lunes, 11 de abril de 2011

EL CUENTO DE LA MODA

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Había una vez en un pueblo muy lejano gente que se vestía con exquisitas galas. Un buen día, las modistas y los sastres, llevados por la locura de un modisto brujo, decidieron que tal buen gusto era anacrónico, y que debían hacer algo para cambiar. Comenzaron a confeccionar sacos de arpillera, bolsas para la cabeza de las mujeres, zapatos de cartón, corbatas de plástico.

Hubo protestas, pero se aseguró que esa era la forma correcta de vestir. Incluso se debió desterrar a algún Brummel recalcitrante, y unos pocos sastres se rebelaron... Pero finalmente, el hechizo de los modistos prevaleció.

En las tiendas sólo se conseguía "ropa" confeccionada de tal modo tan poco elegante, distinguido y de tan poca discreción.

Hubo un movimiento de "memoria colectiva", que consistió en eliminar todo rastro de la moda anterior. Fotos, documentos, relatos, estatuas, cuentos, novelas... todo lo que hiciera referencia a la moda que había antes, fue arrancado de la ciudad, quemado y destruido.

Pasaron los años, y la gente se vestía con los harapos de las tiendas: les habían enseñado que eso era lo único que existía, que la elegancia era vestirse como un zaparrastroso desaliñado. Una bolsa, un trapo, una llanta de neumático eran afeites de cualquier vecino. A veces, un sencillo taparrabos. Otras, ocasionalmente, una túnica considerada como elegante por los vecinos era una señal de distinción.

Pasó una generación, pasaron cuarenta años, y pasaron otros tantos más. Murieron los modistos maléficos, y también los sastres fallecieron. Los sucedieron sastres que sólo conocían la nueva moda.

Un buen día llegó un viajero.

Espantado, corrió a hablar con el alcalde del pueblo. Le dijo que no era así como había que vestirse, que la gente estaba muy mal aderezada y que había que hacer algo. Que los habían engañado, que había toda una tradición de elegancia soterrada en ese pueblo y en su venerable historia.

El alcalde le contestó:

"Pues que pidan vestirse bien, y que se vistan como Usted dice. Es responsabilidad de ellos".

Moraleja:

Cuando no manda el que manda, entonces no manda...

Advertencia: muchos piensan que el cuento se refiere al Concilio Vaticano II. Si bien ha sido editado y reformado, se basa en un cuento hecho por Mao Tsé Tung, y lo que muestra es la forma en que se desarrolla la revolución cultural para que las personas acepten lo inaceptable, actuando en un plazo de 40 años.

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