Después de arreglar una canilla en 10 minutos, el plomero presenta una factura de 3.000 Pesos.
El cliente, escandalizado, protesta:
- Oiga señor plomero: yo soy abogado ¡y no cobro por mi consulta ni la mitad de lo que usted me está cobrando! ¡Qué debo decir de los estudios que debí realizar, sin desmerecer su digno oficio! ¡Qué debo decir del tiempo puesto a disposición de clientes! ¿Y Usted en 10 minutos quiere cobrar semejante suma?
- Ya lo sé -contesta el plomero exhibiendo una capacidad impresionante para el debate y una facilidad verbal sorprendente-, y lo entiendo, comprendo todos y cada uno de sus argumentos. Es más, sé lo que Usted siente en este momento. Y voy a darle el motivo: ¡Cuando yo ejercía de abogado, también cobraba la mitad!
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