La película titulada “La Casa de las Alondras” o “El destino de Nunik”, muestra la vida de una joven armenia que se enamora de un soldado turco en momentos previos a la gran matanza que pretendía exterminar a todo el pueblo armenio.
El estímulo nacionalista turco exacerbado, unido a la religiosidad los impulsó a una guerra santa de exterminio contra los “infieles” cristianos.
Cuando un soldado manifiesta: “Donde yo vivo, los armenios siguen leyendo libros, cuidan sus tierras, hacen dinero, son muy tranquilos, lo parecen”, el jefe que explica el plan de exterminio responde: “Habrá gente inocente, pero yo no me fío. En el gobierno, quien lleva las riendas, está con nosotros… pronto saldremos a la luz del sol, borraremos a los armenios de nuestra tierra”.
La película está basada en una novela, que manifiesta la tragedia y los dilemas de los protagonistas. Cómo va cambiando el trato entre turcos y armenios de repente, de buen trato a la desobediencia y la falta de respeto. En una casa habitada por armenios, llega la orden de exterminio, calificándolos de traidores y de espías. “En el ejército ya se ha empezado a eliminar a los soldados y a los oficiales armenios. Le mostraré nuestras decisiones secretas. Es un plan elaborado desde hace tiempo con todo detalle. En Estambul, los armenios serán apartados de todos los lugares, de las casas, de los Hospitales, de la Universidad, de las redacciones de los periódicos, y aquí ocurrirá lo mismo, pero todavía no... No debe cundir el pánico entre los armenios, no deben sospechar nada. Los tomaremos por sorpresa… Le enviaremos un batallón especial que se pondrá a su disposición. Usted dará las órdenes. Pero no se preocupe, ellos ejecutarán las operaciones. Redadas, arresto de los hombres, eliminación”
Todas estas palabras muestran hechos reales que sucedieron, y cómo fue la población tomada por sorpresa y casi eliminada, hasta llegar a una cifra difundida de un millón y medio de almas masacradas, sumada a otro tanto de personas que padecieron consecuencias y secuelas del exterminio, padeciendo lo que hoy se llama “delitos de lesa humanidad”, pero por el solo hecho de ser armenios cristianos.
Los armenios hemos sobrevivido a numerosos exterminios. La diferencia con otras víctimas de genocidios, es que no le tememos a ningún genocidio, a ninguna muerte, porque sabemos que Jesucristo ha vencido. Sobre todo los armenios católicos.
Dijo William Saroyan: "Me gustaría ver a cualquier potencia mundial acabar con esta raza, esta pequeña tribu de gente insignificante, cuyas batallas siempre se han combatido y perdido o cuyas estructuras se han colapsado, cuya literatura no se ha leído, ni se ha escuchado su música, ni atendido sus plegarias. Adelante, destruid Armenia, a ver si podéis. Echadles al desierto sin pan ni agua. Quemad sus hogares e iglesias. A ver si ya no sonríen, ni cantan ni rezan. Pues cuando dos armenios se juntan en cualquier parte del mundo, allí se levanta una nueva Armenia".
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