nuevo el Antiguo se hace patente. Efectivamente es así; todo el Antiguo Testamento es una gran profecía de Cristo. Y la revelación del Nuevo Testamento, los cuatro Evangelios y los escritos de los Apóstoles, han venido a coronar ese proceso de inspiración divina por la cual nosotros contamos con esta fuente de nuestra fe”.

“Entonces tener en cuenta, al leer la Biblia, que lo que tratamos de buscar en ella es a Cristo. Siempre buscamos a Cristo: en el Antiguo Testamento porque profecía de Cristo y en el Nuevo porque es expresión, testimonio de Cristo, de su vida, de su muerte y resurrección, de su enseñanza. Allí tenemos entonces la fuente de la más auténtica espiritualidad cristiana”.

“Existen muchos comentarios de la Biblia; además de los comentarios exegéticos, obras que ofrecen explicaciones científicas desde el punto de vista lingüístico, histórico, cultural, etc.; pero lo que nos importa es leerla con el espíritu con que fue compuesta. Es decir invocando al Espíritu Santo para que nos ayude a hacer fructuosa esa lectura y ayudándonos, sobre todo de las notas que ilustran el texto en las ediciones católicas con comentarios doctrinales y espirituales que proceden de la tradición de la Iglesia y especialmente de los Santos Padres”.

Quiero señalar al respecto dos traducciones hechas en nuestro país. La llamada “El Libro del Pueblo de Dios”, debida principalmente al trabajo de un sacerdote platense, Mons. Armando Levoratti, y la que elaboró en La Plata Mons. Juan Straubinger, un sacerdote alemán que, él solo, tradujo la Biblia entera, con abundantes notas explicativas muy útiles para una lectura espiritual”.

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