Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata y reelecto como Presidente de
la Comisión Episcopal para la Educación Católica, destacó que “el conocimiento
que proporcionan los libros es importante para el crecimiento personal y para
el horizonte que puede abrirse al ejercicio de la propia libertad”.
El prelado explicó esta propuesta
en su reflexión televisiva semanal, en el programa “Claves para un Mundo Mejor”
(América TV), partiendo de la pregunta: “¿Qué relación podría establecerse
entre los libros y la libertad?” y sosteniendo que “la libertad es orientada
por la inteligencia, por la razón. Entonces, en la estructura del acto libre
hay un juego muy delicado, muy bello, entre la razón y la voluntad”.
“Una concepción correcta de la
libertad valoriza medios o instrumentos que le permiten a la inteligencia
humana conocer mejor la realidad del hombre y la realidad de las circunstancias
en las cuales el hombre tiene que obrar”, comentó e indicó que en occidente, en
los siglos modernos, se advierte que “es importante una cultura, una concepción
del mundo para poder obrar con sentido, para poder ser más libre”.
Luego explicó que “los expertos
en las cuestiones cognitivas y en la pedagogía suelen observar que los chicos,
actualmente, utilizan un bagaje muy restringido de palabras. Usan pocas
palabras. No saben cómo expresarse. Si tienen pocas palabras para emplear o
para designar las cosas quiere decir que tienen pocas ideas en su cabeza y
quiere decir que también se basan en una relación también restringida con la realidad.
Sólo abarcan un sector muy restringido de la realidad, y eso significa también
una limitación de la propia libertad”.
Al reunir estos elementos afirmó:
“la tradición moderna de occidente insiste mucho en la necesidad de la
instrucción, del conocimiento. ¿Para qué? Para ser libres. De allí vamos a la
cuestión de los libros. Es fundamental leer”. Y añadió: “¿Por qué los chicos
usan pocas palabras? Lo hacen porque leen poco. Entonces no saben como nombrar
las cosas”.
Dijo que “podríamos reducir esta reflexión a una
especie de slogan: “Libros para ser libres”. Estoy obviamente refiriéndome a
los buenos libros, a los libros que tienen un contenido edificante, a aquellos
que representan para el hombre un verdadero crecimiento espiritual”
Mons. Héctor Aguer concluyó:
“Valga esto para animar a la lectura y para la elección de buenos libros. Esa
elección de los buenos libros está íntimamente, aunque de un modo un poco
secreto y misterioso, vinculada a la buena elección de las cosas que debemos
decidir en la vida”.
Adjuntamos el texto completo de la alocución televisiva de Mons. Héctor
Aguer:
“¿Qué relación podría
establecerse entre los libros y la libertad? Más allá del juego de palabras es
importante advertir que la libertad no es una fuerza ciega, no es una elección
indeterminada de la voluntad abierta a posibilidades infinitas, pero sin
orientación”.
“La libertad es orientada por la
inteligencia, por la razón. Entonces, en la estructura del acto libre hay un
juego muy delicado, muy bello, entre la razón y la voluntad”.
“De modo que es importante saber
qué ideas se ha forjado la razón acerca de la realidad, qué sentido ha
adquirido de la vida, qué horizonte propone para las elecciones que una persona
tiene que hacer. Es la inteligencia la que ofrece el contenido objetivo a la
libertad: lo que hay que elegir, y las razones por las cuales hay que elegir o
no, hay que elegir esto o aquello”.
“Una concepción correcta de la
libertad valoriza aquellos medios o instrumentos que le permiten a la
inteligencia humana conocer mejor la realidad del hombre y la realidad de las
circunstancias en las cuales el hombre tiene que obrar”.
“Tradicionalmente, en occidente,
y sobre todo en los siglos modernos, se ha pensado mucho en esto. Se ha
advertido que es importante, por ejemplo, una cultura, una concepción del mundo
para poder obrar con sentido, para poder ser más libre”.
“Hoy día, por ejemplo, los expertos
en las cuestiones cognitivas y en la pedagogía suelen observar que los chicos,
actualmente, utilizan un bagaje muy restringido de palabras. Usan pocas
palabras. No saben cómo expresarse. Si tienen pocas palabras para emplear o
para designar las cosas quiere decir que tienen pocas ideas en su cabeza y
quiere decir que también se basan en una relación también restringida con la
realidad. Sólo abarcan un sector muy restringido de la realidad, y eso
significa también una limitación de la propia libertad”.
“Como decía, la tradición moderna
de occidente insiste mucho en la necesidad de la instrucción, del conocimiento.
¿Para qué? Para ser libres. De allí vamos a la cuestión de los libros. Es
fundamental leer”.
“¿Por qué los chicos usan pocas
palabras? Lo hacen porque leen poco. Entonces no saben como nombrar las cosas”.
“Por lo tanto, el conocimiento
que proporcionan los libros es importante para el crecimiento personal y para
el horizonte que puede abrirse al ejercicio de la propia libertad”.
“Podríamos reducir esta reflexión
a una especie de slogan: “Libros para ser libres”. Estoy obviamente
refiriéndome a los buenos libros, a los libros que tienen un contenido
edificante, a aquellos que representan para el hombre un verdadero crecimiento
espiritual y pienso, desde la perspectiva cristiana, a libros de formación en
la vida cristiana. Por empezar pienso en la Sagrada Escritura y toda la
tradición literaria que constituye un “corpus” sapiencial iluminado por la fe
cristiana”.
“Valga esto para animar a la lectura
y para la elección de buenos libros. Esa elección de los buenos libros está
íntimamente, aunque de un modo un poco secreto y misterioso, vinculada a la
buena elección de las cosas que debemos decidir en la vida”.
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