domingo, 20 de mayo de 2012

MONS. AGUER: LLAMÓ A INTEGRARSE EN LA PARROQUIA Y EVITAR SECTAS DE LA NOCHE QUE HASTA LLEVAN A POSESIONES DIABÓLICAS



Hoy, en su habitual reflexión televisiva semanal, en el programa “Claves para un Mundo Mejor” (América TV), MONS. HÉCTOR AGUER, Arzobispo de La Plata, advirtió que en el siglo pasado se verifica un fenómeno curioso: “por un lado arreció el secularismo… En la cultura han ido como entrando en eclipse los signos de la transcendencia, los signos de la presencia de Dios”. Pero por otra parte “se ha ido extendiendo un movimiento espiritualista, pseudo religioso. Pseudo en griego quiere decir falso, porque se trata de una cosa rara que configura una falsificación religiosa. Es decir, un movimiento cultural en el que se mezclan la reminiscencia de viejos paganismos, una fascinación por las religiones del antiguo oriente, elementos de la magia, de la brujería, de las técnicas adivinatorias y del esoterismo. Todo eso se llamó New Age, el movimiento de la Nueva Era”.

Comentó que en las grandes ciudades se encuentran “centros de meditación trascendental, de estudios teosóficos, disciplinas “transversales” en las que se confunden las pseudociencias con la autoayuda y otras cosas por el estilo. Ahora es frecuente la difusión de todos estos “macaneos” en programas de televisión que saturan los mejores horarios de la noche”.

Muchas de esas supersticiones son la puerta de entrada a compromisos más exigentes, que arriesgan a los incautos a quedar atrapados en una secta”, afirmó y explicó que “el inocente coqueteo con esas pseudos-religiones lleva a una persona a ser víctima de una especie de lavado de cerebro, de secuestro espiritual en una secta, de la cual es muy difícil salir. Una advertencia seria cabe respecto de los cultos umbanda, que incursionan en el campo de lo demoníaco y han llevado a muchas personas a quedar bajo la obsesión o bajo la posesión diabólica. ¡Con estas cosas no se juega!”.

También indicó que “en el régimen cristiano, en el orden de la fe cristiana, la virtud de religión es distinta de la virtud de la fe; por eso es importante que esté iluminada continuamente por la fe, que esté sostenida por la esperanza y que esté animada por la caridad. Es decir, tiene que haber una relación estrecha entre la religiosidad, que es propia de una virtud moral y el orden teologal, el orden de las virtudes teologales, la fe, la esperanza y la caridad”.

Precisó que presentaba esta reflexión “para advertir a muchos fieles que a lo mejor porque no tienen una formación suficientemente sólida, aquilatada, entonces van a la iglesia pero también frecuentan a lo mejor un culto cristiano-evangélico, o se vinculan con uno de esos grupos extraños de religiosidad tipo New Age, con el peligro de verse atrapados por una secta. Practican esas alternativas indistintamente, como si todo fuera igual. Así dilapidan la posibilidad de una auténtica relación con Dios, la que nos ofrece la religión cristiana cuando está guiada por una fe viva”.

En el final de su reflexión televisiva, Mons. Héctor Aguer, manifestó que “la religiosidad natural del hombre debe pasar a través de la puerta de la fe. La fe nos introduce en el vasto especio espiritual de la verdad católica, nos ofrece la experiencia de la gracia en la liturgia de la Iglesia, en la recepción de los santos sacramentos y nos inserta en una comunidad cristiana, que no es una secta sino que es la Iglesia Católica, la comunión de los santos, que se hace concreta en la parroquia, en la capilla, en una pequeña comunidad de barrio”.

“Como conclusión de estas reflexiones es importante destacar el valor de una formación cada vez más amplia y más profunda en los contenidos de la fe cristiana. Poseemos un instrumento para ello, sólido y actualizado, que es el Catecismo de la Iglesia Católica, de cuya publicación se cumple este año el vigésimo aniversario. Valga esta mención como un estímulo, como una invitación para todos ustedes”, culminó

Adjuntamos el texto completo de la alocución televisiva de Mons. Héctor Aguer:
“En el Siglo XX se ha verificado un fenómeno curioso: por un lado arreció el secularismo, es decir, se impuso una manera de organizar la vida personal, familiar y social como si Dios no existiera. En la cultura han ido como entrando en eclipse los signos de la transcendencia, los signos de la presencia de Dios”.

“Pero por otra parte, sobre todo en la segunda mitad del Siglo XX, se ha ido extendiendo un movimiento espiritualista, pseudo religioso. Pseudo en griego quiere decir falso, porque se trata de una cosa rara que configura una falsificación religiosa. Es decir, un movimiento cultural en el que se mezclan la reminiscencia de viejos paganismos, una fascinación por las religiones del antiguo oriente, elementos de la magia, de la brujería, de las técnicas adivinatorias y del esoterismo. Todo eso se llamó New Age, el movimiento de la Nueva Era”.

“Se puede encontrar, sobre todo en las grandes ciudades, centros de meditación trascendental, de estudios teosóficos, disciplinas “transversales” en las que se confunden las pseudociencias con la autoayuda y otras cosas por el estilo. Ahora es frecuente la difusión de todos estos “macaneos” en programas de televisión que saturan los mejores horarios de la noche”.

“Muchas de esas supersticiones son la puerta de entrada a compromisos más exigentes, que arriesgan a los incautos a quedar atrapados en una secta”.

“Ha ocurrido muchas veces precisamente eso, que el inocente coqueteo con esas pseudos-religiones lleva a una persona a ser víctima de una especie de lavado de cerebro, de secuestro espiritual en una secta, de la cual es muy difícil salir. Una advertencia seria cabe respecto de los cultos umbanda, que incursionan en el campo de lo demoníaco y han llevado a muchas personas a quedar bajo la obsesión o bajo la posesión diabólica. ¡Con estas cosas no se juega!”.

“Lo que quiero decir, a propósito de todo esto, es que la religiosidad del hombre si no se ajusta a la fe, a una fe verdadera, corre el riesgo de desviarse y de convertirse en mera superstición. Me refiero a la actitud religiosa fundamental, a la necesidad religiosa del ser humano que como creatura está inclinado a vincularse con el creador”.

“Notemos al respecto que en el régimen cristiano, en el orden de la fe cristiana, la virtud de religión es distinta de la virtud de la fe; por eso es importante que esté iluminada continuamente por la fe, que esté sostenida por la esperanza y que esté animada por la caridad. Es decir, tiene que haber una relación estrecha entre la religiosidad, que es propia de una virtud moral y el orden teologal, el orden de las virtudes teologales, la fe, la esperanza y la caridad”.

“Digo esto para advertir a muchos fieles que a lo mejor porque no tienen una formación suficientemente sólida, aquilatada, entonces van a la iglesia pero también frecuentan a lo mejor un culto cristiano-evangélico, o se vinculan con uno de esos grupos extraños de religiosidad tipo New Age, con el peligro de verse atrapados por una secta. Practican esas alternativas indistintamente, como si todo fuera igual. Así dilapidan la posibilidad de una auténtica relación con Dios, la que nos ofrece la religión cristiana cuando está guiada por una fe viva”.

“La religiosidad natural del hombre debe pasar a través de la puerta de la fe. La fe nos introduce en el vasto especio espiritual de la verdad católica, nos ofrece la experiencia de la gracia en la liturgia de la Iglesia, en la recepción de los santos sacramentos y nos inserta en una comunidad cristiana, que no es una secta sino que es la Iglesia Católica, la comunión de los santos, que se hace concreta en la parroquia, en la capilla, en una pequeña comunidad de barrio”.

“Como conclusión de estas reflexiones es importante destacar el valor de una formación cada vez más amplia y más profunda en los contenidos de la fe cristiana. Poseemos un instrumento para ello, sólido y actualizado, que es el Catecismo de la Iglesia Católica, de cuya publicación se cumple este año el vigésimo aniversario. Valga esta mención como un estímulo, como una invitación para todos ustedes”.

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