Dos conocidos activistas sionistas de la extrema derecha religiosa israelí, Baruj Marzel e Itamar Ben Gvir, presentaron en el tribunal de distrito de Jerusalén una demanda para requerir que la corte emita una orden de expulsión contra el Papa.
En su demanda, los extremistas exigen al pontífice que devuelva un candelabro de siete brazos (menorah), otros tesoros y miles de escrituras judías que el emperador romano Tito se llevó cuando destruyó el Templo de Jerusalén hace casi dos milenios. Según los activistas sionistas, movimiento ideológico que fuera condenado como racista por la ONU, los "tesoros" se encuentran ocultos en los sótanos del Vaticano.
Marzel y Ben Gvir han insistido en que "los rabinos no deben encontrarse con el Papa porque la Iglesia Católica torturó y asesinó a judíos y ayudó a los nazis a aniquilar al pueblo judío".
Cabe destacar que en caso de que los denunciantes se refiriesen a la Inquisición, la misma se dividía en una institución eclesiástica que solamente juzgaba a católicos (jamás a personas no católicas, pues no tenían competencia sobre ellos), y otra inquisición civil, dependiente de los gobernantes, y que no dependía de la Iglesia Católica. Asimismo, el sionismo resulta un movimiento que se opone al catolicismo, y en el Evangelio se relata cómo las autoridades judías buscaron ya en tiempos de Jesús borrar su mensaje.
En tiempo de Jesús, nacido de una Virgen y descendiente de David, afirmaron que si su prédica era de Dios, se expandiría por el mundo... y así fue.
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