lunes, 12 de abril de 2010

DE JUAN PABLO II A BENEDICTO XVI, Y MAGNICIDIOS

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En la foto: el momento del disparo por el islámico turco Mehmet Alí Agca a Juan Pablo II

La Argentina está lejos de los centros de poder mundiales, pero también se encuentra geográficamente lejos de Roma. Acaba de morir el presidente de Polonia en torno a sospechas de que fue un magnicidio de un católico inserto en la política, y en uno de los más altos cargos de su país. Y da la casualidad de que al mismo tiempo hay una campaña mediática contra Benedicto XVI y la Iglesia Católica a escala mundial. ¿Es un preludio de una persecución anticatólica apocalíptica?

Edgardo Arrivillaga escribió una nota en su página: www.harrymagazine.com en la cual denuncia la conexión KGB- CIA- terrorismo- islamismo, y el acuerdo que existió para la ejecución de Juan Pablo II.

A continuación editaremos la nota de Edgardo Arrivillaga titulada “De Juan Pablo II a Benedicto XVI”, tomando de la misma las frases relevantes:

El 13 de mayo de 1981 un terrorista turco llamado Alí Agca abrió fuego contra Juan Pablo II mientras recorría en automóvil la plaza de San Pedro.

El autor material del homicidio frustrado resultaba obvio, pero ¿quién planeó el atentado contra Juan Pablo II?

La llegada al trono papal de un cardenal polaco planteó una alteración  sustancial en la dialéctica de la guerra fría. De manera casi automática y comprensible en Polonia se produjo una reacción contra el gobierno comunista que arrancaba de causas sociales, económicas y políticas pero que además encontraba aliento en el apoyo moral del   nuevo Papa. La hambruna del país era equivalente o peor a la ocupación  nazi y los sindicatos, nucleados en torno al obrero Lech Walesa y el historiador medievalista judío  Boris Geremek jaqueaban claramente al régimen. La situación amenazó con ser tan delicada que en 1979 la secretaría del partido comunista de la URSS elaboró un informe en el que se recomendaba el asesinato de Juan Pablo II. El texto se encontraba firmado, entre otros, por Yuri Andropov, jefe del KGB, y por un oscuro  funcionario  del área de agricultura  llamado Mijaíl Gorbachov.

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En la foto: Mijail Gorbachov, intelectual de la religión mundialista de la Carta de la Tierra, y ex jefe de la Unión Soviética implementador de la “Perestroika”, señalado como uno de quienes firmó la muerte de Juan Pablo II

 

Sin embargo, la URSS no podía llevar a cabo una operación que le comprometiera peligrosamente en caso de ser descubierta. Iván Lukashin, de la  KGB, al que se ordenó la planificación del atentado, se puso en contacto con  la DS búlgara. Ésta, verdadera sucursal de la inteligencia soviética y ejecutora del contrabando de armas, droga y automóviles en los Balcanes, debía encontrar a los asesinos y simplemente  ejecutar el plan.

En 1981, la DS se puso en contacto con esta finalidad con un turco llamado Alí Agca que contaba  solo veintitrés años de edad. Agca pertenecía al partido de Acción Nacional también conocido como los Lobos grises, un grupo que se acercaba más a un nacionalismo islámico manipulado por la KGB.

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En la foto: El Papa Juan Pablo II reunido con quien intentó asesinarlo

De hecho, Agca había recibido entrenamiento como  combatiente en Siria con miembros del IRA, ETA, la OLP o el Frente sandinista, y en 1979 había participado en el asesinato de un editor turco de carácter liberal.

Al día siguiente del  atentado contra el periodista, Agca había emitido un comunicado en el que amenazaba a "Juan Pablo II, jefe de los cruzados" y pudiera darse la circunstancia de que esa afirmación llamara la atención paranoica  de la DS.

En julio de 1980, Agca se encontraba en Sofía donde estableció contacto con la DS y en la primavera  del año siguiente recibió la orden de asesinar a Juan Pablo II entregándosele cuatrocientos mil dólares para los  aspectos operacionales. La importancia de la suma señala la importancia de la operación pero también como en el caso de Kennedy  la ejecución quedaba en manos de un tirador aislado y sicológicamente inestable.

Agca dedicó las siguientes semanas a recorrer Europa en un viaje de placer simulado, sin excluir España donde se le proporcionó la pistola Browning 9 milímetros de origen belga  con doble seguro y  retrocarga semiautomática  con  cremallera segura y un peso que equilibra al arma automáticamente  hacia adelante; operable sin necesidad de ser un tirador experimentado.

El 10 de mayo de 1981, Agca ya se encontraba en Roma. Sin embargo, a esas alturas el turco tenía serias dudas sobre el proyecto en el que se había embarcado y comenzó a temer que acabaran con su vida. El destino de Oswald (el asesino de Kennedy) lo obsesionaba. Le disparaba una alerta interna. En  previsión de que sucediera tal cosa, Agca entró en contacto con la CIA y la  puso al corriente de lo que iba a suceder. La CIA creyó en las palabras del turco pero le instó igualmente a que siguiera con el plan. Debía llegar hasta la plaza  y así permitir que los agentes norteamericanos inculparan a la KGB.

A primeras horas de la tarde del 13 de mayo festividad de la Virgen de Fátima dos turcos y dos búlgaros condujeron a Alí Agca hasta la plaza de San Pedro a fin de que asesinara a  Juan Pablo II. Allí se quedó en compañía de Oral Celik, un compatriota amigo suyo. A las cinco horas, el automóvil papal pasó bajo el arco de las campanas. Se detuvo para permitir que el Papa abrazara a una niña. En ese momento, desde la segunda fila, surgió una mano que apuntó  rectamente sobre la multitud a Juan Pablo  II y le descerrajó dos tiros

A continuación Agca intentó huir aprovechando la confusión, allí también la analogía con  el asesinato de los dos Kennedy se repite- "tire a matar, arroje el arma y desaparezca rápidamente pero sin correr", es una simple instrucción de manual.

Pero una  robusta monja franciscana le agarró  por los brazos  impidiéndole escapar y dando lugar a que otros se abalanzaran sobre el terrorista inmovilizándolo y moliéndolo a palos.

El pontífice fue conducido inmediatamente al hospital Agostino Due  Gemelli donde se le renovó la sangre por temor a que los proyectiles estuvieran envenenados. Los servicios italianos  sabían que el Este acostumbraba  potenciar  sus proyectiles con  una leve patina de uranio o simplemente plomo para saturar el torrente sanguíneo e infectarlo  mortalmente. Las dos balas con camisa de bronce habían circulado en torno al cuerpo de Papa como una calesita enloquecida  afectándolo por lo menos en cinco órganos. Pero ninguna de ellas llego ni al cerebro ni a la columna.

La intervención salió bien y el Papa, convencido de que la Virgen le había salvado la vida, dispuso que su siguiente operación tuviera  lugar el 5 de agosto, festividad de la Virgen de las Nieves. Nuevamente el  Papa salió favorablemente.

Alí Agca fue juzgado el 22 de julio y condenado a cadena perpetua. Por su parte, Leonid Brezhnev falleció el 10 de noviembre  de 1982 convencido de que resultaría imposible una victoria militar y tecnológica  sobre  Occidente. El 16 de junio de 1983, Andropov pasó a ser el nuevo dirigente de la URSS, el  COMECON y del Pacto de Varsovia con el apoyo de la KGB, del Ejército y de la cancillería dirigida por Andrei Gromyko.

Este cúmulo de circunstancias iban a tener sin embargo  una importancia decisiva en las ulteriores investigaciones sobre el caso.

El juez Ilario Salvatore Martella decidió en 1984 abrir juicio contra tres búlgaros y cuatro turcos con la esperanza de aclarar los  elementos   ocultos y contradictorios de  la compleja  trama pero la razón de Estado iba a prevalecer.

Tanto el  italiano Giulio Andreotti como la CIA  hicieron lo posible por impedir el esclarecimiento de acuerdo por razones de Estado. Sin embargo, el antiguo jefe del servicio secreto búlgaro Konstantin Karadhzov grabó en cinta magnetofónica una confesión en la que establecía que la KGB había planificado el atentado utilizando a la DS  búlgara como correa de transmisión y a Alí Agca como  simple ejecutor. Agregó que los servicios secretos americanos estaban al corriente del asunto.

La confesión que recorrería Europa dejaba de manifiesto que todo había sido fácil porque la KGB contaba con espías en la Santa Sede -probablemente en el colegio Russicum, un refugio para católicos del Este y a la vez un centro de confluencia entre católicos y ortodoxos- tesis que sería confirmada por Boris Solomatin, jefe del espionaje soviético en Roma.

Antes del atentado circulaban  rumores extraños referidos a la biografía del Papa. Se sostenía que en realidad era hijo de un oficial de la nobleza polaca, probablemente cierto, que había sido actor durante muchos años -cierto también-  y que hasta había tenido un hijo secreto en Polonia antes de ser ordenado. Y el órgano de desinformación era el diario Paese Sera, un diario popular pero independiente del partido. La sección  dirigida  por Augusto Livi, ex combatiente paramilitar  de las guerrillas  rojas toscanas, bajaba línea en el electorado comunista romano.

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En la foto: Ceaucescu

Quizá estas circunstancias que rodearon al atentado  expliquen que, a pesar de que Ceaucescu comunicó al servicio secreto francés y al israelí -Ceaucescu tenia excelentes vínculos con Israel y los países árabes a la vez- la trama  en su totalidad y a su vez  el servicio de documentación exterior galo  la hizo saber al Vaticano, nadie tomó medidas demasiado concretas para proteger a Juan Pablo II. No hubo alerta roja.

Los datos estaban claros pero con Andropov en el poder y la posibilidad de distensión al alcance de  la mano, ni Italia ni Estados Unidos deseaban que lo que se denominó "trama  búlgara" saliera a la luz estropeando proyectos diplomáticos de futuro. Sin embargo, lo que tuvo lugar no fue la distensión gradualista esperada. El sistema soviético simplemente colapsó y lo hizo bajo el gobierno de Mijaíl Gorbachov, curiosamente uno de los  cofirmantes  del plan para matar preventivamente  a Juan Pablo II.

Por esa misma época  circularon fotografías del Papa en Roma en shorts tomando sol en Castelgandolfo y OP el viejo semanario de Walter Tobaggi anunciaba que los hombres sin rostros se cernían sobre el Vaticano.

Esa misma frase, los “hombres sin rostro”, había sido usada de forma devastadora sobre el plano de la acción sicológica  durante el  cautiverio y ejecución de Aldo Moro. Los católicos militantes creían que la frase se refería a la masonería.

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En la foto: Aldo Moro

El héroe de la distensión fue el hombre que confirmó  burocráticamente el asesinato del Papa.

Y como queda el asesinato de Rabin en todo esto?

Tanto Guilio Andreotti como Franceso Cossiga, hombres inoxidables de la política italiana,  son   miembros  de la realeza británica. Los dos tienen el titulo de Barones de la Corona Windsor.

Otra coincidencia.

Ahora empiezan  pulcramente los ataques contra Benedicto  XVI. También algo estilizados. Otra situación de amenaza roja pero sin rojo. Los gemelos amamantados por una loba son simétricos   pero no son religiosamente una imagen pacifista de una milenaria  ciudad imperio.

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