Por Silvio H. Coppola
Aunque aparentemente cada vez se complica más la situación político-económica del país, a raíz de la remoción y reposición de Redrado en el cargo de presidente del Banco Central, de las denuncias de todos contra todos, de la búsqueda de protagonismo por parte del Poder Legislativo y sobre todo, de la constitución del llamado “Fondo del Bicentenario”, con la transferencia de 6.569 MD (millones de dólares) de las reservas del Banco Central (48.010 MD a diciembre de 2009), se puede opinar que la sangre no llegará al río, pues casi todos los protagonistas y casi todos los opinólogos, salvo muy honrosas excepciones como Pino Solanas o Mario Cafiero, están contestes en lo principal de la cuestión: las deudas se pagan.
O si se prefiere, se pueden emplear las palabras del presidente Nicolás Avellaneda, cuando en uno de sus mensajes presidenciales al Congreso (1876), afirmara que las deudas se honran y que si era necesario se ahorraría sobre el hambre y la sed de los argentinos. Bonitas palabras y como yapa el tucumano se negaba a examinar las cuentas presentadas por la banca internacional, pues era una cuestión de caballeros (¡¡¡nada menos!!!).
O sea, enorme mayoría, casi unanimidad, en afirmar que principios que hacen a la moral individual, como eso de pagar las deudas, se debe aplicar también a los estados, como si estos tuvieran una moral semejante a la de las personas de existencia real. Así, sería inmoral no pagar las deudas por parte de la nación, aunque estas estén cargadas de ilegitimidades, de ilícitos, de corrupción y su cumplimiento a raja tabla signifique penurias, sufrimientos, miseria y desamparo de la población autóctona.
La que no disfrutó ni usufructuó ninguno de los préstamos reales o ficticios que se aducen para efectuar reclamos, que busca desesperadamente cumplimentar el actual gobierno. Y lo que sería más risible sino sería desesperadamente patético, es que los estados cuyos organismos o nacionales reclaman esos pagos, son los que han invadido países en todo el orbe, causando millones de muertes, robos y miseria y que son los que se dan el lujo de hablar de la obligación moral de pagar las deudas, afirmación hipócrita que tiene debido coro en los argentinos que conservarán su situación actual ya sea que se pague o no, mientras no hay recursos ¡¡¡¡y ni hablar de 6.569 MD!!!! ni para hospitales, ni para universidades, ni para jubilados, ni para nada que signifique inversión en el progreso del país.
Como una acotación al margen, cabría que nos preguntáramos ¿qué es más inmoral, no pagar supuestas o reales deudas contraídas por gobiernos de espaldas a su pueblo y sin beneficio para este o dejar sumida en la pobreza y en la miseria a más de la mitad de la población de un país, con su corolario de atraso y desesperación?. Así llegaríamos a examinar este monstruo de la deuda de otra manera y no diciendo simplemente que si se debe hay que pagar. Tocaríamos el aspecto ético de la misma y de esa manera, las conclusiones podrían llegar a ser muy otras.
Volviendo a la situación actual, es evidente que si todos quieren pagar, se va a pagar. O sea con o sin la constitución del Fondo en cuestión, los dólares quedarán disponibles para seguir pagando la deuda eterna. Así los fondos, de una u otra manera, se emplearán para ello, cuidándose de que no queden en situación de ser embargados por cualquier juez de cualquier jurisdicción.
El Poder Judicial dada la trascendencia de la cuestión, producirá finalmente un fallo conforme a derecho, por lo menos en lo que respecta a la inamovilidad del presidente del Banco Central. Para entonces, seguramente el Congreso aceptará la disposición de los dólares del Banco y la paz reinará en Varsovia. Así será la oportunidad de Redrado para renunciar y ascender al puesto a que le destine la banca internacional.
Y en lo que hace a las denuncias contra la señora presidenta y contra Redrado, quedarán por supuesto sin trámite, mucho más considerando el carácter del Juez Oyarbide de dependiente del gobierno y casualmente de juez de feria, aunque en este caso rechazando ambas, lo que daría un empate en un tanto que lo va a beneficiar también a él. ¿Y la jueza Sarmiento? Ya para entonces, habrá pasado a la historia.
Y terminemos, con el fondo de la cuestión. Lo presupuestado para pagar la deuda en la Ley de Presupuesto para 2010 ($ 26.575.000.000, que serían a $ 3,8l por dólar norteamericano 6.975 MD), no alcanza siquiera para pagar los intereses correspondientes al año, estimados entre 9.000 y 9.500 MD, por lo que faltarán más de 2.000 MD. Los que deberán ser renegociados y que generarán en consecuencia más deuda (anatocismo). Además de la muy importante y fundamental del vencimiento de capitales, que no podrán ser pagados y que estarían en más de 15.000 MD. De ahí la necesidad imperiosa del gobierno de reentrar al mercado de capitales, tomando nuevas deudas y refinanciando otras, bajo amenaza muy cierta de un nuevo default. Un caso por demás claro. Con los 6.569 MD se muestra la disposición de pagar, como dijera la señora presidenta y el ministro del ramo, buscando así que las tasas de interés que se apliquen, dado el riesgo país, sean lo más bajas posibles y no el escandaloso 15% del préstamo de Venezuela. Todo para pagar y por eso se le buscó al Fondo todavía inefectivo, el patriótico nombre de Fondo del Bicentenario.
Dos preguntas para finalizar: ¿porqué no se investiga el origen de toda la deuda externa por parte del Congreso (art.75 inc.4 CN) antes de tratar de cumplimentarla y porqué no se castiga a los culpables de semejante carga para el país, nombres muy ciertos y conocidos desde Martínez de Hoz hasta hoy? Nadie ni en el gobierno ni fuera de él, fuera de algún extremista, quiere ocuparse de ello y menos si están en la función pública.
LA PLATA, enero 12 de 2010.
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