jueves, 30 de abril de 2009

PARA VOLVER A VOLVER: DE LA LISTA SÁBANA A LA SÁBANA LISTA (PARA ACOSTARTE); EL ENMASCARADO NO SE RINDE.

por Juan Carlos Córica,

jccorica@fibertel.com.ar



Mientras quienes por miopía o por no sacar los pies del plato o por dar una versión académica describen al “modelo” político de Kirchner o del kirchnerismo como un proyecto político, la real realidad muestra que apenas es un proyecto de política chica donde el sujeto es él. Un dirigente que la casualidad lo puso donde estuvo pero que abominó desde el vamos a Perón y su Peronismo Justicialista. Ahí, Kirchner se incomoda, su lugar es la socialdemocracia. Ahí se siente feliz, pero sabe que ahí se queda un puñado de personas. Eso lo experimentó, sino basta seguir la dialéctica de su trayectoria política. Buscó una integración transversal, que después llamó concertación plural. Desde ahí, ante el fracaso inminente tuvo que retornar a la estructura del partido justicialista desde donde busca recomponer un espacio de poder formal. La dialéctica kirchnerista está en la misma sintonía del menemismo donde Menem era el proyecto, ahora es Kirchner, y su derrotero describió una voltereta con doble eje de rotación su antiperonismo y su deseo de construir una socialdemocracia argentina con poder político.

A partir de ese fracaso con una transversalidad socialdemócrata que tuviera masa crítica de poder y consenso social, sin el menor rubor rojizo en la cara, se subió sobre la estructura formal del Partido Justicialista. Pero a partir de esta opción entró en una espiral de juegos confrontativos, única forma de ganar tiempo sin quedarse vacío de gobierno, vieja metodología mezquina que al único que le sirve es a él. Confrontó con los productores agropecuarios e hizo papelón. Como parte de ese juego, sin importarle las consecuencia, despertó a los fantasmas de la división. En la plaza de los Dos Congresos (16 de julio de 2008) refiriéndose al sector agropecuario dijo: “Quieren destituir al Gobierno y desestabilizar a la patria… Hablan de democracia, y cortan las rutas; hablan de democracia y desabastecen a los argentinos; hablan de democracia y nos queman los campos; hablan de democracia y, como en las peores etapas del 55 y el 76, salen como comandos civiles o grupos de tarea a agredir a aquellos que no piensan como ellos en forma vergonzosa". Inventó: “la puta oligarquía” y “el poder destituyente”. Sin importarle las consecuencias sociales y políticas entró en el vale todo. Un vale todo que llegó, últimamente, a la asociación en Catamarca con Barrionuevo y Saadi. Que sigue con la degradante opción de las “candidaturas testimoniales” más las espurias negociaciones, chequera mediante, con los intendentes de conurbano. ¿Sabrá este nefasto personaje que generar obsecuencia es abrirle la puerta al traición? ¿Sabrá que usar al pueblo como masa de maniobra no es ni nacional ni popular?

El kirchnerismo con el liderazgo caudillesco de Kirchner utiliza aviesamente contra quienes cuestionan sus políticas y métodos de gobierno la adjetivación descalificadora. Así los productores rurales pasan a ser “oligarcas” y a los sectores medios “burgueses”. También, sumándose al discurso único, se autocalifican modernos y progresistas, calificando descalificadoramente a quienes con el mote de tradicionalistas y conservadores. Además, despreocupándose temerariamente de cumplir con una de las funciones esenciales de un gobernante, armonizar y consolidar el frente interno, posiciona su política en un eje de confrontación que fragmenta y divide. Pensando la política desde las categorías clasistas, omite y confunde, olvidando que en la Argentina los pobres y los sectores medios comparten similares espacios, y para la configuración del territorio y suelo argentino, los productores rurales son los representantes del sector productivo con mayor ventajas comparativas. Dos errores básicos que así tratados significan desestructurar y debilitar a la nación y a los argentinos. Una muestra clara de su perfil político ombliguista y su juego real de orden antipopular y antinacional, contrapone lo que debe unirse y potenciarse.

Esta parodia política que busca ser reconocida como portadora de un “modelo”, como “espacio nacional y popular” o como “parte de un proyecto nacional y popular” o “modelo de inclusión social, de recuperación nacional y de unidad latinoamericana”. Por lo que, “voy a ser candidato para defender el modelo”. En realidad no representa ni un modelo ni un proyecto ni un gobierno como la Argentina necesita. La verdad es que toda su inteligencia viene pasando por ejecutar una contabilidad de almacenero –que presta atención sólo al cash flow (flujo de caja) de los tres balances (fiscal, de divisas, y de cuenta corriente)--, con cero políticas de desarrollo para el mediano y largo plazo. Un gobierno que mostró absoluta insolvencia, tanto para afrontar los graves problemas de inflación como torpeza para procesar la oportunidad exportadora del 2008. Estas incapacidades permitieron por una parte quebrar la tendencia a la baja de la inequidad extrema, colocando a los sectores medios y bajos otra vez acosados por la pérdida de poder adquisitivo de su salario, provocando un triple efecto: vivir un clima de estabilidad, sostener con dignidad el día a día y poder acceder a un bien social esencial como la vivienda ahorrando sin que se le devaluaran sus reservas. Y también “logró” que se desaprovechara la coyuntura internacional de demanda con altos precios para nuestra producción agrícola-ganadera que vivía un fenómeno inédito, el quiebre de la histórica relación negativa de los términos de intercambio.

Muestras, varias de la condición de gobierno minimalista de perfil socialdemócrata cruzado por posturas monárquicas como le endilgó Alcira Argumedo, cuando señaló que los Kirchner sufren “el síndrome de las pequeñas monarquías absolutas que se han conformado en la historia de algunas provincias chicas de nuestro país” y tiene la “vocación de helicóptero”, dos características que muestran la manifiesta “tendencia a una conducción política basada en un reducido grupo de toma de decisiones”, lo que los lleva a gobernar pretendiendo “imponer las políticas sin buscar consensos previos y bajo condiciones de enfrentamientos exacerbados” (1). En síntesis una minimalista construcción política desarrollada a partir de usurpar el espacio peronista, y presentándose a través de la profusa difusión como portadores de un cambio que en realidad, en lo poco que han hecho, no excede la matriz posibilista del modelo neoliberal.

Contrabando de carretillas

En un histórico sketch protagonizado por Tito Clement y Gogo Andreu en la película argentina “Ritmo, sal y pimienta” (1951), Clement y Gogó protagonizan una situación que se asemeja a los juegos de apariencias y ocultamiento del kirchnerismo. La escena se da en un puesto de frontera donde el primero hace de guardia y el segundo es el que va y viene cruzando el límite con una carretilla cargada de pasto. Clement cada vez que intenta el paso revisa si lleva algo escondido entre el pasto, pero no encuentra nada. Así una y varias veces. Hasta que finalmente se cansa pero sigue convencido que ese movimiento esconde un contrabando. Entonces, asegurándole que no lo va a sancionar, le ruega a Gogó le revele qué es lo que contrabandea. Y, sí, no era lo que estaba a la vista, el pasto, sino eran las carretillas que, con ese sistema quedaban fuera de la atención de quien debía controlarlo.

Analogía del juego de espejos que utiliza el gobierno en su venta de humo. Por caso el cacareado discurso de la democracia que esconde una democracia de minorías. De la subordinación a los factores de poder real, cosa que realizan cubiertos por la apariencia de defensores de los derechos humanos y/o la de “peronistas” y/o de “nacionales y populares”.

En estos tiempos donde los intereses y el poder son quienes estructuran al sistema político, a diferencia del menemismo, menos sutil, los favores que presta el kirchnerismo a estas minorías, significan pérdida de soberanía tanto en el plano político-económico (sistema financiero) como en el político-cultural (sistema educativo). Los dos ejes estratégicos que sostienen la fortaleza modelo mercantilista neoliberal globalizador.

El caso del sistema cultural-educativo es el que menos se advierte pero el que resulta más fácil mostrar. Tanto la Secretaria de Cultura como el Ministerio de Educación han venido instrumentando “reformas” ideológicas que en lugar de contener a las mayoría de los argentinos respalda a estas minorías. Por ejemplo, quién se anoticie de los contenidos contraculturales que se están filtrando en el sistema educativo, no le costará mucho darse cuenta como se da el servilismo a un modelo cultural que pone en crisis y enajena la identidad cultural argentina. Por caso la “nueva” Ley de Educación aprobada por el kirchnerismo en diciembre de 2006 (Ley n° 26.206) y en la currícula de materias del área social.

En la Ley de Educación Nacional, en el capítulo II, artículo 11 sobre “Fines y objetivos de la política educativa nacional” se dice que estos son: (d) Fortalecer la identidad nacional, basada en el respeto a la diversidad cultural y a las particularidades locales, abierta a los valores universales y a la integración regional y latinoamericana; (f) Asegurar condiciones de igualdad, respetando las diferencias entre las personas sin admitir discriminación de género ni de ningún otro tipo; (ñ) Asegurar a los pueblos indígenas el respeto a su lengua y a su identidad cultural, promoviendo la valoración de la multiculturalidad en la formación de todos/as los/as educandos/as.

Respecto a esto, dos cuestiones. Uno, no existe en toda la ley, mención alguna sobre nuestra identidad argentina, criolla (2), pero sí se le dedica un capítulo especial a las minorías aborígenes, en el Capítulo XI, bajo el rubro “Educación Intercultural Bilingüe”, capítulo “dedicado especialmente a los pueblos indígenas y poblaciones étnica, lingüística y culturalmente diferentes”, propiciando “el reconocimiento y el respeto hacia tales diferencias”. O sea que, promociona el gueto, y en lugar de orientar hacia la integración cultural, cuida la integridad desintegrada de las culturas de minorías. Lo que significa inducir a los que viven de forma permanente en el territorio argentino des-integrados. Lo que cuanto menos muestra una de las tantas incoherencias provocadas por el ideologismo del modelo: defienden a los nativos no integrados (pueblos originarios) y desprotege y se desentiende de los argentinos que, además de ser los nativos de la Argentina, son la mayoría.

Dos, por otra parte, como muestra de la unidad ideológica que rige al sistema educativo, tanto en la ley como en la materia del área social, se puede encontrar contenidos como el del artículo 54 de la Ley de Educación que dice: “el Consejo Federal de Educación, definirá contenidos curriculares comunes que promuevan el respeto por la multiculturalidad y el conocimiento de las culturas originarias en todas las escuelas del país, permitiendo a los/as alumnos/as valorar y comprender la diversidad cultural como atributo positivo de nuestra sociedad”. Suma institucionalizada de lo que es común en el discurso donde nuestros gobernantes nos identifican señalando que “nuestra identidad es la diversidad”, no es la cultura criolla. En la materia del área de ciencias sociales se fundamenta la nueva currícula señalando que está estructurada a partir de la perspectiva de la Interculturalidad: “La interculturalidad como concepción y posicionamiento en este Diseño Curricular significa el tratamiento de la diversidad, las visiones de y sobre los otros… Desde la perspectiva que se adopta en este Diseño Curricular, la noción de interculturalidad se entrelaza con la concepción de ciudadanía para enfrentar los desafíos que implica educar en un contexto de diversidad cultural, diferencia social y desigualdad económica, y actuar en el terreno de las relaciones sociales entendidas como producto del conflicto y no de la pasividad de la convivencia de los distintos grupos sociales y culturales. En cada escuela y en cada aula, la experiencia educativa se desarrolla en la diversidad, la desigualdad y la diferencia… La visión de y sobre los otros define los principales objetivos y contenidos de la escuela”. No se habla del “nosotros”. Se diseña la política del sistema y de sus contenidos según los mandamientos del discurso único del modelo neoliberal.

Por si faltaran datos confirmatorios del “modelo”, la presencia de José Nun en la Secretaría de Cultura, Martín Granovsky en Telam, Gustavo López ex titular del Sistema Nacional de Medios Públicos o Tristán Bauer su reemplazante –ideólogo de contenidos de la programación del Canal Encuentro, el canal educativo del Ministerio de Educación--, todo y todos con el común denominador de no ser peronistas, todos progresistas más interesados por la ideología que por los argentinos y la nación . Y, como si esto fuera poco, ahora, otro elemento confirmatorio más, la presencia de Nacha Guevara como primera candidata, no funcionaria ni testimonial, o sea “representativa”. Representativa de qué y de quienes. También se muestra y adhiere Federico Luppi que declara patéticamente: “Nunca antes había visto un gobierno tan sensato y equilibrado". Sí, ya sé, falta la presencia activa y testimonial de Marta Minujin y cartón lleno.

En resumidas cuentas, frente a este momento saturado de mentiras y de ficción, resulta necesario atreverse a llamar a las cosas por su nombre en lugar de, por equivocas razones sentimentales, plegarse a defender lo indefendible y prestarse a confundir a quien no merece ser confundido, el pueblo argentino.

Este momento histórico no se trata sólo de participar en un proceso eleccionario, se trata de protagonizar un cambio de tendencia. Un gobierno entregado a las pautas neoliberales del modelo, está mostrando una falsa cara que esconde la presencia dominante de un mundo ordenado bajo el mandato del interés y el poder de los factores de poder que representan minorías tan antidemocráticas como antiargentinas. Por eso, resulta necesario usar el método de análisis que corresponde a este escenario: verificar a quién o quienes favorecen estas políticas: a poderosas minorías de elite y a un modelo globalizador que contrabandea la desaparición de los pueblos-nación.

En definitiva, porque duele verse obligado a denunciar estas cosas, corresponde evidenciar que este juego de política chiquita convierte a la Revolución Peronista en un paso de tragicomedia. Ni Patria Peronista ni Patria Socialista; ni el posicionamiento tercerista del “ni yanquis ni marxistas”. Lo que queda es lo que hay: buscan y quieren la Patria Progresista, tilinga y antinacional.-

NOTA:

(1) Diario Página 12 del 25/07/08 en la sección El país, nota de opinión “El debate en el nuevo mapa”, el artículo de Alcira Argumedo, “El núcleo esencial”.

(2) Criollo: “La cultura emerge de la convivencia social y que se estructura en siglos de historia en común. Siglos, como es el caso de la cultura criolla que es la raíz idiosincrática e identitaria de los argentinos… (nueva configuración cultural) se matrizó en más de tres siglos de vida en común” en el territorio argentino. Los especialistas de la sociología cultural conciben la identidad cultural como fruto de la convivencia de los habitantes del territorio en la etapa fundacional. En el caso argentino los indios y los españoles cohabitaron lo que es la Argentina durante tres siglos, desde mediados del siglo XVI, resultando el proceso iniciado a partir de la lucha contra el invasor inglés (inicio del siglo XIX) el momento histórico en el que se plasmó la identidad criolla. Tiempo y proceso de mestización que engendró una nueva cultura, la cultura criolla, nuestra cultura (del libro “Identidad Cultural Argentina” del autor de la nota).

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