Por Carlos Belgrano
Amigos:
Mañana en la noche, algunos ó espero que muchos de nosotros, estaremos nuevamene en las calles.
Algo, sin embargo, me hace presuponer que no seremos
demasiados, por el frío, el desánimo y por la presencia de un conjunto
muy numerosos de enemigos invisibles, que siempre nos acompañan
silenciosamente.
Expresaré unas pocas palabras sobre ellos, previo un sucinto preámbulo
Como antes de ahora, existe un pronunciado
desabastecimiento de combustibles, que nos obliga a deambular por
estaciónes de servicio, que en muchos casos, tienen colapsados los
sistemas de pago con tarjetas de crédito.
Flota en la atmósfera, la inminencia de nuevos
paros, como el de los recolectores de residuos, a los que sumarán otros
gremios, entre ellos, los operarios de subterráneos, camioneros y del
autotransporte en general.
Más piquetes y toda suerte de caos vehicular en ciernes.
Nuevos saqueos al sistema jubilatorio, ya que el
gobierno, ante la pronunciada depresión de la recaudación fiscal,
seguirá exprimiéndo a una menguada AnSés, que la ubicará en sesenta
días, en la bancarrota.
Cuando nos encontremos con la inexorable
circunstancia, que dejen de abonarse las jubilaciónes y pensiones, se
imprimirá más dinero espúreo.
Sin monedas de refugio como el dólar, que se está
depreciándo al compás del euro a nivel internacional, pero que en
Argentina es la única preservación monetaria, por la inexistencia
valuatoria de la nuestra, el panorama que tenemos frente a nosotros, no
es muy dificil de inferir.
Esta Presidente, que no deja de sorprendernos por
sus veleidades y exhibición de invaluables gemas, se apresta a subir la
apuesta de su desenfado.
En su tortuosa imaginación, anhela gobernar con
estos tipejos de La Cámpora, ungir a su hijo como heredero y prescindir
de Moyano y todo el sindicalismo, lo que producirá los rebotes
anárquicos del caso.
De mal en peor, seguiremos transitándo este sendero de abominaciónes.
Y me detendré en estas calificaciónes, para intentar una reflexión.
En ningún país, salvo los de la sumergida Africa, tenemos ejemplos como los de este gobierno.
Incluso la excepción de Chávez, por caricaturesca
que ella sea, es una carta del Departamento de Estado, inclusiva de los
hermanitos Castro, con quienes negocia entre bastidores.
Este epifenómeno Argentino, empero, no está en los planes de los gringos.
Se sostiene incluso, sin la necesidad de apelar al
terror como en Cuba, merced a su temible policía secreta, ni al peso
novante y estratégico del petróleo y su posición estratégica como en el
caso de Venezuela.
Recordemos que cuando el ejército en el caso
chavista y la policía en el de Correa, fue la mismísima CIA, quien los
repuso en el poder.
Pero CFK carece de ese áulico protectorado, ya que no lo necesita.
No es importante para ningún plan estratégico de las grandes potencias del primer mundo, ni de nadie más.
Se sostiene, simplemente por la ausencia de una
respuesta colectiva de repudio, que la obligue a renunciar, porque al
parecer, el reclamo popular carece de una dirección, de una consigna.
Antes, hasta los dos primeros años del menemismo, se produjeron los últimos cantos del cisne en los cuarteles.
Pero como de la mano de su acólito Balza, se
vaciaron sus instalaciónes y su moral, ni siquiera los que aspiran a ser
dirigentes protestantes, atinan a buscar un respaldo que exceda el
batifondo de las cacerolas.
Tampoco advierten, que estos estertóres, casi
siempre ingresan a la antesala de algo más "pesado", como en 1973
sucedió con los trasandinos, quienes lo inventaron, y con
ello precipitaron la caída de Salvador Allende.
Pero si se transforman en una rutina como el que
desde hace más de una década, ejercitan los "piqueteros", pues bien, en
eso agotarán finalmente su cometido.
Podremos montar diez o cien nuevos caceroleos, más
ruidosos y numerosos en cada oportunidad, pero ese sesgo no dejará de
encasillarnos en tan solo una gimnasia participativa.
Esta expresión colectiva, voluntariosa y espontánea,
es sumamente valiosa, pero en su núcleo residen los auténticos
enemigos de su propio génesis.
Si mañana ó en los días por venir, no modificamos el discurso, pasaremos a la historia como, digamos la nada misma.
De no cambiar nuestros carteles y pancartas,
exigiéndo de inmediato el encarcelamiento de la Presidente, tan solo nos
resta encontrarnos con
LOS ENEMIGOS DEL PRÓXIMO CACEROLAZO.
Atentamente Carlos Belgrano.-
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